Thursday, November 29, 2007

Descerebradas

Las plantas se mueven, cambian de postura para aprovechar la luz. Algunas, como los girasoles, siguen al sol para tenerlo siempre de cara. Otras, las carnívoras, llegan incluso a atrapar insectos: triunfo de lo vegetal sobre lo animal.

Pero lo hacen sin necesidad de sistema nervioso, sin neuronas de esas que no traen más que disgustos.

Bien mirado, lo de no tener cerebro es una estrategia muy inteligente.

Si esto es amor

“Debido a la extraordinaria duración del período de dependencia de las crías, y a las enormes exigencias de éstas, las hembras se encontraron casi perpetuamente confinadas en el hogar estable. El nuevo estilo de vida del mono cazador creó un problema especial. Al contrario de lo que ocurría con los carnívoros puros, las partidas de caza se convirtieron en grupos compuestos únicamente por machos. Para un primate macho, el hecho de salir en busca de comida y dejar a sus hembras sin protección contra los intentos de cualquier otro macho que pudiera rondar por allí, era algo inaudito. Era algo que requería un cambio importante en el comportamiento social.

La solución consistió en la creación de un lazo que apareaba a los individuos. Los monos cazadores macho y hembra tenían que enamorarse y guardarse fidelidad. Esto es una tendencia corriente en muchos otros animales, pero rara entre los primates. Resolvía tres problemas a la vez. Significaba que las hembras estaban ligadas a sus machos individuales y les permanecían fieles mientras éstos estaban de caza. Significaba una reducción en las grandes rivalidades sexuales entre los machos, lo que contribuía a desarrollar su espíritu de colaboración. Y en tercer lugar, la creación de una unidad familiar a base de un macho y una hembra redundaba en beneficio del retoño. La pesada tarea de criar y adiestrar a un joven que se desarrollaba lentamente exigía una coherente unidad familiar. En otros grupos de animales, ya sean peces, pájaros o mamíferos, observamos que, cuando la carga se hace demasiado pesada, surge entre la pareja un vigoroso lazo que ata al macho y a la hembra. Eso fue también lo que ocurrió en el caso del mono cazador”.

(D. Morris)

Así que “un vigoroso lazo”.

Enamorados de todos los tiempos y todos los lugares: ya sabéis de dónde viene lo vuestro.

Y sin embargo, nadie debería negaros el mérito de añadir emoción a ese lazo. De llenarlo de calor, de comprensión, de ternura.

Wednesday, November 28, 2007

Incorporados

Cuando muere un ser querido sentimos que nos arrancan algo, justo lo que esa persona nos ha dado en vida. El idioma debería expresar lo que crecemos gracias al contacto con otras personas, e incluso con los animales y las cosas. Lo que los demás nos transfieren.

Crecemos cuando otros nos dan lo mejor de ellos mismos.

Se dice que los perros, merced a su convivencia milenaria con los humanos, tienen un cerebro humanizado. Pero no es excesivo afirmar que, también, los amos de un perro se perrizan.

Yo puedo ser Luis o Carmen, pero cuando converso con Juan me juanizo. Cuando aprendo de Elena me elenizo. (No me convierto en Juan ni Elena, pero incorporo una parte de ellos.)

Debería poder decirse:

Fui a la montaña y me montañicé.

Alguien te dio ánimo y te animaste.

Se niñizó jugando con un niño.

Tuesday, November 27, 2007

Valientes

Aquí estamos, frágiles y vulnerables.

¡Sería tan fácil quedarnos ciegos, tullidos, muertos! Bastaría un golpe, una pedrada, un mordisco bien dados.

Bastaría un loco o un malvado dispuesto a hacerlo.

Se requiere poca fuerza para arrancar los miembros. Y no más para segar la vida.

Ni siquiera es precisa una voluntad homicida. Basta una curva cerrada, un temblor, un vendaval, un objeto que cae... Basta la fatalidad.

¿Cómo, entonces, osamos caminar por la calle? ¿Cómo andamos sin casco ni escudo ni coraza?

