Wednesday, October 31, 2007

Yo también lo siento

De niño me preguntaba: “¿cómo saber si lo que yo veo azul ellos también lo ven azul? Ya sé que también lo llaman así, pero ¿cómo estar seguro de que el color al que ellos llaman azul es el mismo al que yo llamo azul?”. Fue al descubrir la lectura cuando me apacigüé en este sentido, al comprobar que quienes escriben sienten lo mismo que yo. Creo que siempre me emocionará constatarlo, especialmente cuando se trata de sentimientos que hasta ese momento creía inexpresables. No puedo olvidar la impresión que me produjo, cuando tenía doce años, leer en una revista un fragmento de poema. Decía así:

Recuerdo
qué poco amé
a quien me amó
y entonces
quisiera marcharme
donde desde siempre
nos esperan
abiertos
puertos sin naves
de regreso.

(Son unos versos de “Coplas a la muerte de mi tía Daniela”, de Vázquez Montalbán.)

En general, creo que ver reflejada nuestra propia emoción es una vivencia placentera. Y esto resulta también predicable de las emociones dolorosas. Aunque no nos gusta el dolor, sí nos gusta que alguien sea capaz de poner en palabras su propio dolor: eso que siente y se asemeja tanto a lo que nosotros, a veces, sentimos.

Tuesday, October 30, 2007

Peces

Felicidad era miraros coger peces con la red y echarlos en un cubo.

Entusiasmo era volver por la tarde a la playa y ver que los soltabais.

Sólo yo sobro aquí

Noviembre en el campo. Mosaico en ocre, pardo, castaño. No hay palabras para todos los marrones (o a lo mejor sí y yo no las conozco), para los amarillos, para la gama de verdes. Hojas que se disponen a ser suelo: tierra otra vez. Unas colgando aún de las ramas, otras ya caídas. Rumor del río. Suelo mojado, humedad que trepa cuerpo arriba. Sólo yo desentono. Sólo yo sobro aquí. Me alejo pronto para no estorbar.

Monday, October 29, 2007

Diosa Nación

El nacionalismo étnico no es propiamente una ideología. El nacionalismo étnico está más cerca de ser una religión. Una especie de religión identitaria. De ahí que no pueda explicarse racionalmente, sino sólo por motivos emocionales. De ahí que tenga dogmas. De ahí que la vida (propia-mártires- y ajena -de los infieles-) tenga un valor relativo frente a la Nación o la Patria, tal como sucede con la fe religiosa.

Instintos

Instintos. Impulsos, empujes innatos. Cosa de animales. Qué contraste entre los instintos irracionales y la Inteligencia Racional con mayúsculas. Y sin embargo, ¿quién copularía sin instinto sexual?; ¿quién tendría hijos, quién cuidaría de ellos sin instinto maternal?; ¿quién se defendería de los ataques en vez de dejarse morir, de no ser por el instinto de supervivencia?...

¿Acaso haríamos todo eso por motivos intelectuales: por la pura y fría racionalidad?

Sin instintos no amaríamos. Porque el amor viene del instinto: las paradas nupciales de los pájaros, la leona que lame a sus cachorros, el perro que mueve el rabo, el gato que ronronea…

Puede haber vida sin inteligencia (de hecho, casi todo lo vivo carece de inteligencia), pero no puede haber vida sin instintos.

Bang y a otra cosa

Leyendo en un periódico una entrevista con el músico Robert Wyatt (obligado a desplazarse de por vida en silla de ruedas, a causa de un accidente) me encontré con estas palabras:

No veo aquel accidente como algo negativo. Fue un nuevo comienzo. Dado que mi vida es mucho mejor después de aquello, no lo considero una tragedia. Fue sólo un cambio. Y en mi caso, a pesar de las obvias dificultades soy una persona más feliz. La gente que no se ha roto nunca la espalda piensa: vivir así debe ser horrible. Pero es algo que pasa. Bang y a otra cosa. Es parecido a un animal salvaje cuando está en la jungla. Llega un helicóptero, lo atrapa con una red y al rato está en una reserva en Tanzania. Y piensa: ¿dónde están los demás miembros de mi manada, dónde están los árboles en que me subía?... y al final se da cuenta de que está en un sitio mejor y más seguro. En términos religiosos, yo diría que aquel accidente fue un don”.

Y en cuanto lo leí, lo apunté. “Bang y a otra cosa”. Para tenerlo en cuenta, por si alguna vez yo también me rompo la espalda.

