De niño me preguntaba: “¿cómo saber si lo que yo veo azul ellos también lo ven azul? Ya sé que también lo llaman así, pero ¿cómo estar seguro de que el color al que ellos llaman azul es el mismo al que yo llamo azul?”. Fue al descubrir la lectura cuando me apacigüé en este sentido, al comprobar que quienes escriben sienten lo mismo que yo. Creo que siempre me emocionará constatarlo, especialmente cuando se trata de sentimientos que hasta ese momento creía inexpresables. No puedo olvidar la impresión que me produjo, cuando tenía doce años, leer en una revista un fragmento de poema. Decía así:
Recuerdo
qué poco amé
a quien me amó
y entonces
quisiera marcharme
donde desde siempre
nos esperan
abiertos
puertos sin naves
de regreso.
(Son unos versos de “Coplas a la muerte de mi tía Daniela”, de Vázquez Montalbán.)
En general, creo que ver reflejada nuestra propia emoción es una vivencia placentera. Y esto resulta también predicable de las emociones dolorosas. Aunque no nos gusta el dolor, sí nos gusta que alguien sea capaz de poner en palabras su propio dolor: eso que siente y se asemeja tanto a lo que nosotros, a veces, sentimos.
Wednesday, October 31, 2007
Tuesday, October 30, 2007
Peces
Felicidad era miraros coger peces con la red y echarlos en un cubo.
Entusiasmo era volver por la tarde a la playa y ver que los soltabais.
Entusiasmo era volver por la tarde a la playa y ver que los soltabais.
Sólo yo sobro aquí
Noviembre en el campo. Mosaico en ocre, pardo, castaño. No hay palabras para todos los marrones (o a lo mejor sí y yo no las conozco), para los amarillos, para la gama de verdes. Hojas que se disponen a ser suelo: tierra otra vez. Unas colgando aún de las ramas, otras ya caídas. Rumor del río. Suelo mojado, humedad que trepa cuerpo arriba. Sólo yo desentono. Sólo yo sobro aquí. Me alejo pronto para no estorbar.
Monday, October 29, 2007
Diosa Nación
El nacionalismo étnico no es propiamente una ideología. El nacionalismo étnico está más cerca de ser una religión. Una especie de religión identitaria. De ahí que no pueda explicarse racionalmente, sino sólo por motivos emocionales. De ahí que tenga dogmas. De ahí que la vida (propia-mártires- y ajena -de los infieles-) tenga un valor relativo frente a la Nación o la Patria, tal como sucede con la fe religiosa.
Instintos
Instintos. Impulsos, empujes innatos. Cosa de animales. Qué contraste entre los instintos irracionales y la Inteligencia Racional con mayúsculas. Y sin embargo, ¿quién copularía sin instinto sexual?; ¿quién tendría hijos, quién cuidaría de ellos sin instinto maternal?; ¿quién se defendería de los ataques en vez de dejarse morir, de no ser por el instinto de supervivencia?...
¿Acaso haríamos todo eso por motivos intelectuales: por la pura y fría racionalidad?
Sin instintos no amaríamos. Porque el amor viene del instinto: las paradas nupciales de los pájaros, la leona que lame a sus cachorros, el perro que mueve el rabo, el gato que ronronea…
Puede haber vida sin inteligencia (de hecho, casi todo lo vivo carece de inteligencia), pero no puede haber vida sin instintos.
¿Acaso haríamos todo eso por motivos intelectuales: por la pura y fría racionalidad?
Sin instintos no amaríamos. Porque el amor viene del instinto: las paradas nupciales de los pájaros, la leona que lame a sus cachorros, el perro que mueve el rabo, el gato que ronronea…
Puede haber vida sin inteligencia (de hecho, casi todo lo vivo carece de inteligencia), pero no puede haber vida sin instintos.
Bang y a otra cosa
Leyendo en un periódico una entrevista con el músico Robert Wyatt (obligado a desplazarse de por vida en silla de ruedas, a causa de un accidente) me encontré con estas palabras:
“No veo aquel accidente como algo negativo. Fue un nuevo comienzo. Dado que mi vida es mucho mejor después de aquello, no lo considero una tragedia. Fue sólo un cambio. Y en mi caso, a pesar de las obvias dificultades soy una persona más feliz. La gente que no se ha roto nunca la espalda piensa: vivir así debe ser horrible. Pero es algo que pasa. Bang y a otra cosa. Es parecido a un animal salvaje cuando está en la jungla. Llega un helicóptero, lo atrapa con una red y al rato está en una reserva en Tanzania. Y piensa: ¿dónde están los demás miembros de mi manada, dónde están los árboles en que me subía?... y al final se da cuenta de que está en un sitio mejor y más seguro. En términos religiosos, yo diría que aquel accidente fue un don”.