¿Qué exceso de confianza nos mueve a actuar así?

Siendo tan vulnerables, ¿cómo nos atrevemos?

Pues porque somos osados y optimistas. Porque somos valientes.

Para ser comidos

La mosca

La mosca vino al mundo para ser comida por la araña.

Antes de ser comida, la mosca puso huevos para que nacieran otras moscas, a las que comerán otras arañas.

Ésta es la finalidad existencial de las moscas (aunque ellas no lo sepan): ser comidas.

La araña

La araña vino al mundo para ser comida por pájaros, por reptiles.

Antes de ser comida, la araña puso huevos para que nacieran otras arañas, a las que comerán otros pájaros, otros reptiles.

Ésta es la finalidad existencial de las arañas (aunque ellas no lo sepan): ser comidas.

Y así...

Así sucesivamente. Seres cuya finalidad vital, la que la vida les ha asignado, consiste en servir de alimento a otros.

Para qué.

¿Y para qué todo eso? Pues, que sepamos, para nada: acaso por mero capricho, por simple entretenimiento de la materia.



Monday, November 26, 2007

Una tristeza alegre

¿Qué tienen en común Antonio Machado, Franz Kafka, Fernando Pessoa, Miguel Hernández?

Aparte de ser escritores, coinciden en que ninguno de ellos tuvo una existencia feliz.

Antonio Machado se casó con una muchacha llamada Leonor. Él tenía 34 años y ella sólo 15. El matrimonio duró apenas tres años porque, poco después de casarse, Leonor enfermó y murió. Machado nunca se recuperó de aquel golpe. Más tarde sufrió otro derrumbe, cuando hubo de huir de España al perder la República la guerra civil. Murió pocos días después de cruzar la frontera con Francia.

Franz Kafka, en plena juventud, contrajo la tuberculosis. Su padre, que ejerció sobre él una dominación tiránica, se opuso ferozmente a su vocación literaria. Tuvo cinco tentativas matrimoniales frustradas. A pesar de su nulo interés por el trabajo administrativo, hubo de trabajar como empleado en una compañía de seguros, hasta que también dejó ese trabajo a causa de su enfermedad.

A Fernando Pessoa el sufrimiento lo acompañó siempre, tanto a nivel emocional como material. En vida no tuvo nada: carrera, amores, relaciones sociales, ni siquiera obra (sólo vio publicado un libro). Bebió en exceso. Y tenía el vicio de no terminar nunca nada de lo que empezaba. Escribió: Me quedo desolado cuando termino algo… Mi instinto de perfección debería impedirme acabar; debería impedirme incluso empezar.

Miguel Hernández, tras perder la República española la guerra civil, fue apresado a causa de su adhesión al bando derrotado. En la cárcel contrajo la tuberculosis, de la que murió en 1942. Estando en la prisión supo que su mujer y su hijo tenían que alimentarse de cebollas casi únicamente. Lo reflejó en una canción de cuna que escribió para su hijo, las llamadas “Nanas de la Cebolla”.

Es significativo que ninguno de los autores mencionados tuviera una vida fácil. En general, cuesta trabajo encontrar algún escritor valioso que no haya tenido una existencia dura y complicada.

Tal vez la razón sea que las personas felices no escriben libros. Al menos libros profundos. Prefieren la acción: salir a la calle, relacionarse y divertirse.

Borges se lamentaba de no haber sido feliz, pero no por él, sino por su madre. Decía que, si él hubiera sido feliz, su madre también lo habría sido al verle disfrutar de la vida. En cambio, lo insatisfactorio de su existencia contribuyó a entristecer a su madre. En un poema dice: He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz... Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego... Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías.

Pese a todo, es probable que, a su manera, estos autores no tuvieran una vida triste. Experimentaron otra clase de goce: la magia y el placer de crear. Eso que, por ejemplo, hacía exclamar a Kafka que por nada del mundo le arrancarían de su mesa de trabajo. Eso que a este mismo autor le llevaba a narrar por narrar, aunque nadie fuese a leer sus escritos (llegó a pedir a un amigo que los destruyera a su muerte). Tuvieron otra modalidad de alegría, distinta pero reconfortante.

