Friday, January 11, 2008

Despeñaperros

De pequeño, cuando el coche de mi padre atravesaba el paso de Despeñaperros (en el límite entre Andalucía y La Mancha), yo miraba los barrancos y desfiladeros y, sugestionado por el nombre del lugar, veía perros imaginarios despeñándose por esas estribaciones escarpadas, incapaces de trepar por sus pendientes.

Años después, he sabido que el nombre de Despeñaperros no procede de ningún animal. Que los perros a que alude eran la denominación despreciativa que se daba a los musulmanes (perros infieles), y la acción de despeñar equivalía a arrojar los cuerpos de los vencidos en la batalla allí librada en 1212 (batalla de las Navas de Tolosa).

(No se trata de arremeter contra uno de los bandos de aquella contienda. Probablemente si los vencedores hubieran sido los musulmanes, los despeñados habrían sido los otros.)

Algo parecido ocurre con el paraje de Cuelgamuros, en la sierra de Guadarrama. Su denominación originaria era Cuelgamoros (no hace falta decir por qué) y, cuando tras la Guerra Civil de 1936-9 se edificó allí el Valle de los Caídos, se cambió el originario nombre medieval para no molestar a los norteafricanos que lucharon en el bando franquista.

En contraste con la belleza natural de esas montañas, sus nombres recuerdan que (desgraciadamente y como el resto de la Tierra) un día fueron sede de crueldad y discordia.

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