Wednesday, November 28, 2007

Incorporados

Cuando muere un ser querido sentimos que nos arrancan algo, justo lo que esa persona nos ha dado en vida. El idioma debería expresar lo que crecemos gracias al contacto con otras personas, e incluso con los animales y las cosas. Lo que los demás nos transfieren.

Crecemos cuando otros nos dan lo mejor de ellos mismos.

Se dice que los perros, merced a su convivencia milenaria con los humanos, tienen un cerebro humanizado. Pero no es excesivo afirmar que, también, los amos de un perro se perrizan.

Yo puedo ser Luis o Carmen, pero cuando converso con Juan me juanizo. Cuando aprendo de Elena me elenizo. (No me convierto en Juan ni Elena, pero incorporo una parte de ellos.)

Debería poder decirse:

Fui a la montaña y me montañicé.

Alguien te dio ánimo y te animaste.

Se niñizó jugando con un niño.

2 comments:

Gemma said...

¿Significa eso que, cuando escribimos nos escribimos, o acaso nos convertimos en escribidores aspirantes a escritores o, simplemente, nos convertimos en escritos?

¡Menudo lío! ;-)

saiz said...

En general, yo creo que somos lo que hacemos.

Con cada acto que haces, te haces a ti mismo.

Te auto-haces. Tus actos son (eres) tú.

Eres el albañil y eres el edificio.