Así que, pese a todo, fueron felices.

Auto-miedo

Miedo a nosotros mismos.

Miedo al arrebato. A perder el control. A que la ira o el rencor se instalen dentro y nos conviertan en otro: nos alteren.

Miedo a la obcecación. A empecinarnos. A no aceptar nuestros errores. A anteponer el orgullo a la verdad.

Miedo a rendirnos. A agotar nuestras fuerzas. A degenerar y decaer. A cambiar, con el tiempo, a peor.

Miedo a abrazar la rutina, la indolencia, la ruindad. A que ellas se apoderen de nosotros.

Miedo a perder la razón y la consciencia. Miedo al delirio. A la enajenación (a salir de nosotros: enajenarnos). Al alzheimer. A devenir sólo cuerpo, sin dirección ni memoria.

Miedo a nosotros mismos. Automiedo.

Friday, November 23, 2007

Así como suena

Las palabras son arbitrarias. Nada hay en el agua que justifique su nombre. Nada tiene el árbol para llamarse árbol. Las montañas podrían llamarse igualmente *rapilas o *solefos.

No se sabe cómo, siendo tan difícil conseguir que muchas personas se pongan de acuerdo en algo, concurre asentimiento general en llamar al frío frío, a la noche noche, al camino camino…

Pero hay algunas palabras no arbitrarias. Son las voces onomatopéyicas: palabras que tienen su origen en los sonidos a que aluden. Palabras que reproducen los ruidos del mundo, la banda sonora de la realidad.

Palabras como grillo, maullido, bufido, ronroneo, croar, aullar, piar, graznar, rugir, mugir... evocan claramente el ruido que emiten los animales a que se refieren. El significante depende del significado. No son, pues, palabras arbitrarias.

Tronar viene del sonido del trueno. Ulular viene del sonido del viento. El agua del río hace flu-flu, o sea, fluye.

Tecla suena como una tecla. Ronquido suena como un ronquido. Pitido suena como un pitido. La palabra crujir cruje. La palabra gemir gime. La palabra zumbar zumba.

Traqueteo suena como un traqueteo. Murmullo suena como un murmullo. Cuchicheo suena como un cuchicheo. Susurro suena como un susurro.

Mama, mamá, mamar son el sonido de los labios que se juntan. Por eso mama es la palabra-madre.

Arrullo viene de la voz dulce con que se habla a los niños pequeños.

Hubo un tiempo en que no había palabras. Entonces un recién nacido dijo ma-ma. Su madre se lo acercó al pecho y le canturreó arru-rú.

Pasaron

Hechos que recuerdo vagamente. Escenas que no sé si pasaron así, o las recreé y deformé en mi memoria, o las pensé, o soñé que las vivía, o las leí en algún libro, o las vi en una película... Instantes que, de cualquier modo, ya no están. Que tal vez no ocurrieron, pero pasaron. Pasaron y se fueron.

Thursday, November 22, 2007

Chapuza cósmica

Y ahora sabemos:

-Que la Tierra no es una esfera perfecta, sino achatada por los polos.

-Que su eje de rotación está inclinado y se mantiene así por la atracción lunar.

-Que ni siquiera al rodear al Sol traza una circunferencia, sino una especie de elipse. Algo así como un huevo.

O sea: que no es sólo que soy imperfecto. Ni es sólo que la humanidad es defectuosa. Es que el sistema está, todo él, abollado y torcido.

Incluso desde el punto de vista geométrico, la galaxia entera es una chapuza.

