Tuesday, January 08, 2008

Verdadero o falso

El afán de penetrar en la mente ajena, de poder saber (al menos) si nuestro interlocutor dice la verdad o se aparta de ella, ha llevado al uso de diversas técnicas. Todas las modalidades de “suero de la verdad”, polígrafo, “detector de mentiras”, etc. se enmarcan en este propósito.

Sin embargo, ninguno de esos dispositivos ofrece una fiabilidad completa, y de ahí su rechazo como medio de prueba por los tribunales de justicia, que sin embargo no tienen reparos en aceptar otras técnicas (analíticas, de muestras de ADN...) científicamente avaladas.

Los avances de la neuroimagen (obtención de imágenes del cerebro por resonancia magnética neuronal) pueden permitir un avance en esta dirección. Al parecer, cuando una persona miente se activan dos zonas cerebrales: la que expresa la mentira y la que reprime la verdad. Y es significativamente más intenso el esfuerzo energético que la mente ha de hacer para reprimir la verdad que para exteriorizar la mentira.

Esto último no es raro. El cerebro humano tiene una propensión a la verdad labrada durante millones de años de evolución. A fin de cuentas, cuando tomamos un alimento lo hacemos porque es verdad (porque está realmente ahí), cuando huimos de una situación de peligro lo hacemos porque es real, etc. Nuestra mente está evolutivamente orientada a lo veraz.

De ahí, probablemente, el valor ético que asignamos a la verdad. No mentirás, manda el decálogo, y ni siquiera exceptúa los casos en que la verdad pueda ser dañina o ponernos en un aprieto.

Tal vez mediante estas técnicas de neuroimagen pueda llegarse a saber si un cerebro está reprimiendo la verdad, es decir, mintiendo.

Pero aún escaparán de compulsa los casos más intensos de tergiversación, aquéllos en que el primer mentido es el propio sujeto: los supuestos de autoengaño, alucinaciones, mentiras compulsivas, subjetivización de las vivencias, falsos recuerdos, creencias inducidas y en general cuando las deformaciones y errores se asumen como ingredientes de la verdad.

2 comments:

Gemma said...

Claro, ése es justo el problema: ¿qué se puede hacer con lo falso verdadero? Poca cosa, desde luego, porque es el alimento de nuestro autoengaño...

¿Y qué me dices de la necesidad de la "ficción", tan cercana?
;-)

saiz said...

Lo "falso verdadero". Muy bien, Mega.

Seguramente abunda demasiado ese disfraz de verdad, esa falsedad enmascarada que sutilmente nos engaña.