Wednesday, June 25, 2008

Lo llamamos Internet pero su verdadero nombre es Utopía

Internet no es sólo un invento.

Internet puede ser lo mejor que le ha pasado a la humanidad desde su inicio como especie.

Internet puede salvar al mundo.

Con internet la gente (la humanidad interconectada) puede tomar el control de la Tierra.

Con internet la población mundial puede dejar de estar sometida a unos pocos.

Con internet puede acabar el control de la información, su filtrado por unos cuantos.

Con internet puede acabar la manipulación a gran escala.

Con internet cada persona puede disponer de su propio periódico (o web, o página, o blog) y su propio medio audiovisual, para que nadie acalle sus opiniones y denuncias, ni tergiverse la realidad.

Con internet pueden hacerse inviables los grandes engaños, las colosales ocultaciones de otros tiempos.

Con internet pueden desaparecer las tiranías y arbitrariedades.

Con internet pueden desaparecer los fanatismos religiosos.

Con internet pueden desaparecer los integrismos nacionalistas.

Con internet pueden desaparecer los oscurantismos de toda índole.

Con internet pueden desaparecer las fronteras (físicas y mentales).

Con internet pueden desaparecer las guerras.

Con internet puede desaparecer el terrorismo.

Con internet puede venir la paz.

Con internet (con el messenger, las redes sociales, los foros, los chats…), los habitantes de los Estados en conflicto pueden comunicarse entre ellos; decirse: “si yo no te hice nada y tú a mí tampoco, ¿por qué nuestros países han de estar en guerra?”. “Echemos a estos gobernantes estúpidos: que cada cual expulse a los suyos”.

Con internet, posiblemente, no habrá más Calígulas, Nerones, Napoleones Bonapartes, Sabinos Aranas, Hitlers, Stálines, Mussolinis, Francos, Trujillos, Somozas, Pinochéts, Castros… No habrá más sátrapas, dictadores, ni caudillos.

Al paso de la libertad y la transparencia, caerán, una a una, todas las viejas lacras del hombre.

Con internet puede llegar la verdadera democracia universal, la soberanía del género humano conectado a una Red.

Con internet la humanidad puede tomar las riendas; ser, al fin, dueña de sí misma.

Por todo eso, Internet puede salvar al mundo.

(Me gustaría tanto no equivocarme…)

Thursday, June 19, 2008

Estética de insectos

Lo leo en un libro de biología: “Las flores huelen porque producen sustancias químicas volátiles, esto es, que se evaporan fácilmente. Estas sustancias se generan en los pétalos y sobre todo en los nectarios, que se encuentran en la base de la flor, entre los pétalos y el pistilo. Los nectarios segregan azúcares y otras sustancias. Su finalidad es atraer a los animales polinizadores (abejas, colibríes, mariposas, polillas, etc), quienes dispersarán el polen de una flor a otra y así permitirán la fecundación.

Ésta es también la función de los colores vistosos de las flores: la atracción de los insectos polinizadores”.

Así que, siempre que nos acerquemos a una flor para contemplarla u olerla, deberíamos recordar que su color y su perfume no se hicieron para nosotros, sino para los insectos.

Lo más llamativo de esto quizá sea la coincidencia entre nuestro gusto olfativo y visual, y el de los invertebrados. Los mismos colores y aromas que atraen a los insectos nos atraen a nosotros. De ahí que las flores nos huelan “bien”. De ahí que en nuestras calles haya floristerías, regalemos rosas, cultivemos geranios en el balcón y fabriquemos agua de colonia con aromas florales.

Porque, en este punto, nuestro sentido de la estética es igual que el de las polillas.

Monday, June 09, 2008

Palabras como balas

Algunas formas de dañar por medio de las palabras:

El engaño.

La humillación.

La ironía.

La sátira.

La insinuación.

La burla.

El insulto.

La amenaza.

El rumor.

El sarcasmo.

El grito.

El desprecio.

La difamación.

El embaucamiento.

La demagogia.

La manipulación.

El apodo.