Wednesday, November 21, 2007

Lo que siente por ti

A lo que siente por ti te resistes a llamarle amor y le llamas cariño o le llamas apego o le llamas querencia. Y bueno, sí pero ¿quién eres tú para decir eso, o acaso has estado alguna vez dentro, o es que sabes qué siente cuando te ve venir y hace ese sonido que no es ladrido ni aullido, que a lo mejor no tiene nombre, y a la vez salta y se retuerce y mueve el rabo porque tanta alegría no le cabe en su cuerpo? Y sí, en el fondo puede que eso no sea amor. Puede que, después de todo, la palabra amor se le quede pequeña.

Tuesday, November 20, 2007

Instinto de tribu

Tanto los instintos individuales (de autodefensa, sexual, maternal…) como los grupales o tribales están orientados a la supervivencia. Una característica de los instintos grupales es que se manifiestan de modo contradictorio hacia dentro del grupo (respeto básico, colaboración) y hacia fuera (rivalidad y agresión contra los demás grupos). Era la propio de un tiempo en que los recursos alimenticios escaseaban y había que combatir ferozmente por ellos, de modo que las tribus o grupos más cohesionados (colaboradores hacia dentro y agresivos hacia fuera) tenían más probabilidades de sobrevivir.

En el hombre actual esos instintos siguen presentes, aun cuando su inteligencia le permitiría racionalizarlos.

Partiendo de que esa inteligencia ha posibilitado al ser humano producir recursos que, bien administrados, bastarían para satisfacer las necesidades de todos los individuos, el hombre podría arrinconar sus instintos grupales hacia fuera (de agresividad contra los grupos rivales) y considerar que todos los humanos constituyen un único grupo.

Con ello, sólo los instintos grupales hacia dentro (que están en el origen de la colaboración y el respecto, y que viabilizan la supervivencia del grupo) prevalecerían.

A tal fin, habría que suprimir la “territorialización” del planeta (Estados, fronteras), creando una única organización política a escala mundial.

De momento, no parecer ser éste el camino que seguimos. La inteligencia no ha sustituido a los instintos grupales agresivos, sino que ha sido puesta al servicio de éstos. Las luchas tribales (guerras) no han desaparecido, ni se vislumbra su abolición; simplemente se libran con armas cada vez más sofisticadas y letales.

Si no hay pronto un cambio de rumbo, este confluir de “instinto aplicado a los fines” e “inteligencia aplicada a los medios” lleva camino de ser el germen de nuestra autodestrucción.

Animados o no

Los custodios del lenguaje afirman que el verbo “calcinar” debe aplicarse a las cosas inertes, mientras que “carbonizar” debe aplicarse a los seres vivos. Así, en el incendio de un vehículo éste quedaría calcinado, mientras que sus ocupantes resultarían carbonizados. Viene a ser una forma (otra más) de distinguir entre lo que ya era inerte de antemano, y lo que estaba vivo pero ha devenido inerte.

Se pone demasiado énfasis en diferenciar ambas clases de materia, cuando lo cierto es que la sustancia inerte puede adquirir vida (minerales que las plantas absorben del suelo) y la materia viva deviene inerte (al morir).

Los seres animados somos, en cierto modo, minerales que han cobrado vida. Las plantas y animales son -somos-, parte integrante del planeta, tanto como lo son el agua, el oxígeno o las rocas de que estamos hechos. No hay, por tanto, una radical frontera geológica entre lo animado y lo inanimado.

Al menos en el planeta Tierra, la condición de “vivo” o “inerte” es transitoria y accidental.

Monday, November 19, 2007

Y decir que te quiero

El lenguaje ha de traducir a palabras las cosas (sustantivos), las acciones (verbos), las cualidades (adjetivos), las circunstancias (adverbios)… Pero también debe transplantar los sentimientos y emociones. Y no es tarea fácil.

Algunos recursos que (obviamente sin saberlo) empleamos para expresar cariño son:

-El diminutivo afectivo: mi hijito, mi casita, qué viejecito, qué solita estás… Este uso a veces lo duplicamos (diminutivo de diminutivo): chica – chiquita - chiquitita. En América incluso aplican el diminutivo a adverbios y gerundios: lueguito, ahorita, corriendito…

-El aumentativo afectivo: muchachote, grandullón

-El diminutivo y el aumentativo combinados: chiqu-ill-ón.

