Thursday, January 31, 2008

Híbridos

Agridulce.

Claroscuro.

Altibajo.

Vaivén.

Tragicómico.

Duermevela...

Antónimos abrazados en la misma palabra -igual que esos contrastes que albergamos dentro-. Contrarios que no se contrarían. Opuestos que no se oponen, que se atraen como polos eléctricos.

Contra(di)cción es contracción. O, como decía Machado: contrario suele ser complementario.

No sé quiénes inventaron esas voces híbridas, pero seguro que al hacerlo se miraron a sí mismos.

Wednesday, January 30, 2008

Sostenerla o enmendarla

Ni el soy ni el seré son rehenes del fui. Así que permitámonos cambiar. De ideas, de criterios, de valores, de fines… Con el único filtro, quizás, de poner por escrito por qué cambiamos: qué nos ha llevado a mudar de opinión. Primero lo escribiremos (para nosotros, no para los demás), luego lo leeremos y por último, si nos convence, consumaremos el cambio. “-A partir de ahora pienso así”.

Pagado ese pequeño tributo a aquello en lo que creímos, permitámonos cambiar sin miedo.

Memorias de África

Un médico español viaja periódicamente a países africanos (Mozambique, Malawi, Etiopía, Tanzania…), donde pasa temporadas asistiendo, con su experiencia clínica, a los enfermos de aquellos lugares. Al final del día escribe, en unos cuadernos (y con el corazón), sus vivencias. Esos cuadernos, ahora publicados en forma de libro, recogen historias de enorme crudeza, realidades que desearíamos que no existiesen. Pero existen.

Como ésta:

Tenía un año apenas y yacía delante de mí. Hacía tan sólo unas horas, justo antes de que viniera a buscarme el enfermero, había ingresado. Se llamaba Elsa. Elsa Mkwoyani, y yo la había visto convulsionar hacía poco, con los ojitos desquiciados, mirando más allá de las estrellas; en plena pelea, luchando, jadeando y en silencio, mientras su madre agarraba el brazo del suero en mitad de las convulsiones. Malaria cerebral. Llegó hoy. Cinco días febril. Medicina tradicional. Ningún resultado.

Elsa respira a bocanadas breves y muy rápidas. Elsa mira hacia la nada. Elsa inunda sus mejillas con espumarajos de algodón. Elsa se cansó. Reventó su cerebro infantil devorado por la malaria… Cuando llegué, aún estaba caliente… aunque ella ya se había marchado. Elsa ya no estaba. Hacía muy poco que se había ido, cruzando el firmamento. Tenía la piel templada aún por la fiebre y comenzaban a saltar los piojos del cabello, correteando por la camilla. Ellos ya habían adivinado que se terminaba la vida…

Leo: el coste de una mosquitera impregnada con piretrinas es de 10 dólares, y el mantenimiento anual de las piretrinas para impregnarla entre 0,5 y 1 dólar. Si se utilizaran en los lugares donde la malaria campa a sus anchas, se salvaría la vida de uno de cada cuatro niños que mueren por culpa del mosquito. Esto supone menos gasto que una hora de aparcamiento de París, Londres o Nueva York.

Entonces lloro. Lloro como un niño asustado. Lloro de rabia, de impotencia, de culpa, mientras vuelvo a iluminar con mi linterna las pupilas de Elsa, por si por un milagro aún no escrito hubiera en ellas alguna reacción. Lloro asustado y culpable mientras los ojos cristalinos de Elsa, negros como esta noche africana huérfana de estrellas, se tornan lacios y hueros…

La imagen del día, de la noche, la imagen de la vida es el rostro ausente y sin luz de Elsa. Sus manos a medio cerrar, su apenas un año arrancado de cuajo en el silencio, todas sus sonrisas y sus lágrimas aún por hacer, su piel de ébano tibio y marchito como una acacia abrasada. Y sobre todo el brillo exangüe de sus ojos azabaches, que se me han clavado en la frente como dos disparos de rabia, creo que para siempre.

El libro se llama Piel de azabache y quien narra sus vivencias es Francisco J. Panadero. Los beneficios obtenidos con su venta se destinan a ONGs de ayuda al desarrollo en África. El libro puede encargarse en www.publicacionesacuman.unlugar.com

Obviamente yo no soy nadie para pedirte que lo compres. Pero, aun así, te lo pido.

