Sunday, March 30, 2008

Hormiguitas

Yo tenía 10 años. En una caja de zapatos, en cuya tapa había hecho unos agujeros, guardaba mis gusanos de seda. Aún eran pequeños. Habían nacido a mediados de marzo y lo que voy a contar pasó poco después de Semana Santa.

El caso es que las hormigas se metieron por los agujeros de la caja, mataron a los gusanos y los seccionaron en trozos. Las sorprendí cargando con los cadáveres, de camino a su hormiguero.

Es uno de esos recuerdos de la infancia que no se olvidan.

Tardé años en entender que las hormigas no fueron, no son, crueles. Que crueles son sólo las leyes y mandatos biológicos que tienen que cumplir.

Estos días releo El origen del hombre, de Darwin, y encuentro esta frase: Los animales inferiores manifiestan, como el hombre, sentimientos de placer y dolor, felicidad y desdicha… También los insectos juegan entre sí”. Y a continuación alude a hormigas que corren tras sus compañeras y se mordisquean como perros pequeños.

Así que las hormigas también juegan. Hay hormigas-niñas que juegan unas con otras. Como los hombres-niños, como los cachorros humanos. Como yo, cuando tenía 10 años.

Probablemente nunca me reconciliaré con las leyes biológicas, pero creo que las observaciones de Darwin me reconcilian, definitivamente, con las hormigas.

Friday, March 28, 2008

¿Y si...?

¿Y si dejáramos de cuchichear?

¿Y si paráramos de vociferar?

¿Y si cesáramos de hablar por hablar, de gritar por gritar?

¿Y si bajáramos el volumen?

¿Y si anuláramos la megafonía, los altavoces, los cascos, los auriculares?

¿Y si, por un tiempo, desconectáramos la tele, la radio, el mp3, el mp4, el iPod…?

¿Y si hiciéramos un hueco al silencio en nuestras vidas?

¿Y si nos permitiéramos oír la voz de dentro?

Thursday, March 27, 2008

Balas

Lo leo en la página del filósofo José Antonio Marina (www.joseantoniomarina.net), quien cita documentación de Intermon Oxfam: cada año se fabrican 16.000 millones de municiones, más de dos balas por cada habitante del planeta.

Así que, para calcular cuántas balas nos han sido destinadas desde que nacimos, habría que multiplicar nuestra edad por 2. Ése es el número de balas que corresponde a cada uno. En mi caso, resultan 90. Para matarme sobran 89 (sin contar con las demás armas disponibles, mucho más mortíferas). Lo que evidencia el colosal derroche.

O sea que, incluso desde el punto de vista económico, el mal lo hacemos mal. La irracionalidad la fabricamos irracionalmente.

Monday, March 24, 2008

Sedes

Nuestra sed de compañía. Nuestra sed de soledad.

Nuestra sed de acción. Nuestra sed de quietud.

Nuestra sed de ruido. Nuestra sed de silencio.

Nuestra sed de realidad. Nuestra sed de ensoñación.

Nuestra sed de leer lo que otros escribieron. Nuestra sed de que otros lean lo que escribimos.

Nuestra sed de amar. Nuestra sed de ser amados.

Nuestra sed de saber. Nuestra sed de misterio.

Nuestra sed de poseer. Nuestra sed de desear.

Nuestra sed de libertad. Nuestra sed de sumisión...

Nuestra sed, nuestras sedes. Nuestra avidez, nuestro entramado de avideces.

Las sequedades -cambiantes y contradictorias- que nos tejen. Los insaciables páramos. Las sequías y carencias de las que estamos hechos.

Thursday, March 13, 2008

Una fuerza irresistible

Un poema de Bukowski expresa muy bien la necesidad de crear:

Ya sabes, la familia, el trabajo,
siempre ha habido algo en mi camino
pero ahora he vendido mi casa,
he encontrado este sitio,
un estudio grande,
tienes que ver qué espacio y qué luz
por primera vez en mi vida voy a tener un sitio y tiempo para crear.

No, hijo, si vas a crear crearás aunque trabajes
16 horas diarias en una mina de carbón
o
crearás en un cuarto pequeño con tres niños
mientras no cobras nada más que el paro.

Crearás como parte de tu mente y de tu cuerpo destrozados
crearás ciego
mutilado
demente,
crearás con un gato subiéndote por la espalda
mientras la ciudad entera se estremece ante un terremoto,
un bombardeo,
una inundación, un incendio.

Hijo, aire y luz y tiempo y espacio
no tienen nada que ver con la creación
y no crean nada más que, quizá, una vida más larga
para encontrar nuevas excusas para no hacerlo.