-El complemento afectivo: mi niño no me come; no te nos vayas…

En relación con esto último, al principio de un poema elegíaco Miguel Hernández dice “… se me ha muerto, como del rayo, Ramón Sijé”. Es verdad que, gramaticalmente, ese me (aparente complemento indirecto) no añade nada. Porque no es una partícula sintáctica: es una partícula amorosa.

Sunday, November 18, 2007

Del aire nacen

"Más vale pan con amor, que gallina con dolor".

"Quien mucho analiza, mucho se martiriza".

"Al presumido y al engolado, dales de lado".

"Amor de madre, y lo demás es aire"...

¿Quién inventó estos refranes, todos los refranes? Nadie.

¿Quién inventa las coplas, los romances anónimos,las canciones de corro ("El patio de mi casa es particular. Cuando llueve se moja como los demás")? Nadie.

¿Quién inventa los chistes? Nadie

Nadie los inventa, nadie los crea. Surgen igual que las setas, las bayas silvestres, los espárragos... Afloran naturalmente, como brotes de la tierra. Por generación espontánea.

"Coplas y refranes, del aire nacen".

A mí, al menos, me gusta pensar que es así.

Thursday, November 15, 2007

Hija Objeto

Aurora Rodríguez, testigo de la opresión que viven las mujeres de su tiempo, concibe la idea de tener una hija que, educada desde el principio para ello, pueda consagrarse a la liberación de la mujer. Busca un hombre sano, inteligente y dispuesto a renunciar a la paternidad, con quien engendra una hija. La niña, a la que pone por nombre Hildegart, es educada por su madre para el fin con que la ha traído al mundo. A los 16 años termina la carrera de Derecho y empieza la de Medicina. Para entonces ya escribe libros y artículos. A los 18 años es figura popular en los medios intelectuales y revolucionarios.

Pero, tras alcanzar prestigio internacional en diversos campos, Hildegart intenta alejarse de su madre. Le expone su deseo de elegir por sí misma, de optar incluso por el matrimonio y la maternidad.

Es entonces cuando Aurora entiende que su proyecto ha fracasado. Al comprobar que Hildegart no va a seguir los designios que le ha marcado, Aurora pone fin a la vida de su hija.

Ocurrió en Madrid en el año 1933.

……

La historia de Aurora Rodríguez y su hija Hildegart pone de manifiesto, con trágica crudeza, hasta qué punto es dañino ver en los hijos un medio para satisfacer los pruritos o intereses personales de los padres, por loables que sean. Como abusivo es también no respetar el derecho de los hijos a elegir libremente su camino.

Salvando las distancias, la actitud de la madre de Hildegart no es sustancialmente distinta de la de quienes buscan imbuir a los hijos su propia ideología, sus propias convicciones, sus propias creencias religiosas. Y ello prevaliéndose, además, de la acrítica inmadurez de la infancia.

……
Aurora Rodríguez perseguía el derecho a decidir de las mujeres. Desgraciadamente se olvidó del derecho a decidir de su hija.

Qué triste

En la segunda mitad del siglo XX surgió la idea de que una guerra nuclear podía ganarse. Que un ataque nuclear limitado podría destruir al enemigo sin darle tiempo a reaccionar.

Frente a esta idea, un grupo de científicos independientes elaboró un estudio acerca del impacto de las cabezas nucleares de que ya entonces se disponía (con potencia muchas veces superior a las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki) sobre la atmósfera terrestre.

Sus conclusiones fueron que las nubes de polvo y ceniza ocultarían el Sol provocando un súbito y generalizado descenso de las temperaturas. La capa de ozono quedaría arrasada con una pérdida superior al 70%.

En definitiva: la guerra no podía ganarse. No sin que sus efectos convirtieran la Tierra en un desierto frío e inhóspito. Es lo que se denominó invierno nuclear. Con la excepción quizá de algunas bacterias, toda la vida desaparecería del planeta.