Tuesday, January 29, 2008

Borra eso

Irreversibilidad de los pasos. Actos sin marcha atrás, sin tecla supr para cancelarlos ni botón rewind para rebobinar.

Puedes quemar algo, pero no desquemarlo.

Puedes freír un huevo, pero no desfreírlo.

Puedes cortar a un pájaro sus alas, pero no -después- unírselas.

Puedes difamar a alguien, pero no desdifamarle.

Puedes herir a otro, pero no desherirle. Matarle, pero no devolverle a la vida.

Irreparabilidad de tus hechos. Puedes (a veces) enmendarlos, pero no deshacerlos. Puedes tacharlos y encima escribir perdón, lo siento…, pero no puedes suprimirlos con goma de borrar.

Monday, January 28, 2008

Cómo lo ves

Cuando subimos por una superficie inclinada, es una rampa. Cuando bajamos, es una pendiente.

Un ángulo formado por dos paredes, visto desde dentro, es un rincón. Visto desde fuera, es una esquina.

Los mismos animales que cuando están en el mar o en el río son peces, en la tienda y en la mesa son pescado.

Más puntos de vista:

Si lo que varios gritan nos agrada, esas personas dan gritos. Si nos molesta, entonces profieren gritos.

Si una creencia se mira con respeto, es una religión. Si se mira sin respeto, es una superstición. En el primer caso sus seguidores forman una confesión religiosa. En el segundo caso forman una secta.

Matar a una persona en tiempo de paz es un homicidio o un asesinato. Durante una guerra es un deber patriótico.

Ocupar por la fuerza un terreno ajeno se llama usurpación. Ocupar por la fuerza un país o un continente se llama conquista.

Cuestión de perspectiva, de ángulo de enfoque; de cómo contemplar ( no con los ojos, sino con la intención) las mismas cosas.

Saturday, January 26, 2008

Gente importante

He oído (y supongo que será verdad) que, de todas las especies que pueblan el planeta, sólo una depende absolutamente del ser humano para subsistir.

Esa especie es el piojo. Aunque tampoco todos los piojos: sólo la variedad que parasita al hombre.

Al parecer, esta clase de piojo solamente puede alimentarse de sangre humana. Evolucionó con nosotros y por eso no le sirve la sangre de ningún otro animal.

Así que, si de pronto un día todos los humanos nos extinguiéramos, la única especie que automáticamente desaparecería sería ésta. El piojo y nadie más.

Ninguna otra especie nos necesita. Ningún otro ser nos echaría en falta.

Tan importantes somos.

Friday, January 25, 2008

Desconsciencia

Me inertizaré. Se reordenarán las moléculas. Mi carbono, mi hidrógeno, mi oxígeno, mi sodio... pasarán a estar de otra manera. Ya no componiéndome, ya no en este cuerpo, ya no míos. Pero seguirán. Ellos por su lado y yo por ninguno.

Thursday, January 24, 2008

Bajas

Hay otros eufemismos, pero tal vez ninguno tan cínico como éste.

Seguramente se usó antes, pero (quizás por la edad que tengo) empecé a oírlo con motivo de las intervenciones militares en Kuwait, Irak y Afganistán.

Me refiero al término bajas para referirse a soldados muertos en combate (especialmente a los del ejército propio).

Baja en vez de hombre o mujer muertos. Baja en vez de cadáver. Baja en vez de ataúd…

En el fondo no creo que nadie se llame a engaño. No creo que nadie se deje estafar por la fonética (igual que si alguien dice “voy al baño” todos sabemos a qué va). No creo en el poder de las palabras para cambiar (ni siquiera amortiguar) la realidad que designan. Esas máscaras léxicas son casi de cristal.

Pero quienes emplean el término bajas para aludir a muertos de guerra están demostrando que, si pudieran ocultárnoslos, si pudieran mentirnos… lo harían.

Wednesday, January 23, 2008

Fracción

Cada yo, cada tú, cada él somos (aproximadamente) 1/7.000.000.000 de humanidad. Una porción ínfima. El cociente resulta 0,00000000014. Según esto, individualmente somos -desde un punto de vista estadístico- desechables, marginales, prescindibles. Evitemos el término despreciables. Despreciable es más bien ese modo estadístico de ver a cada uno.