Friday, October 26, 2007

Fragmento

Los animales que necesitan ver el movimiento (por ejemplo, para cazar) dejan prácticamente de percibir los objetos estáticos, para así detectar mejor las cosas que se mueven. Lo que no interesa a la supervivencia no se percibe.

Los ojos humanos no captan los seres microscópicos. Si pudiéramos ver las bacterias o los ácaros del polvo, entonces las cosas que más necesarias nos resultan para vivir no cabrían en nuestra mirada.

Algo similar debe de ocurrir con el oído. Cada especie percibe la banda acústica que interesa a su supervivencia. Oír más sonidos de los necesarios (ultrasonidos) resultaría perturbador.

Los sentidos no están al servicio del conocimiento, sino de la supervivencia. Nuestra realidad es sólo la parte útil de lo real.

Me pregunto qué porcentaje de realidad hemos renunciado -ha renunciado nuestra mente- a percibir, a cambio de captar mejor la parte que nos interesa.

Me pregunto cuántas cosas existen y ni siquiera intuimos que puedan intuirse.

Thursday, October 25, 2007

Estirados

Antes decíamos ver. Ahora decimos visionar.

Antes oír. Ahora audicionar.

Antes poner. Ahora posicionar.

Antes abrir. Ahora aperturar.

Antes razonar. Ahora racionalizar.

Antes pedir. Ahora peticionar.

Antes recibir. Ahora recepcionar...

¿Por qué, para qué hacemos esto?

Se ve que somos estirados, o sea, engreídos; y ello nos lleva a estirar (a estiracionar) las palabras.

Wednesday, October 24, 2007

Virtual

Realidad virtual. Del latín virtus, fuerza; aunque con una acepción nueva.

Pero ya mucho antes de nuestro tiempo había lo vivo y lo pintado. Lo real imaginado: bisontes en las paredes de las cuevas, rapsodas, trovadores, cantares de gesta, coplas de ciego, cuentos populares. Fabulaciones, mezclas de realidad y fantasía, leyendas, mitos. Molinos convertidos en gigantes, mesones que son castillos, rebaños tornados en ejércitos…

Y aún antes los juegos infantiles, la escoba que era espada, la planta transformada en bosque, el amigo invisible de todos los niños.

Y siempre la saliva, la baba ajena que nos repugna pero que en cambio tragamos en un beso de amor (como si en ese instante cambiara su naturaleza). O la danza: piernas y brazos moviéndose al compás de unos ruidos. O el temor: el miedo a lo desconocido, a la desgracia o a la muerte, que rechazamos pero que otras veces buscamos: en el cine, en los relatos de suspense…

Lo que está claro es que hace ya mucho que la realidad real se nos quedó pequeña. Y que la realidad no real ahora nos es tan necesaria como la otra. Incluso para subsistir.

Realidad virtual: todo lo nos hace ser más que tubos con patas, algo más que máquinas biológicas sin otro objetivo que la supervivencia.

Sin realidad virtual moriríamos de hastío y tristeza, como le pasó a Don Quijote al salir de su ensueño, o a esos pájaros que mueren cuando se los enjaula.

Tuesday, October 23, 2007

Metáforas

Metáforas debidas, no a la imaginación de ningún escritor, sino a la espontaneidad del hablar diario. Tan asumidas que ni nos damos cuenta de que lo son. Metáforas reveladoras de lo que sentimos.

Como “roer” o “corroer”. Roer es lo que hacen los ratones cuando cortan con sus dientes la superficie de un objeto. Corroer significa desgastar o pudrir algo lentamente. Pero algunos sentimientos tóxicos (como el odio o la envidia) pueden roernos y corroernos.

Otras emociones nos arden por dentro. Por eso “quemazón” (desazón por el deseo irrealizado) o “resquemor” (sensación penosa que persiste en el ánimo).

Sentimientos que roen como hacen los ratones; que corroen como el óxido o la carcoma; que abrasan como una hoguera. Metáforas.

Monday, October 22, 2007

Metalenguaje

La materia, la luz y el sonido son provisionales. Definitivos son la oscuridad, el silencio y la nada. Esto viene a decirnos la cosmología.

