Wednesday, April 29, 2009

Alfarero

El desierto ha modelado camellos, dromedarios, alacranes, lagartos, cactus…

Pacientemente los ha delineado para resistir la sequedad. Ha trazado jorobas para almacenar agua, ha conformado espinas para que otros no los coman…

El desierto los ha ido tallando, esculpiendo, perfilando, dándoles forma.

Todos ellos –camellos, dromedarios, alacranes, lagartos, cactus…- son su obra. Son los frutos vivos del desierto.

Como los trópicos, las montañas escarpadas o los casquetes polares, el desierto es un magnífico alfarero.

Monday, April 27, 2009

El tipejo del espejo

¿Puede uno quererse a sí mismo? ¿Puede uno odiarse a sí mismo? ¿Puede uno admirarse a sí mismo?, ¿despreciarse a sí mismo?, ¿aplaudirse a sí mismo?, ¿abroncarse a sí mismo?, ¿temerse a sí mismo?, ¿experimentar asco, o piedad, o perdón de sí mismo?...

¿Tú que opinas? Yo tengo la impresión de que sí se puede.

Thursday, April 23, 2009

Lo nunca visto

Nadie ha visto todo. Nadie ha sentido todo. Nadie conoce todo.

Todo (o el todo) nos es invisible, imperceptible, incognoscible.

Aunque nuestros ojos, nuestros sentidos y nuestro cerebro pudieran abarcarlo, todo no cabría en ellos.

Así que de él -del todo- no sabemos nada.

Todo es un extraño, un extranjero. Todo es un tipo muy raro. Todo es un perfecto desconocido.

Saturday, April 18, 2009

Los (mis) diez mandamientos del buen leer

1. Leerás sólo lo que te guste, lo que te atrape, lo que te cautive.

2. No leerás lo que no te guste, lo que no te atrape, lo que no te cautive.

3. Si en las primeras diez páginas no te gusta, no te atrapa, no te cautiva…, lo cerrarás y le dirás adiós sin miramientos.

4. Nunca, nunca, nunca leerás nada por obligación. (Leer sin placer no es leer, sino mortificarse.)

5. Si no te respeta –si inserta digresiones sólo para mostrar su erudición, o palabras extranjeras que no traduce, etc-, dejarás de leerlo y lo echarás a reciclar.

6. Aunque parezca un buen libro, si no es “bueno para ti”, cesarás de leerlo inmediatamente.

7. Aun cuando el prestigioso crítico Fulánez lo haya puesto por las nubes, si no te gusta no te gusta, y no lo leerás.

8. Aun cuando el no menos prestigioso crítico Mengánez lo haya puesto a caer de un burro, si te gusta te gusta, y deberás leerlo.

9. No te preguntarás por qué te gusta. No te preguntarás por qué no te gusta. Ni tú ni nadie elige sus gustos.

10. Si te apetece releerlo (o re-releerlo) lo releerás (o lo re-releerás), pues raramente pasa y hay que festejarlo. Y que sigan los demás aguardando su turno.

(Estos mandamientos se encierran en dos: Leerás sólo lo que te apetezca, y te abstendrás de leer lo que no te apetezca.)

Tú sí que sabes

Las máquinas ya nos superan en memoria (almacenan más datos que nuestros cerebros), en rapidez (operan y calculan más deprisa que nosotros), en precisión (miden mejor que nosotros el tiempo, la temperatura, las magnitudes físicas), en habilidad (juegan al ajedrez mejor que nosotros)... Hace mucho que es así, pero con el desarrollo de la informática las distancias se han agrandado. ¿Cuándo empezarán las máquinas a rebasarnos en entendimiento y en raciocinio? ¿Cuándo empezarán a captar lo que no captamos? ¿Cuándo empezarán a percibir lo que no percibimos? ¿Cuándo empezarán a entender lo que nuestros cerebros no comprenden?

Thursday, April 16, 2009

Full time

No sólo somos sensitivos, sino que a lo largo de nuestra vida no podemos dejar de serlo. Podemos cesar de correr, podemos parar de hablar, podemos dejar de escribir… pero (salvo parcialmente durante el sueño) no podemos parar de sentir ni de sentirnos.

De por vida tenemos que sentir. Sentir forzosa y permanentemente.

Somos sensitivos a tiempo completo. Somos sensitivos por obligación, por mandato incesante e ineludible. Somos vitaliciamente sensitivos.

Diseño de estructuras

Los nidos, con sus ramas entrelazadas y mezcladas con barro, con hojas, con saliva…

Los hormigueros, con sus galerías subterráneas, sus habitáculos, sus pisos, sus entradas principal y accesorias…

Las presas que en los ríos confeccionan los castores con barro, piedras y el tronco o las ramas de árboles que previamente han derribado.

Las colmenas, con sus cámaras, sus panales de cera, sus celdillas perfectamente hexagonales…

Arquitectura animal. Estructuras construidas por pájaros, hormigas, castores, abejas… sin planos, sin proyecto, sin instrucciones, sin dirección de obra.

Grandes diseños de constructores que diseñan sin diseñar.

Tuesday, April 07, 2009

Lo fatal

El único límite de la vida, la única limitación al número de seres vivos que puede albergar la Tierra, viene dada por la cantidad de recursos nutritivos de que dispone.

Dado que la vida presenta una tendencia ilimitada a reproducirse pero los recursos alimenticios son limitados, los seres vivos están abocados a una constante lucha entre sí.

Cabe pensar por ello que, de haber vida en otros planetas, este mismo esquema de lucha y depredación también se producirá.

Como quiera que sean (si los hay) los seres vivos que pueblen otros planetas, es probable que también estén obligados a luchar entre sí.

¿Puede decirse, entonces, que la lucha entre especies y entre individuos no es un rasgo específico de la vida en la Tierra, sino de la vida en general? De ser así, nuestra esperanza de encontrar algo mejor ahí fuera se reduciría considerablemente. Qué pena.

Friday, April 03, 2009

Pequeño país

A veces quiero alegrarme y no me alegro. Quiero entristecerme y no me entristezco. Quiero creer algo y no lo creo. Quiero que algo me guste y no me gusta. Quiero detestar algo y no lo detesto. Quiero olvidar algo y no lo olvido…

¿Y por qué habrían de obedecer mis emociones, y mis gustos, y mi fe, y mi memoria… a mi voluntad?

¿Quién es esa señora, la voluntad, para creerse tan importante? ¿Quién cree que es para mandar en todo el mundo?

¿Acaso la obedecen el corazón, los riñones, la vesícula, el páncreas…? No, ellos van por su lado (como si adoptaran sus propias decisiones) y mi voluntad por el suyo.

Fuera de mis actos, la voluntad no tiene soberanía. Sólo mis actos (y ni siquiera todos) obedecen sus órdenes.

El reino de mi voluntad es parecido a Liechtenstein o Andorra: una nación pequeña, un estado diminuto.