Tuesday, January 22, 2008

Qué dolor

Nadie estuvo nunca dentro de un animal para saber lo que siente, así que no conocemos a ciencia cierta cómo experimentan dolor los animales.

Querría que alguien me aclarara, sobre bases científicas, si todos los animales sienten dolor.

He oído que los insectos y otros invertebrados no experimentan dolor debido al escaso desarrollo de su sistema nervioso. También se dice que la percepción del dolor en peces y reptiles, en el supuesto de que exista, no sería comparable a la nuestra. No sé si todo esto es riguroso.

Pero de los animales más complejos (aves y, sobre todo, mamíferos), con un sistema neurológico desarrollado, no cabe dudar de que sienten dolor.

A los caballos se los espolea para forzarles a galopar, a las vacas se las rodea de vallas electrificadas para que no las salten por temor a la descarga, etc. O sea, que sienten dolor. Los amos de un perro o de un gato saben bien que el animal emite una especie de chillido cuando se le pisa por descuido. Con buen criterio, estas personas generalmente optan por sacrificar al animal para evitarle dolor cuando su muerte es ya inevitable.

O sea, que no es dudoso que los animales, o al menos buena parte de ellos, experimentan dolor.

Los defensores de la lidia arguyen interesadamente que los toros bravos no sufren dolor, pero saben bien que tal afirmación carece de consistencia. El dolor físico tiene unas bases neurofisiológicas que no dependen de la inteligencia, sino de la transmisión y recepción de impulsos por las fibras nerviosas.

Siendo así, no existe diferencia sustancial entre el dolor animal y el dolor humano.

Constituye una exigencia ética de nuestro desarrollo intelectivo el rechazo de todo dolor gratuito. El dolor sólo está legitimado para evitar otro dolor mayor. De otro modo, causar dolor es obsceno.

Si los humanos disponemos de medios para evitar el sufrimiento incluso en la crianza y sacrificio de animales para alimentación, debemos aplicar tales métodos.

Lo contrario es una actitud irresponsable, contraria a nuestra estatura moral como especie. Y por encima de eso no debería prevalecer ninguna consideración estética, ni festiva, ni de ningún otro tipo.

Este planteamiento puede ser burdamente criticado. Se nos dirá que en tal caso no deberíamos eliminar a los mosquitos, las plagas de langosta, los piojos, etc. Pero es una argucia tramposa: no se trata de excluir la eliminación de animales dañinos para el hombre, sino de hacerlo sin producirles dolor innecesario.

La no causación de dolor es el primer deber de la inteligencia. Justificar a quien causa dolor pudiendo no causarlo, es legitimar el ensañamiento.

Monday, January 21, 2008

Del mismo material

Si la bioquímica del amor, la bioquímica del odio, la bioquímica del egoísmo, la bioquímica de la piedad son, desde el punto de vista material, una misma bioquímica; si todos ellos se generan y accionan mediante idénticos procesos neuronales... entonces, ¿en qué se diferencian, cerebralmente, unos y otros?

Saturday, January 19, 2008

Huéspedes

Cuando yo tenía 12 años sabía hacer raíces cuadradas. Ahora no sé.

Cuando tenía 14 años sabía hallar fórmulas químicas. Ahora no sé.

Cuando tenía 16 años conocía las cinco declinaciones latinas. Ahora no las sé.

El cerebro las borró, las difuminó. Tuvo que dejar sitio a otros huéspedes. No había espacio para todos los inquilinos.

A la mayoría de los adultos nos suspenderían en un examen de primaria. Nos excusaríamos: "Esto una vez lo supimos, pero ya no lo sabemos. Lo hemos olvidado".

¿Sé más ahora que cuando tenía 12 ó 14 años? No, tal vez incluso sepa menos. Lo único claro es que sé cosas distintas.

Friday, January 18, 2008

Franco

Franco, según el diccionario, es "liberal, dadivoso, bizarro y elegante".

Franqueza significa "liberalidad, generosidad, sinceridad, lisura, abertura de corazón, ingenuidad".

Francamente quiere decir "con franqueza y sinceridad".

Quizá sean las palabras más bonitas del idioma. Pero Franco es también un apellido en nuestra historia, y de ahí que actualmente se asocie a dictadura, a sesgo, a ocultación... O sea, a lo contrario de lo que significa.