Los trabajos científicos que tratan sobre el universo, su origen y su fin, parecen a menudo obras poéticas, porque emplean términos ("materia oscura", "agujeros negros", "tiempo curvo"...) y argumentos (expansión del cosmos, relatividad, infinitud, proliferación de dimensiones…) que exceden de nuestra mente, de nuestros sentidos y de nuestro lenguaje. Por otro lado, ponen de manifiesto que, al igual que en otros campos, los humanos vamos sabiendo más sobre el qué, el cómo, el cuándo, el dónde (o el no-cuándo, el no-dónde) del universo. Pero seguimos igual de ignorantes acerca de su para-qué.

Sinsentidos consentidos

Sinsentidos consentidos. Así dicho, parece un juego de palabras. De hecho, lo es. También podría decirse “absurdos permitidos” o “sinsentidos tolerados”… Da igual como se diga. Pero el caso es que existen.

Está, por ejemplo, la guerra, la mejor forma de no resolver un conflicto, y además perdiendo todos.

Y otro “sinsentido consentido” es la ausencia, todavía, de una lengua universal. Hace más de un siglo existe el “esperanto”, una lengua artificial concebida para que su aprendizaje y uso sean sumamente fáciles. Un idioma con escritura fonética y reglas fijas. Sin arbitrariedades ni verbos irregulares ni sonidos oscuros.

Lo lógico sería que, desde la infancia, se enseñara esperanto en todas las escuelas del mundo. En poco tiempo todos los humanos podríamos comunicarnos en cualquier parte del planeta. (Sin perjuicio, naturalmente, de que con independencia de ello cada cual conserve su lengua materna.)

Pero a quien defiende la enseñanza generalizada del esperanto se le considera un excéntrico. Poco importa que lo irracional sea, precisamente, lo contrario.

Si se permite la comparación, durante más de mil años vino usándose en Europa el sistema de numeración romano. Hasta que en el siglo XIII empezó a difundirse el sistema indo-árabe, que facilitaba espectacularmente los cálculos matemáticos. Con el sistema romano eran casi imposibles las operaciones aritméticas de alguna complejidad: ni siquiera multiplicaciones o divisiones con números altos. Por ello el sistema indo-árabe se abrió camino sustituyendo a la numeración romana. Y a partir de entonces los avances científicos se sucedieron con rapidez. Probablemente el sistema romano los había frenado.

Pues bien: igual que en su momento se adoptó el sistema de numeración indo-árabe, lo lógico sería que actualmente se enseñase esperanto en todas las escuelas del mundo.

Pero no ocurre así. Y mientras no lo hagamos, estaremos consintiendo el sinsentido.

Friday, October 19, 2007

Pseudo-democracia

Suele decirse que la primera forma de democracia surgió en la Atenas del siglo V a. de C. Pero al afirmar esto se está asumiendo que la democracia es compatible con la esclavitud, que de hecho existía en aquella sociedad.

También se dice que los Estados Unidos de América son democráticos desde su independencia en 1776, lo cual no impidió que a lo largo de su historia existiera una enorme cantidad de esclavos reducidos a la condición de objetos, los cuales obviamente carecían de derechos políticos.

Hasta fechas relativamente recientes las elecciones en los países llamados democráticos no se basaron en el sufragio universal, sino en censos de titulares de tierras o de un determinado estatus social.

En cuanto a las mujeres, su derecho a participar en las elecciones es asimismo bastante reciente.

Uno de los casos más llamativos de pseudo-democracia fue el “apartheid” o segregación racial en Suráfrica, donde a la población negra se le negaban los derechos políticos, pero los blancos elegían por votación “popular” a los mandatarios del Estado.

Como es obvio, en estas supuestas “democracias parciales” quienes poseen derechos políticos los ejercen en el sentido de mantener su dominio sobre el resto de la sociedad. Digamos que el sector poderoso organiza electivamente su dominación.

Calificar de democráticos a unos sistemas en los que sólo una parte de la población puede intervenir en las decisiones políticas constituye una radical perversión del concepto, un uso del término “democracia” para designar lo que probablemente sea su propia antítesis.

Thursday, October 18, 2007

Resentimiento

Resentimiento. Re-sentimiento. Algo que se siente y vuelve a sentirse. Que es regurgitado como los rumiantes con su comida. Sentimiento repetido, yendo y viniendo como un oleaje. De ahí que nos limite, nos esclavice sentirlo una y otra vez.

El idioma lo sabe y por eso lo llama así: RE-sentimiento.