La insidia…

Con las palabras se puede injuriar, mentir, tergiversar, herir, vejar, escarnecer, humillar, retorcer, difamar…

Tristes armas, si no son las palabras”, decía Miguel Hernández. Pero también las palabras pueden ser tristes. También ellas pueden ser cruentas.

Hay palabras que explosionan como bombas. Hay palabras que se incrustan como metralla. Hay palabras que destruyen como obuses.

Hay palabras hirientes como balas. Hay frases tristes y dañinas como un arma de fuego.

Wednesday, June 04, 2008

Una maravillosa anomalía

No tenemos miedo a que alguien más fuerte que nosotros nos esclavice.

No tenemos miedo a que nos recluyan en un campo de concentración a causa de nuestra raza, origen, orientación sexual…

No tenemos miedo a que se nos detenga arbitrariamente, se nos encarcele sin juicio ni garantías, se nos torture, se nos ejecute.

No tenemos miedo a que nos prohíban ser creyentes, o agnósticos, o ateos.

No tenemos miedo a que nos sancionen por defender una ideología, o por editar un libro o un periódico, o por leerlos.

No tenemos miedo a nada de eso. Al menos en nuestro país y en nuestro tiempo, no tenemos miedo. Y no temer nos parece lo normal.

Pero no es así. Lo normal, lo habitual y cotidiano en la historia de la humanidad ha sido (y en buena parte del mundo sigue siendo) lo contrario.

La democracia es una rareza geográfica e histórica, una pequeña isla en el mar de la crueldad, la ignominia y la opresión.

A lo largo de la historia de la humanidad lo normal no ha sido la democracia, sino la tiranía. Lo normal no ha sido que quienes gobiernan fuesen elegidos por el pueblo, sino que gobierne el más atroz y sanguinario. Lo normal no ha sido la tolerancia, sino el fanatismo. Lo normal no ha sido la igualdad de derechos, sino el dominio de unos sobre otros. Lo normal no ha sido la seguridad jurídica, sino el abuso de poder.

La aparición de la democracia constituyó una excepción, una maravillosa anomalía en medio de un mundo regido por la fuerza bruta, el despotismo y la arbitrariedad.

Tuesday, June 03, 2008

Cuéntame un cuento

Lo relata José Antonio Marina, refiriéndose a una anécdota del novelista inglés Charles Dickens (1812-1870). Como otros muchos autores de su época, algunas de sus novelas se iban editando por capítulos en periódicos o folletines. Tras la publicación de un capítulo en que la protagonista quedaba en peligro de muerte, una multitud de personas aguardaba expectante en el muelle de Nueva York la llegada del barco que traía la nueva entrega. Embargado de la misma emoción que el público, el capitán se asomó a la borda y gritó: "¡ Nelly se ha salvado ! ¡ Nelly se ha salvado !".

Al hilo de ello me pregunto: ¿qué hace que nos atraigan tanto las historias de ficción? Narraciones de no-hechos que nunca pasaron, de no-vivencias de gente que nunca existió, ¿por qué nos gusta oírlas, leerlas, verlas en imágenes?

No es porque sean divertidas: muchas de esas historias ficticias son duras y tristes (como lo eran las novelas de Dickens). No es tampoco porque la realidad carezca de tramas: por desgracia la vida real está repleta de argumentos enrevesados.

Entonces, ¿por qué nos gustan las historias inventadas?

Quizá sea por mera atracción de lo imaginario y lo irreal, de esos mundos alternativos en los que viven otras personas y pasan otras cosas, igual que de niños nos gustaba oír (a sabiendas de que eran mentira, o precisamente por eso) los cuentos que nos contaban.

Monday, June 02, 2008

Hiperrealidad

Si al acariciar una piel tocáramos tejido celular formado por capas con poros y folículos... Si al mirar unos ojos viéramos órganos compuestos de iris, cristalino, células fotosensibles... Si al besar unos labios percibiéramos repliegues musculares con piel y con mucosas..., entonces sufriríamos un exceso de cordura, una hiper-lucidez, una específica variedad de la demencia.