Seguramente por eso apenas empleamos la palabra franco. El concepto sigue ahí, en el diccionario de la Academia, pero la palabra nos la han ensuciado.

¿Cuándo perderá su actual resonancia, su connotación? ¿Cuándo la palabra volverá a ser lo que era?

Thursday, January 17, 2008

A quién creer

Una reciente sentencia del Tribunal Constitucional español ha declarado que no es delictivo negar la realidad histórica de los campos de concentración nazis. El tribunal viene a decir que una manifestación de este tipo está amparada por la libertad de expresión, por el derecho a exponer libremente opiniones; y sólo puede criminalizarse si se hace con un fin denigrante o de apología del racismo.

A fin de cuentas, a nadie debe encarcelarse por el simple hecho de sostener disparates históricos. Afirmar que las pirámides de Egipto fueron erigidas por extraterrestres o que Alejandro Magno descubrió América, son aberraciones intelectuales, pero no actos sancionables por el Código Penal.

Lo anterior no es muy distinto de lo que ocurre actualmente con la llamada “novela histórica”: narraciones en que se mezclan, sin distinción alguna, hechos históricos contrastados y suposiciones fantasiosas carentes de rigor.

Tampoco puede criminalizarse a quienes, en contra de criterios científicos generalmente aceptados, niegan la realidad de la evolución y la selección natural de las especies. En la actualidad hay varios grupos “creacionistas” (no sólo en los Estados Unidos) que por motivos religiosos defienden tesis contrarias a las expuestas por Darwin y comúnmente admitidas por la moderna biología.

Parece ser, por otro lado, que algunos científicos falsean o exageran el resultado de sus experimentos para así obtener apoyo económico (público o privado) a sus investigaciones, haciendo creer a los financiadores que sus proyectos progresan exitosamente.

El problema de todo esto es cómo conocer la verdad histórica, la verdad científica, la verdad que nos rodea…Cómo distinguir las afirmaciones honestas y veraces de aquéllas que no lo son.

Aunque la verdad pueda ser dura, difícil de aceptar o incluso aburrida, lo que está claro es que resulta necesaria.

Y si quienes defienden posturas inveraces (por motivos económicos, de creencias, etc) son intelectuales investidos de un título académico, ¿cómo entonces saber que lo que afirman no es real?

Se supone que la mayoría de los investigadores actúan con honestidad intelectual, pero nadie puede estar seguro de que siempre sea así. ¿Qué pasará si un día son mayoritarios los que deforman la realidad?

Tal vez haya que acabar creando “comisiones de la verdad”, grupos de trabajo integrados por estudiosos que, exentos de intereses personales y de prejuicios religiosos e ideológicos, indaguen y difundan imparcialmente la verdad.

Esto podría ser una solución. Pero ¿existen personas absolutamente limpias de intereses y prejuicios? Y si las hay, ¿cómo seleccionarlas?

Wednesday, January 16, 2008

¿Y luego qué?

Una vez leí un antiguo relato chino, que dice así:

Un hombre se creía más inteligente que nadie. Un día, viendo que uno de sus vecinos pescaba con su caña en un estanque y que no había cogido muchos peces, se burló de lo torpe que era.

-Hombre, no cunde mucho esa manera de pescar. Voy a enseñarte otro método mejor.

Y empezó a evacuar las aguas del estanque
…”.

Lo que estamos haciendo con el planeta, con sus recursos naturales, con su temperatura y su clima (la única temperatura y el único clima -que sepamos- compatibles con la vida) se parece mucho a eso.

Tuesday, January 15, 2008

Guerra y paz

El escritor francés André Malraux estuvo en España durante la Guerra Civil de 1936-9. Se alistó, como otros intelectuales europeos, en las Brigadas Internacionales y organizó una escuadrilla aérea para colaborar en la defensa de la República.

Malraux recopiló sus experiencias de aquella guerra en un libro titulado L´ Espoir (La Esperanza).

Entre los hechos que narra está lo ocurrido cuando, para preparar una operación de guerra, pidió a unos hombres (colaboradores improvisados) que le llevaran un camión cargado de granadas. Se refería lógicamente a granadas de mano, pero aquellos hombres (en su mayoría campesinos) entendieron que aludía a frutos del granado, y le proporcionaron un cargamento de granadas comestibles. En vez de granadas de guerra, le llevaron granadas de paz.