Así pues, nuestra expectativa de supervivencia no reside en la capacidad humana de resolver conflictos pacíficamente. Nuestra expectativa reside en que una guerra nuclear no puede ganarse. Y en que esto nos disuadirá de intentarlo. Menos mal.

Así pues, nuestra esperanza es el temor, propio y ajeno, a que cualquier ataque nuclear se vuelva en contra de quien lo acometa.

Nuestra esperanza es nuestro miedo.

¿Qué se hizo para qué?

¿Qué se hizo para qué? ¿El sábado para el hombre, o el hombre para el sábado? La pregunta de Jesús a los fariseos sugiere la frecuente confusión de prioridades y fines: ¿Se hizo el hombre para el libro, o el libro para el hombre? Lo mismo puede decirse de las películas, obras teatrales o creaciones en general. Si empezamos a leer un libro y no nos gusta, debemos (por respeto a nosotros mismos) concedernos el derecho a dejarlo. Si no nos gusta una película, tenemos derecho a salirnos del cine. Por muy celebrados que sean los títulos, y aunque hayamos pagado por ellos.

Cuando nos empeñamos en seguir con un libro o una película que no nos agradan, estamos afirmando que no se hicieron para nosotros, sino nosotros para ellos.

Wednesday, November 14, 2007

Veo veo

Los colores no existen. Son el modo como percibimos el reflejo de la luz en los objetos.

El cielo de la Tierra nunca ha sido azul. Pero, en cierta forma, empezó a ser azul a partir de que alguien (algún animal emergido del mar) miró hacia arriba. Si no hubiera ojos, no habría colores.

Los primeros ojos, las primeras células sensibles a la luz y conectadas con receptores nerviosos, fueron desarrollados por algunas especies marinas hace (según se cree) unos 500 millones de años. La aparición de los ojos significó que, por primera vez, la materia pudo autocontemplarse.

Aquel pez que veía bultos y sombras era el universo mirándose a sí mismo.

Tuesday, November 13, 2007

Otra lógica

El mundo de los sentimientos y las relaciones humanas se rige por otra lógica distinta de la del mundo material. Podemos dar algo y no quedarnos sin ello. Más aún: incrementarlo.

Es lo que sucede con el amor y con la amistad. También, con la transmisión del conocimiento: cuando se da saber, uno aumenta su propio saber. Quien enseña algo está, él también, aprendiendo.

Es una suerte poder dar algo sin desprenderse de ello.

Ahora no

La luz del Sol tarda ocho minutos en llegar a la Tierra.

El brillo de las estrellas que miramos fue emitido días, o años, atrás.

Todo lo que vemos (los objetos, las personas, nosotros mismos en el espejo...) tarda en llegar a nuestros ojos.

Lo mismo ocurre con las palabras que oímos: tardan en llegar a nuestros tímpanos.

Son luz o sonido; y viajar les lleva un tiempo, aunque sea escaso.

Viajan del pasado en que ocurrieron al futuro en que se sienten. El presente no existe.

Monday, November 12, 2007

Y ahora qué

Milenios de poder masculino empiezan, por fin, a declinar. Las mujeres se incorporan al poder político y al núcleo de las decisiones sociales y económicas. En muchas universidades e instituciones las mujeres son ya mayoría; y cada vez va a ir a más.

Bajo el poder masculino tuvimos guerras encadenadas, genocidios encadenados, injusticias encadenadas.

Ahora que las mujeres van a decidir, es posible que sea distinto.

Me pregunto si, en caso de haber gobernado las mujeres a lo largo de los siglos, habría habido Armenia, Hiroshima, Auschwitz, Tiannamen...

Me pregunto si, bajo la dirección de las mujeres, habría habido cabezas nucleares, ántrax, napalm, gas mostaza...

Yo quiero (y en cierto modo necesito) creer que no.