Antonio Lobo Antunes, por su parte, considera que a la pregunta de por qué se escribe, cada uno puede dar quince o veinte respuestas verdaderas, aunque seguramente ninguna sincera, porque la realidad es que tú no sabes por qué. Es como si preguntas a un manzano por qué da manzanas. Tú desconoces la razón profunda por la que escribes. Lo que sabes es que la escritura es una necesidad.

Son muchas las personas que sienten (sentimos) la pulsión de escribir. No necesariamente de publicar, pero sí de escribir.

La irrupción de Internet y los blogs ha propiciado que muchos de los textos y poemas que antes permanecían en el fondo de un cajón, ahora puedan ser leídos en la pantalla de un ordenador conectado a la red.

A veces visito, al azar, algunos blogs y encuentro en ellos textos más intensos y emotivos que los de muchos autores consagrados. Textos en que sus autores expresan sus sentimientos, vuelcan su corazón. Palabras de gente que necesita escribir; palabras que, de otro modo, habrían quedado ocultas e inaccesibles.

Si es cierto que la vida es un combate contra la depresión en el que cada uno se defiende como puede -con el trabajo, con el amor, con los amigos…-, en esa pugna muchas personas necesitan (necesitamos) combatir el abatimiento escribiendo palabras.

Así que creemos. Escribamos… aunque sea en una mina de carbón, en un cuarto pequeño con tres niños o en medio de un terremoto.

Escribamos porque sí: por la misma y desconocida razón que lleva a los manzanos a dar manzanas.

Thursday, March 06, 2008

Dioses y demonios

Puede que la ética sea un instinto.

Al igual que los demás instintos (sexual, maternal, de supervivencia…), la ética puede haber sido una tendencia favorecida por la selección natural, en la medida en que sirve a la conservación de la especie.

Los grupos homínidos en que no hubiera cierta ética (cierto respeto elemental a los demás, cierta cooperación básica entre sus miembros) estaban abocados a extinguirse, ya fuera por autodestrucción o bien por su mayor vulnerabilidad frente a ataques externos; prevaleciendo en cambio aquellos grupos en que la solidaridad y el respeto sí estaban presentes.

De ahí puede provenir el impulso que nos mueve a no causar daño a los demás. De ahí también, posiblemente, el altruismo y la empatía (el ponernos en lugar del otro).

Esto puede ser la raíz de la ética humana y el arranque de la moral y de la conciencia: la interiorización de un instinto para la conservación de la especie.

He aquí, tal vez, el origen del bien y del mal. El bien sería actuar conforme a ese instinto. Y el mal sería llevarle la contraria. Ante el mal, el instinto ético protesta: eso sería el remordimiento.

Aun cuando los elementos esenciales de la ética puedan explicarse así, creo que la idea del bien no resulta desacreditada por el hecho de descubrir sus raíces biológicas. El concepto del bien, aunque obedezca a patrones utilitarios y evolutivos en la conformación de nuestro psiquismo, es la base que ha permitido la pervivencia de la Humanidad al preservarnos de la autodestrucción.

Puede que el bien no posea un sustento universal o metafísico, sino instintivo y biológico. Pero en todo caso es un presupuesto medular de nuestra existencia como humanos.

Y esto último constituye, bajo mi punto de vista, un soporte suficiente para asentar su valor.

Tuesday, March 04, 2008

Cada palabra

Delante de ti hay una montaña de gran tamaño. Puedes decir que es muy grande, o que es inmensa, o que es enorme

La comida que pruebas sabe bien. Puedes decir qué comida tan sabrosa, o tan buena, o tan rica

Te encuentras animado. Puedes decir estoy feliz, o estoy alegre, o estoy contento, o…

Cada palabra que pronunciamos es una opción, una elección entre varias. En un momento dado elegimos decir estoy cansado y descartamos decir qué fatiga o no puedo más

Y así continuamente: en cada circunstancia, en cada frase que al descuido pronunciamos, en todo lo que cotidianamente decimos.

Cuando estamos hablando, ¿escogemos -segundo a segundo- cada palabra que usamos, o más bien son las palabras quienes se eligen a sí mismas?

Monday, March 03, 2008

Inhibición

El escritor Antonio Lobo Antunes participó como soldado del ejército portugués en la guerra de Angola. Su experiencia sale a relucir en varias de sus novelas. En un libro de conversaciones con el escritor, éste explica que "me acuerdo de partidos de fútbol en los que el balón eran cabezas humanas... Y con toda naturalidad se sustituían: -Este balón ya no sirve, otra cabeza".

Así que, durante aquella guerra, unos hombres jugaban al fútbol con las cabezas de otros hombres.

¿Alguien se explica que, al contemplar esa escena, el Árbitro no pitase el final del partido?

¿O será que no había -que no hay- ningún Árbitro?