Malraux añade que finalmente hubieron de improvisar unas “granadas” artesanales, que confeccionaron metiendo pólvora dentro de cencerros metálicos (de ésos que se cuelgan a las vacas).

La lectura de estas vivencias refleja la gran distorsión que aquel enfrentamiento debió de causar en la vida de muchos hombres y mujeres, por si no tuvieran ya bastante con afrontar su pobreza y su ignorancia. En el caso de aquellos campesinos, a la habitual adversidad natural (el pedrisco, las sequías, las heladas…) se añadió la adversidad artificial que toda guerra implica.

Monday, January 14, 2008

Microhistoria

¿Para cuándo una microhistoria de la humanidad? Una historia de los que sostienen el mundo. Una historia de los hombres anónimos. Que no hable de estirpes ni de hazañas ni de imperios. Que nos muestre cómo vivía un esclavo del Egipto faraónico; cómo vivía un siervo en la Edad Media; cómo vivía un obrero de la Europa industrial; cómo viven hoy un operador de telemárketing, un repartidor, un inmigrante...

¿Para cuándo una microhistoria que nos permita comparar; que nos revele si la gente de abajo ha avanzado (o retrocedido), y cuánto?

Sunday, January 13, 2008

Ha pasado un Ángel

Se ha ido Ángel González. Escribía para mí, estaba a mi servicio como un empleado fiel al que hubiera contratado. Yo leía sus poemas, incluso me aprendía de memoria algunos a fuerza de releerlos. Y seguiré haciéndolo. Es lo que tiene la poesía: que se lee y no se gasta. No era yo, desde luego, el único beneficiario de su labor, pero lo fui (y lo seré tras su marcha). Qué curioso que haya personas, como Ángel González, trabajando para mí sin yo pagarles nada: ni en metálico ni en especie. (Bien pensado, el mundo está lleno de gente así: servidores a quienes no pagamos y ni siquiera conocemos.) Como soy un gorrón pero intento no ser desagradecido, digo al menos gracias, Ángel.

Friday, January 11, 2008

Despeñaperros

De pequeño, cuando el coche de mi padre atravesaba el paso de Despeñaperros (en el límite entre Andalucía y La Mancha), yo miraba los barrancos y desfiladeros y, sugestionado por el nombre del lugar, veía perros imaginarios despeñándose por esas estribaciones escarpadas, incapaces de trepar por sus pendientes.

Años después, he sabido que el nombre de Despeñaperros no procede de ningún animal. Que los perros a que alude eran la denominación despreciativa que se daba a los musulmanes (perros infieles), y la acción de despeñar equivalía a arrojar los cuerpos de los vencidos en la batalla allí librada en 1212 (batalla de las Navas de Tolosa).

(No se trata de arremeter contra uno de los bandos de aquella contienda. Probablemente si los vencedores hubieran sido los musulmanes, los despeñados habrían sido los otros.)

Algo parecido ocurre con el paraje de Cuelgamuros, en la sierra de Guadarrama. Su denominación originaria era Cuelgamoros (no hace falta decir por qué) y, cuando tras la Guerra Civil de 1936-9 se edificó allí el Valle de los Caídos, se cambió el originario nombre medieval para no molestar a los norteafricanos que lucharon en el bando franquista.

En contraste con la belleza natural de esas montañas, sus nombres recuerdan que (desgraciadamente y como el resto de la Tierra) un día fueron sede de crueldad y discordia.

Thursday, January 10, 2008

No me esperes en el cielo

Lo cuenta Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, compendio de desmanes cometidos durante la conquista y cristianización de América. Lo que narra ocurrió en el año 1511. Lo transcribo (con la sola licencia de poner algunas palabras en castellano moderno):

“Un cacique y señor muy principal, que por nombre tenía Hatuey, que se había pasado de la isla Española a Cuba con mucha gente por huir de las calamidades e inhumanas obras de los cristianos, y estando en aquella isla de Cuba, y dándole noticias ciertos indios de que pasaban a ella los cristianos, juntó mucha de toda su gente y les dijo: “Ya sabéis como se dice que los cristianos pasan acá, y tenéis experiencia de lo que ha pasado a los señores fulano y fulano y fulano; y aquellas gentes de Haití (que es la Española) lo mismo vienen a hacer acá. ¿Sabéis quizá por qué lo hacen?” Dijeron: “No; sino porque son por naturaleza crueles y malos”. Dice él: “No lo hacen sólo por eso, sino porque tienen un dios a quien ellos adoran y quieren mucho y por hacerlo de nosotros para adorarlo, nos tratan de sojuzgar y nos matan”…