Sunday, November 11, 2007

Árabes

Estuvieron aquí. Durante siglos estuvieron aquí. Y sus palabras se mezclaron con las nuestras.

Nos dejaron ojalá (quiera Alá). La palabra con que expresamos el deseo y la esperanza: “Ojalá (quiera Alá) que seas feliz”.

Nos dejaron sus flores y plantas: azahar, azucena, jazmín, nenúfar, albahaca, azafrán, alhucema, alhelí… No se sabe qué es más hermoso: si la flor o la palabra que la nombra.

Nos dejaron las aguas sonoras: Guadalquivir, Guadiana, albufera, rambla, noria, acequia, alberca, aljibe

Aquellas personas, para intercambiarse afecto, se decían salam (saludo). Por eso, aún hoy a los perros que nos muestran cariño los llamamos “zalameros” (salam-eros).

Si al llegar a casa tu perro te recibe con júbilo, ya sabes qué dice. Te está diciendo salam.

Thursday, November 08, 2007

Malhablados

De niño viví en Andalucía. Recuerdo que, entre las personas que por desgracia no habían tenido acceso a la formación escolar, era habitual el seseo (pasiensia, caserola...). También estaba extendido el uso de “habemos” en vez de “hemos” (habemos comido), de “veros” en lugar de “iros” (veros a la calle), de “de que” en vez de “cuando” (de que vengas, comeremos), de “asín” en lugar de “así”, de “haiga” por "haya”, “jarto” por “harto”, “jondo” por “hondo”, "tamién" por también… Podría seguir recordando desviaciones, pero no se trata de eso.

Se trata de hacer notar que, precisamente porque esas desviaciones no eran lo suficientemente intensas para provocar que el habla resultara ininteligible para los no andaluces, tales apartamientos eran considerados vulgarismos.

Si las desviaciones hubieran sido más extremas, entonces nos hallaríamos ante una lengua: un idioma autóctono. Y ese hablar andaluz estaría envuelto en una pátina de respetabilidad.

Puede decirse que un apartamiento moderado de las reglas lingüísticas es un vulgarismo: una incorrección. En cambio, un apartamiento generalizado es una lengua. Otra lengua distinta.

Aunque no quiera reconocerse, me parece claro que lenguas tan respetables como el francés, el castellano, el portugués, el catalán, el gallego, el italiano, etc no son sino corrupciones o deformaciones intensas de la lengua latina.

Cada uno de esos idiomas constituye una forma, una modalidad distinta de corromperse el latín.

Se da así la paradoja de que a unas personas (por ejemplo, esos andaluces) se les reprochan vulgarismos expresivos, mientras que a otras, por esta misma realidad (sólo que más acentuada), se las considera titulares de un patrimonio idiomático.

Tuesday, November 06, 2007

Instintos básicos

La selección natural no solamente prima los caracteres físicos más ventajosos. También favorece los instintos más proclives a la vida. Es probable que, en la lotería genética que implica la reproducción y mutabilidad de los seres vivos, ocasionalmente nazcan animales sin instinto sexual, sin instinto maternal o sin instinto de supervivencia.

Es decir, sin los instintos básicos de la vida.

Pues bien: precisamente por la carencia de tales instintos, estos animales no se reproducirán. Morirán por carecer de instinto de supervivencia, o no dejarán descendientes por carecer de instinto sexual, o sus descendientes no prevalecerán por carecer los progenitores de instinto maternal.

Carl Sagan alude al caso de los cocodrilos. Recorren grandes distancias llevando en su boca los huevos de los que han de nacer sus crías, para depositarlos en un sitio seguro. Puede que algún cocodrilo, por no tener bien desarrollado su instinto maternal, sucumba a la tentación de comerse los huevos. En tal caso, es claro que ese cocodrilo no deja descendencia. Y así, con el tiempo sólo quedan cocodrilos dispuestos a cuidar de sus crías.

O sea, que los animales que no posean estos instintos básicos tienen asegurada su desaparición.