Tuesday, October 16, 2007

Esclavos

Cuando yo tenía catorce años me impresionó vivamente ver el primer capítulo de una serie de TV llamada Raíces. Aunque quizá la serie no fuese especialmente buena, se me quedó grabada la historia que narra: un muchacho de raza negra es capturado por un grupo de europeos que han viajado para ello a África central y, junto con otros muchos africanos también presos, es encadenado y encerrado en un barco que lo traslada a los Estados Unidos. En el viaje muere la mayor parte de los africanos. Los que sobreviven son vendidos como esclavos, condenados a trabajar –ellos y sus descendientes- de por vida en plantaciones de algodón y a sufrir todo género de vejaciones.

Hace poco he leído un artículo según el cual la mayoría de los africanos llevados a América como esclavos no fueron en realidad capturados, sino vendidos a traficantes europeos por otros africanos: reyes o mandatarios, mercaderes, jefes de tribus aborígenes, etc.

O sea, que quienes desde el principio los condenaron a la esclavitud no fueron los europeos, sino otros africanos de su misma raza.

Esto, sin embargo, no cambia esencialmente las cosas. Lo que el fenómeno de la esclavitud revela no es la dicotomía negros/blancos (como si los primeros fuesen buenos, y los segundos malos). Creo que ninguna etnia, ni ningún pueblo, ni ningún grupo es de por sí más justo que los otros. En la época de la esclavitud los blancos estaban en el lugar de los explotadores porque sus circunstancias se lo habían permitido, y los negros estaban en la posición de los esclavos porque sus circunstancias lo impusieron.

No es que unos fuesen mejores que otros.

Del mismo modo, quienes históricamente han protagonizado revoluciones y reivindicado la justicia social han sido los oprimidos. Pero esto no significa que fuesen “mejores personas” que los opresores. Porque, si los opresores hubiesen estado en la posición de los explotados, habrían actuado como éstos. Y, si los oprimidos hubiesen estado en el lugar de los explotadores, se habrían opuesto a la revolución.

No es, por tanto, que unos sean mejores y otros peores; ni que unos sean consustancialmente justos y otros injustos. La cuestión trae causa directa de la naturaleza humana, que nos hace comportarnos egoístamente, a veces hasta límites escandalosos como en el caso de la esclavitud.

Sólo una minoría de personas, a lo largo de la historia, ha situado su anhelo de justicia social por encima de su posición particular. Sólo unos pocos han antepuesto su ideal solidario a sus propios intereses económicos.

Monday, October 15, 2007

Una excepción

La conocida afirmación según la cual “los hombres no aprenden nunca de la historia” tiene, al menos, una cualificada excepción en el caso de la Unión Europea.

Los países europeos estuvieron enfrentándose, a lo largo de los siglos, en continuos conflictos bélicos, sumamente cruentos. Algunos (sólo algunos) ejemplos son la guerra de los Cien Años, las invasiones napoleónicas, la guerra franco-prusiana y, en el siglo XX, las dos guerras mundiales.

Como es bien sabido, la segunda guerra mundial terminó hace apenas seis décadas: en 1945. En un bando estuvieron (aparte de otros países) Francia e Inglaterra, y en el otro bando Alemania e Italia. Varios millones de personas murieron en esta guerra, y otros tantos fallecieron en la primera (concluida en 1918). Entre 1939 y 1945 muchas ciudades, como Londres o Berlín, resultaron bombardeadas y arrasadas por el ejército enemigo. París fue ocupada por los alemanes, y los franceses que se opusieron a la ocupación (los integrantes de “la Resistencia”) fueron torturados y fusilados. Muchas personas sufrieron heridas y mutilaciones de guerra. El odio, la rivalidad y el afán revanchista almacenados por los nacionales de unos y otros Estados debió ser muy intenso.

Sin embargo, esto no impidió que, pocos años después, surgieran las Comunidades Europeas, germen de la C.E.E. y de la Unión Europea (U.E.).

Es verdad que al principio no se pretendía tanto como una unión política. También es cierto que no todos los países europeos (ni siquiera todos los de Europa occidental) estuvieron en el origen del ideal europeísta. Pero el caso es que sus creadores fueron capaces, muy pocos años después de la segunda guerra mundial, de orillar sus rencores y, mirando hacia delante, crear una alianza transfronteriza (primero comercial, luego política) entre países que, pocos años antes, se habían destrozado mutuamente.