Este cacique y señor anduvo siempre huyendo de los cristianos desde que llegaron a aquella isla de Cuba, como quien los conocía, y se defendía cuando se los topaba, y al fin lo prendieron. Y sólo porque huía de gente tan inicua y cruel y se defendía de quien lo quería matar y oprimir hasta la muerte a él y toda su gente y generación, lo hubieron de quemar vivo. Atado a un palo le decía un religioso de San Francisco, santo varón que allí estaba, algunas cosas de Dios y de nuestra fe (el cual nunca las había jamás oído), lo que podía bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban, y que si quería creer aquello que le decía iría al cielo, donde había gloria y eterno descanso, y si no, que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. Él, pensando un poco, preguntó al religioso si iban cristianos al cielo. El religioso le respondió que sí, pero que iban los que eran buenos. Dijo luego el cacique, sin más pensar, que no quería él ir allá, sino al infierno, por no estar donde estuviesen y por no ver tan cruel gente…”.

En verdad la narración conmueve, aunque la respuesta del indígena, deseando ir al infierno (y no al cielo) con tal de no encontrarse con cristianos, nos provoque cierta sonrisa cómplice.

El empleo de las religiones como coartada al servicio de las mayores iniquidades parece una constante en la historia de la humanidad. Y también lo es, por desgracia, el consentimiento (o al menos inhibición) de los ministros religiosos a propósito de esa instrumentalización de la fe.

La conquista de América y el sometimiento de sus aborígenes, realizado en nombre de la evangelización, no encontró reparo formal ni condena activa por parte de las autoridades eclesiásticas.

Es verdad que no todos fueron iguales: que, en medio de la masacre y el expolio, hubo algunos hombres justos. Fue el caso de Bartolomé de las Casas. Pero, como de ordinario, también en el ámbito en que se desenvolvía De las Casas las personas dignas y decentes fueron las menos.

Wednesday, January 09, 2008

Que empiece por art-

Crea. Crea arte, o artesanía, o artículos, o artificios, o artimañas, o artilugios, o artefactos... Crea para no reventar. Crea para no morir de aburrimiento. Crea para no petrificarte. Aunque nadie lea lo que has escrito, aunque nadie vea lo que has pintado, aunque nadie oiga lo que has compuesto... crea algo que empiece por art-. Crea.

Tuesday, January 08, 2008

No ser

Las piedras no oyen música. No leen ni escriben. Las piedras no recuerdan ni tampoco olvidan. Las piedras nunca gozan. Las piedras nunca sufren. Nunca odian. Nunca aman. Nunca ríen ni sonríen ni lloran ni sonlloran. No ser debe de ser como ser una piedra.

La noche de los tiempos

En occidente contamos el tiempo (aproximadamente) desde el nacimiento de Jesús. Antes se hacía desde la hipotética fundación de Roma. Otros cuentan los años desde la teórica creación del mundo, o desde la hégira (marcha de Mahoma de La Meca a Medina), o sencillamente desde que sus conocimientos astronómicos les permitieron llevar la cuenta. Y he oído que la mayoría de los sistemas informáticos datan el tiempo desde 1 de enero de 1970.

Obviamente son convencionalismos, porque ¿desde cuándo debería contarse el tiempo? ¿Desde que se formó la Tierra? ¿Desde que surgió la vida? ¿Desde que apareció el homo sapiens? ¿...?

Y, de hacerse así, ¿cómo fijar el momento exacto en que lo inerte dejó de ser inerte y pasó a estar vivo? ¿Cómo concretar el día preciso en que un primate dejó de ser simio y se hizo humano?

En buena lógica, el cómputo del tiempo debería comenzarse desde el inicio del... tiempo. Supuestamente ello coincidió con la irrupción del universo y del espacio: el llamado Big Bang.

El gran problema es que no sabemos, y es probable que no sepamos nunca, cuándo exactamente ocurrió aquello. O mejor dicho: desconocemos el tiempo transcurrido desde entonces, pero sí sabemos su fecha precisa. Fue el día cero del mes cero del año cero.

