Wednesday, January 30, 2008

Memorias de África

Un médico español viaja periódicamente a países africanos (Mozambique, Malawi, Etiopía, Tanzania…), donde pasa temporadas asistiendo, con su experiencia clínica, a los enfermos de aquellos lugares. Al final del día escribe, en unos cuadernos (y con el corazón), sus vivencias. Esos cuadernos, ahora publicados en forma de libro, recogen historias de enorme crudeza, realidades que desearíamos que no existiesen. Pero existen.

Como ésta:

Tenía un año apenas y yacía delante de mí. Hacía tan sólo unas horas, justo antes de que viniera a buscarme el enfermero, había ingresado. Se llamaba Elsa. Elsa Mkwoyani, y yo la había visto convulsionar hacía poco, con los ojitos desquiciados, mirando más allá de las estrellas; en plena pelea, luchando, jadeando y en silencio, mientras su madre agarraba el brazo del suero en mitad de las convulsiones. Malaria cerebral. Llegó hoy. Cinco días febril. Medicina tradicional. Ningún resultado.

Elsa respira a bocanadas breves y muy rápidas. Elsa mira hacia la nada. Elsa inunda sus mejillas con espumarajos de algodón. Elsa se cansó. Reventó su cerebro infantil devorado por la malaria… Cuando llegué, aún estaba caliente… aunque ella ya se había marchado. Elsa ya no estaba. Hacía muy poco que se había ido, cruzando el firmamento. Tenía la piel templada aún por la fiebre y comenzaban a saltar los piojos del cabello, correteando por la camilla. Ellos ya habían adivinado que se terminaba la vida…

Leo: el coste de una mosquitera impregnada con piretrinas es de 10 dólares, y el mantenimiento anual de las piretrinas para impregnarla entre 0,5 y 1 dólar. Si se utilizaran en los lugares donde la malaria campa a sus anchas, se salvaría la vida de uno de cada cuatro niños que mueren por culpa del mosquito. Esto supone menos gasto que una hora de aparcamiento de París, Londres o Nueva York.

Entonces lloro. Lloro como un niño asustado. Lloro de rabia, de impotencia, de culpa, mientras vuelvo a iluminar con mi linterna las pupilas de Elsa, por si por un milagro aún no escrito hubiera en ellas alguna reacción. Lloro asustado y culpable mientras los ojos cristalinos de Elsa, negros como esta noche africana huérfana de estrellas, se tornan lacios y hueros…

La imagen del día, de la noche, la imagen de la vida es el rostro ausente y sin luz de Elsa. Sus manos a medio cerrar, su apenas un año arrancado de cuajo en el silencio, todas sus sonrisas y sus lágrimas aún por hacer, su piel de ébano tibio y marchito como una acacia abrasada. Y sobre todo el brillo exangüe de sus ojos azabaches, que se me han clavado en la frente como dos disparos de rabia, creo que para siempre.

El libro se llama Piel de azabache y quien narra sus vivencias es Francisco J. Panadero. Los beneficios obtenidos con su venta se destinan a ONGs de ayuda al desarrollo en África. El libro puede encargarse en www.publicacionesacuman.unlugar.com

Obviamente yo no soy nadie para pedirte que lo compres. Pero, aun así, te lo pido.

5 comments:

Anonymous said...

Gracias por recomendarlo, aunque creo que debe ser durísimo de leer. Sólo con el pedacito que has puesto, me será difícil meterme en él, pero sé que Acumán realiza muy buenas obras y lo pediré por si puedo contribuir a que otra pequeña no se vaya.
Un saludo.

saiz said...

Gracias, Cloe, por tu comentario y por lo que dices de Acumán. A las personas que dirigen esta editorial sólo las conozco por haber publicado algunos de mis textos, por lo que aparece en su página de internet y por los demás libros que publican. Y con eso me basta para tener confianza en ellos. Que yo sepa, no hay ninguna otra editorial que destine todos los beneficios a obras humanitarias. Gracias otra vez.

Anonymous said...

A la vez que "Piel de Azabache" pedí "Este sol de la infancia". Comencé por el tuyo y ya lo he leído dos veces. Si un libro puede hacer que sonría o me emocione, sé que ha valido la pena. Algunos son duros o tristes, pero todos me han dejado una huella, sobre todo: "Extraños en un bus", "Inutilízame", "Irme"....y un largo etc. Y como dices en "son agua y van al mar", yo también he notado con tus relatos el sabor salado de una lágrima.
Un abrazo fuerte y gracias por compartirlo conmigo y con todo el que lo lea.
Cloe
Pd. Mañana comienzo con "Piel de Azabache" y seguro que también me gustará.

saiz said...

Cloe. Ha debido pasar mucho tiempo desde que escribiste este comentario, pero no lo he leído hasta hoy. Gracias por tu lectura de "Este sol de la infancia" y por tu aportación para los fines de Acumán.

saiz said...

Ya aprovecho para decirte que lo que se cuenta en "Inutilízame" está basado en una historia real. Me lo contó la mujer de un guardia civil que, en la época de los maquis (o sea, los combatientes republicanos que, tras la derrota en la guerra civil española se refugiaron en las montañas y seguían combatiendo contra el régimen salido de dicha guerra), pedía a su mujer que le lesionara para así obtener la baja médica y eludir formar parte del pelotón de fusilamiento que ejecutaba a los maquis capturados.