En nuestros días resultaría impensable un conflicto militar entre Francia, España e Inglaterra. Sin embargo, estos enfrentamientos armados fueron habituales en épocas relativamente recientes (por ejemplo, batalla de Trafalgar, a principios del siglo XIX).

Por una vez, después de la segunda guerra mundial (el más grave conflicto bélico que ha conocido la humanidad) algunos europeos aprendieron de la historia y entendieron que el perdón, la paz, la cooperación y la dilución de fronteras constituían el único camino posible. Lástima que no siempre sea así.

Actualmente la U.E. garantiza, de hecho, que los países europeos no volverán a enfrentarse entre sí en una guerra.

Por ello, cuando se afirma que la U.E. defiende a Europa de la competencia comercial de los Estados Unidos y Japón, no se dice toda la verdad. La realidad es que la U.E. defiende a Europa, sobre todo, de sí misma.

Wednesday, October 10, 2007

Opio

La conocida afirmación de Marx según la cual la religión actúa como opio o “adormidera” de las clases desfavorecidas, alude al papel que la fe religiosa ha desempeñado al fomentar la aceptación de la desigualdad por quienes la sufrían.

La religión favorecía que los maltratados por el desigual reparto de la riqueza consintieran esa situación. Les hacía resignarse porque se les prometía un futuro intangible (un “más allá”, una vida después de la muerte) en que se les resarciría de sus privaciones. De ese modo, los explotados venían a aquietarse a su condición y se mostraban conformistas.

Eso es lo que Marx quería decir. Pero, aun aceptando la realidad de esta afirmación, lo cierto es que la fe religiosa ha desempeñado también una función consoladora respecto de otros dolores distintos de la injusticia social.

Me refiero al dolor en sentido estricto: dolor físico y dolor moral. El sufrimiento por la enfermedad propia o por la muerte de un ser querido.

Actualmente es raro que un niño muera, pero en el pasado la mortandad infantil era muy frecuente. Muchos padres y madres veían morir a sus hijos en plena infancia. Y es difícil imaginar un sufrimiento mayor. Pues bien, según sus creencias religiosas estos niños (siempre que estuvieran bautizados) iban derechos al cielo.

Por otro lado, en nuestros tiempos disponemos de medios analgésicos eficaces contra el dolor. Pero en el pasado había que padecer el dolor físico con toda su crudeza. Y la religión constituía, quizá, el único consuelo para estos enfermos.

Quienes sentían dolor se consolaban pensando que ese sufrimiento no era inútil, pues lo que estaban padeciendo “se les descontaría” del purgatorio. O sea: no importaba sufrir porque, de todos modos, tendrían que padecer dolor en la otra vida antes de ser acogidos en el cielo. Por ello, el dolor tenía razón de ser.

Puede parecer un modo pueril de consolarse, pero seguramente era lo único que entonces daba sentido al dolor. A un dolor físico que a menudo era largo, intenso e irreductible.

Para quienes tenían la religión como único consuelo respecto de la enfermedad y el sufrimiento, la fe constituía una experiencia paliativa y reconfortante. Era una especie de anestesia (“adormidera”), en una época en que no se conocían medios para combatir el dolor.

En aquellas circunstancias, privar a esas personas de su alivio religioso habría sido en extremo cruel.

Tuesday, October 09, 2007

Efímera

Efímera quietud
como noche en la selva.
Premonitoria calma,
presagio de unas garras que vendrán
a romperla.

Monday, October 08, 2007

Ubicados

El lenguaje, al gramatizar la realidad, asigna al espacio y al tiempo idénticas categorías sintácticas. En sirve tanto para el lugar (“vivo en Lugo”) como para el tiempo (“nací en el año 1962”). Lo mismo sucede con desde, entre, hacia, etc: “vengo desde mi casa”; “juego al tenis desde hace tres años”; “me senté entre dos árboles”; “la aceituna se recoge entre diciembre y febrero”; “ya vamos hacia el otoño”.

No sólo ocurre con el régimen preposicional. Cerca y lejos pasan por ser adverbios de lugar, pero se usan igualmente para el tiempo: “Qué lejos queda el día de mi boda”; “Ya está cerca el verano”… Y otro tanto sucede con delante y detrás: “su niñez quedó atrás”; “tienes mucho tiempo por delante”.

Nos ubicamos tanto en el espacio como en el tiempo, y las estructuras lingüísticas reproducen esta asimilación mental.

