Friday, November 23, 2007

Así como suena

Las palabras son arbitrarias. Nada hay en el agua que justifique su nombre. Nada tiene el árbol para llamarse árbol. Las montañas podrían llamarse igualmente *rapilas o *solefos.

No se sabe cómo, siendo tan difícil conseguir que muchas personas se pongan de acuerdo en algo, concurre asentimiento general en llamar al frío frío, a la noche noche, al camino camino…

Pero hay algunas palabras no arbitrarias. Son las voces onomatopéyicas: palabras que tienen su origen en los sonidos a que aluden. Palabras que reproducen los ruidos del mundo, la banda sonora de la realidad.

Palabras como grillo, maullido, bufido, ronroneo, croar, aullar, piar, graznar, rugir, mugir... evocan claramente el ruido que emiten los animales a que se refieren. El significante depende del significado. No son, pues, palabras arbitrarias.

Tronar viene del sonido del trueno. Ulular viene del sonido del viento. El agua del río hace flu-flu, o sea, fluye.

Tecla suena como una tecla. Ronquido suena como un ronquido. Pitido suena como un pitido. La palabra crujir cruje. La palabra gemir gime. La palabra zumbar zumba.

Traqueteo suena como un traqueteo. Murmullo suena como un murmullo. Cuchicheo suena como un cuchicheo. Susurro suena como un susurro.

Mama, mamá, mamar son el sonido de los labios que se juntan. Por eso mama es la palabra-madre.

Arrullo viene de la voz dulce con que se habla a los niños pequeños.

Hubo un tiempo en que no había palabras. Entonces un recién nacido dijo ma-ma. Su madre se lo acercó al pecho y le canturreó arru-rú.

2 comments:

Anonymous said...

Muy bonito .

Echo de menos chasquido, que también suena a lo que nombra.

tedikne said...

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