De este modo, la naturaleza filtra y deja pasó sólo a quienes tienen bien arraigados esos instintos (de supervivencia, sexual, maternal…). De ahí que éstos se manifiesten con tan arrebatadora intensidad en todas las especies.

Querer y desear

Personas que no controlan sus instintos, sus pulsiones. ¿Es porque su voluntad es demasiado débil? ¿O es porque sus instintos son demasiado fuertes?

Algunos son conscientes de ello, como ciertos violadores que piden su castración química. Sintiéndose incapaces de controlar su voluntad, desean que un agente externo debilite sus instintos.

Pero ¿se puede fortalecer la voluntad? ¿No hace falta fuerza de voluntad para aumentar la voluntad? Y quien carezca de voluntad, ¿de dónde sacará esa fuerza?

Un alcohólico o un toxicómano necesitan voluntad para salir de su adicción. Pero precisamente la adicción tiende a anular su voluntad. Es como un círculo vicioso. Algo parecido a aquel borracho que aparece en “El Principito”: “bebo para olvidar que bebo”, decía.

Por otro lado, ¿quién ha logrado someter a sus instintos? ¿Acaso los países o Estados no son un trasunto del instinto tribal? ¿Acaso no son las guerras una explosión de las pulsiones agresivas?

Hay, en cada uno de nosotros, una tensión entre pulsiones y voluntad de la que apenas somos conscientes, porque en esa pugna estamos en ambos lados.

Y sin embargo no debemos ser neutrales. La voluntad es tal vez la única fuerza del universo capaz de regirse (aunque sea mínimamente) a sí misma. La única fuerza no ciega del todo.

Si nos rendimos a las pulsiones y dejamos que la voluntad se apague, quizá no vuelva ya a encenderse.

Monday, November 05, 2007

Va por libre

Va por libre. La memoria va por libre. ¿Quién no olvidó, justo el día del examen, lo que sí había estudiado? Deseamos recordar un nombre o un dato y no podemos; todo lo más se queda “en la punta de la lengua”. Decimos que la memoria nos traiciona: ella, como si tuviera vida propia (¿la tiene?).

Más que olvidar nosotros, son las cosas las que se nos olvidan: las que eligen entre persistir o borrarse. ¿Cuántas veces retenemos lo nimio y olvidamos lo importante? O tal vez lo nimio era lo que, en el fondo, nos importaba...

Se olvidan las calles, los números de teléfono… justo cuando queremos recordarlos. Luego, de pronto, cuando no los necesitamos acuden a la memoria. ¡A buenas horas...!

Y, en cambio, recordamos lo que queremos olvidar: dolores viejos, traiciones, cicatrices… Se instalan ahí, en la memoria, y no hay quien los expulse.

¿Alguien sabe por qué juega con nosotros? ¿Tiene alguien idea de por qué va por libre?

Monstruos

Hay humanos capaces de estafar a quienes emigran de África a Europa. A esa pobre gente que cruza el Atlántico en una barcaza para huir de la miseria. Les venden bidones de gasolina que en realidad contienen agua. Después, cuando en alta mar abren el bidón, descubren que lo que hay dentro es agua. Como no pueden hacer que el motor funcione, mueren de sed y hambre.

No es ficción (ojalá).Viene en el periódico: “Cuando se les acabó el combustible del primer bidón, abrieron el segundo y descubrieron que les habían vendido agua en vez de gasolina, lo que les sentenció a muerte a 157 kilómetros de Canarias”.

Como humanos, podemos ser –somos- capaces de eso.

Así que, si alguien nos hizo, hay que llamarle y decirle: -Míranos. Mira tu obra. Esto es lo que has engendrado.

Mutación

Destruiremos las banderas, los escudos, las rayas de los mapas, las partituras de los himnos… Cada cual quemará los suyos. Saldremos todos, a la vez, de nuestra tribu. Alumbraremos una especie: el mamífero no territorial, la nueva clase de humanos.

No será un hito en la Historia, sino un paso en la cadena evolutiva. Un salto biológico.