Llegamos incluso a afirmar que el tiempo transcurre deprisa o despacio, veloz o lentamente: “Qué rápidas se me han hecho estas horas”; “qué despacio pasa el tiempo cuando estoy impaciente”). Lo cual nuevamente supone aplicar al tiempo y al espacio categorías coincidentes. Hablamos como si el tiempo se desplazara. (Pero el tiempo no se traslada ni tiene velocidad: el tiempo –y el espacio- determinan la velocidad).

Puede que en la realidad haya otras dimensiones que no captamos, pero el caso es que nuestra mente percibe el espacio y el tiempo como las dos referencias que nos sitúan: las coordinadas en que vivimos. Y por ello, al verbalizarlas, les asignamos iguales categorías.


Friday, October 05, 2007

Tiempo lento

Asociamos el paso del tiempo al progreso. Damos por sentado que el transcurso de los años conlleva avances y mejoras. Hemos visto desarrollarse la automoción, la aeronáutica, la informática... Últimamente también -y de forma acelerada- la telefonía móvil, la televisión digital, internet... Por eso percibimos la vida como algo lineal y evolucionable.

Pero no siempre ha sido así. Hasta hace dos siglos la percepción del tiempo era más bien estática. Cada generación no consideraba que su vida tuviera que ser mejor que la de sus progenitores. El tiempo se conceptuaba como un continuum, un remanso; no como algo dinámico.

Es verdad que ocasionalmente, a lo largo de los siglos, hubo invenciones: la brújula, el molino de viento, el reloj, la imprenta... Pero eran avances muy espaciados que no alteraban la idea de cada generación según la cual su vida sería similar a la de aquélla que le precedió. Y en todo caso las condiciones vitales de cada generación no dependían de los avances técnicos, sino de otros factores (ausencia o no de epidemias, hambrunas, guerras).

Sólo desde hace dos siglos la tecnología se percibe como un factor esencial en la mejora de las condiciones de vida. Sólo desde entonces el progreso se entiende consustancial al transcurso del tiempo, y la vida es sentida como cambiante.

Thursday, October 04, 2007

Libros largos

Una película se ve en un par de horas. Puede pasar que no nos guste. Habremos perdido dos horas (aparte del precio de la entrada, si la hemos visto en el cine).

Algo similar ocurre con una obra teatral.

Pero un libro puede llevar muchas horas, incluso días, de lectura. Quien escribe (o mejor dicho, quien decide publicar) un libro largo debe ser consciente de que está requiriendo de sus lectores una atención muy dilatada. Es verdad que el lector puede, si en sus primeras páginas el libro no le agrada, abandonar su lectura. Pero esto a su vez implica un coste de frustración o contrariedad. Quien empieza a leer un libro, atraído por su título o su temática, aspira a terminarlo.

Creo por ello que escribir un libro largo entraña una severa responsabilidad. El autor debe estar muy persuadido de que lo que escribe reúne la calidad y el interés suficientes como para que otras personas le dediquen varias horas, o días, de su vida.

Tuesday, October 02, 2007

Confío en ti

La inmensa mayoría de los hechos que creemos no los hemos presenciado. Simplemente no dudamos de las fuentes (libros, maestros, medios de comunicación, personas de nuestro entorno...) que nos los transmiten.

[Creo que Urano es un planeta del sistema solar aunque nunca he estado allí y ni siquiera lo he avistado con un telescopio. Creo que el río Ganges fluye por la India (y creo también que la India existe) aunque nunca he viajado a ese lugar. Creo que Claudio fue un emperador romano a pesar de que nunca lo vi. Creo que mis padres son mis padres aunque no recuerdo el instante de mi nacimiento. Etcétera.]

Creemos que algo es verdad cuando quien lo dice nos inspira confianza, o al menos entendemos que ningún motivo tendría para engañarnos.

Nuestra idea de la realidad no se basa en la percepción sensorial directa, sino fundamentalmente en nuestra confianza en los otros.

Monday, October 01, 2007

Motivos

Para no reventar. He ahí un motivo para escribir.

Para que lo que uno está escribiendo no acabe con uno. He ahí un motivo para acabar de escribirlo.

Para no pasarse la vida corrigiendo textos. He ahí un motivo para publicarlos.

Final

Vendrá un no-tiempo en que siempre será nunca y aquí será ningún sitio. El no-espacio se llenará de vacío. Todo se volverá nada.

El fin devendrá infinito.

Los contrarios se harán, por fin, sinónimos.