Monday, November 19, 2007

Y decir que te quiero

El lenguaje ha de traducir a palabras las cosas (sustantivos), las acciones (verbos), las cualidades (adjetivos), las circunstancias (adverbios)… Pero también debe transplantar los sentimientos y emociones. Y no es tarea fácil.

Algunos recursos que (obviamente sin saberlo) empleamos para expresar cariño son:

-El diminutivo afectivo: mi hijito, mi casita, qué viejecito, qué solita estás… Este uso a veces lo duplicamos (diminutivo de diminutivo): chica – chiquita - chiquitita. En América incluso aplican el diminutivo a adverbios y gerundios: lueguito, ahorita, corriendito…

-El aumentativo afectivo: muchachote, grandullón

-El diminutivo y el aumentativo combinados: chiqu-ill-ón.

-El complemento afectivo: mi niño no me come; no te nos vayas…

En relación con esto último, al principio de un poema elegíaco Miguel Hernández dice “… se me ha muerto, como del rayo, Ramón Sijé”. Es verdad que, gramaticalmente, ese me (aparente complemento indirecto) no añade nada. Porque no es una partícula sintáctica: es una partícula amorosa.

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