Verdadero o falso

El afán de penetrar en la mente ajena, de poder saber (al menos) si nuestro interlocutor dice la verdad o se aparta de ella, ha llevado al uso de diversas técnicas. Todas las modalidades de “suero de la verdad”, polígrafo, “detector de mentiras”, etc. se enmarcan en este propósito.

Sin embargo, ninguno de esos dispositivos ofrece una fiabilidad completa, y de ahí su rechazo como medio de prueba por los tribunales de justicia, que sin embargo no tienen reparos en aceptar otras técnicas (analíticas, de muestras de ADN...) científicamente avaladas.

Los avances de la neuroimagen (obtención de imágenes del cerebro por resonancia magnética neuronal) pueden permitir un avance en esta dirección. Al parecer, cuando una persona miente se activan dos zonas cerebrales: la que expresa la mentira y la que reprime la verdad. Y es significativamente más intenso el esfuerzo energético que la mente ha de hacer para reprimir la verdad que para exteriorizar la mentira.

Esto último no es raro. El cerebro humano tiene una propensión a la verdad labrada durante millones de años de evolución. A fin de cuentas, cuando tomamos un alimento lo hacemos porque es verdad (porque está realmente ahí), cuando huimos de una situación de peligro lo hacemos porque es real, etc. Nuestra mente está evolutivamente orientada a lo veraz.

De ahí, probablemente, el valor ético que asignamos a la verdad. No mentirás, manda el decálogo, y ni siquiera exceptúa los casos en que la verdad pueda ser dañina o ponernos en un aprieto.

Tal vez mediante estas técnicas de neuroimagen pueda llegarse a saber si un cerebro está reprimiendo la verdad, es decir, mintiendo.

Pero aún escaparán de compulsa los casos más intensos de tergiversación, aquéllos en que el primer mentido es el propio sujeto: los supuestos de autoengaño, alucinaciones, mentiras compulsivas, subjetivización de las vivencias, falsos recuerdos, creencias inducidas y en general cuando las deformaciones y errores se asumen como ingredientes de la verdad.

Friday, January 04, 2008

Bombas fétidas

Cuando yo era pequeño, uno de los artículos de broma que solíamos adquirir en tiendas navideñas eran las llamadas bombas fétidas. Se vendían con ocasión del día de los Inocentes y eran unas ampollas que, al arrojarlas al suelo, dejaban escapar un líquido con olor a huevos podridos.

Hace poco he leído que inicialmente las bombas fétidas se concibieron, no como artículo de broma, sino como verdaderas bombas para uso en tiempos de guerra:

Durante la Segunda Guerra Mundial las bombas de olor se distribuyeron a los rebeldes franceses, quienes debían acercarse con disimulo a los oficiales alemanes y vaciarles encima el preparado. El resultado esperado era convertir al enemigo en objeto de irrisión para minar su moral, ya que es difícil respetar a una autoridad que apesta a heces. La idea chocó con algunos problemas: su olor se imponía con la simple apertura del vial, impidiendo al portador acercarse a su objetivo, que huía despavorido. Además, el propio guerrillero quedaba tan impregnado con los vapores de su artefacto que él mismo acababa odiando su misión”.

La realidad de las guerras pone de relieve hasta qué punto es posible la mezcla de inteligencia y estupidez, su aleación dentro de un mismo cerebro. Se hace duro imaginar a los mejores científicos del mundo aplicados a diseñar bombas de racimo, bombas atómicas y… bombas fétidas.

En medio de este aquelarre de irracionalidad, no sorprende que irrumpan ideas tan disparatadas como las bombas de olor. Aunque, puestos a oler mal, lo más nauseabundo no son las bombas fétidas, sino nuestra irrefrenable propensión a la estupidez.

Caminito

Rutina. Según el diccionario, costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas. Palabra traída del francés, donde routine deriva de route: ruta. Por tanto, algo así como ruta pequeña, caminito. Vereda que primeramente hicimos y ahora nos hace a nosotros. (Algo parecido a lo que ocurre con el agua y el cauce: ¿quién manda en quién?, ¿no es ahora el agua presa del cauce que excavó?) ¡ Y ya es tan difícil salir del camino que trazamos, pretender siquiera alterar nuestra rut(in)a !