Y en cuanto lo leí, lo apunté. “Bang y a otra cosa”. Para tenerlo en cuenta, por si alguna vez yo también me rompo la espalda.
“No veo aquel accidente como algo negativo. Fue un nuevo comienzo. Dado que mi vida es mucho mejor después de aquello, no lo considero una tragedia. Fue sólo un cambio. Y en mi caso, a pesar de las obvias dificultades soy una persona más feliz. La gente que no se ha roto nunca la espalda piensa: vivir así debe ser horrible. Pero es algo que pasa. Bang y a otra cosa. Es parecido a un animal salvaje cuando está en la jungla. Llega un helicóptero, lo atrapa con una red y al rato está en una reserva en Tanzania. Y piensa: ¿dónde están los demás miembros de mi manada, dónde están los árboles en que me subía?... y al final se da cuenta de que está en un sitio mejor y más seguro. En términos religiosos, yo diría que aquel accidente fue un don”.
Y en cuanto lo leí, lo apunté. “Bang y a otra cosa”. Para tenerlo en cuenta, por si alguna vez yo también me rompo la espalda.
Friday, October 26, 2007
Fragmento
Los animales que necesitan ver el movimiento (por ejemplo, para cazar) dejan prácticamente de percibir los objetos estáticos, para así detectar mejor las cosas que se mueven. Lo que no interesa a la supervivencia no se percibe.
Los ojos humanos no captan los seres microscópicos. Si pudiéramos ver las bacterias o los ácaros del polvo, entonces las cosas que más necesarias nos resultan para vivir no cabrían en nuestra mirada.
Algo similar debe de ocurrir con el oído. Cada especie percibe la banda acústica que interesa a su supervivencia. Oír más sonidos de los necesarios (ultrasonidos) resultaría perturbador.
Los sentidos no están al servicio del conocimiento, sino de la supervivencia. Nuestra realidad es sólo la parte útil de lo real.
Me pregunto qué porcentaje de realidad hemos renunciado -ha renunciado nuestra mente- a percibir, a cambio de captar mejor la parte que nos interesa.
Me pregunto cuántas cosas existen y ni siquiera intuimos que puedan intuirse.
Los ojos humanos no captan los seres microscópicos. Si pudiéramos ver las bacterias o los ácaros del polvo, entonces las cosas que más necesarias nos resultan para vivir no cabrían en nuestra mirada.
Algo similar debe de ocurrir con el oído. Cada especie percibe la banda acústica que interesa a su supervivencia. Oír más sonidos de los necesarios (ultrasonidos) resultaría perturbador.
Los sentidos no están al servicio del conocimiento, sino de la supervivencia. Nuestra realidad es sólo la parte útil de lo real.
Me pregunto qué porcentaje de realidad hemos renunciado -ha renunciado nuestra mente- a percibir, a cambio de captar mejor la parte que nos interesa.
Me pregunto cuántas cosas existen y ni siquiera intuimos que puedan intuirse.
Thursday, October 25, 2007
Estirados
Antes decíamos ver. Ahora decimos visionar.
Antes oír. Ahora audicionar.
Antes poner. Ahora posicionar.
Antes abrir. Ahora aperturar.
Antes razonar. Ahora racionalizar.
Antes pedir. Ahora peticionar.
Antes recibir. Ahora recepcionar...
¿Por qué, para qué hacemos esto?
Se ve que somos estirados, o sea, engreídos; y ello nos lleva a estirar (a estiracionar) las palabras.
Antes oír. Ahora audicionar.
Antes poner. Ahora posicionar.
Antes abrir. Ahora aperturar.
Antes razonar. Ahora racionalizar.
Antes pedir. Ahora peticionar.
Antes recibir. Ahora recepcionar...
¿Por qué, para qué hacemos esto?
Se ve que somos estirados, o sea, engreídos; y ello nos lleva a estirar (a estiracionar) las palabras.
Wednesday, October 24, 2007
Virtual
Realidad virtual. Del latín virtus, fuerza; aunque con una acepción nueva.
Pero ya mucho antes de nuestro tiempo había lo vivo y lo pintado. Lo real imaginado: bisontes en las paredes de las cuevas, rapsodas, trovadores, cantares de gesta, coplas de ciego, cuentos populares. Fabulaciones, mezclas de realidad y fantasía, leyendas, mitos. Molinos convertidos en gigantes, mesones que son castillos, rebaños tornados en ejércitos…
Y aún antes los juegos infantiles, la escoba que era espada, la planta transformada en bosque, el amigo invisible de todos los niños.
Y siempre la saliva, la baba ajena que nos repugna pero que en cambio tragamos en un beso de amor (como si en ese instante cambiara su naturaleza). O la danza: piernas y brazos moviéndose al compás de unos ruidos. O el temor: el miedo a lo desconocido, a la desgracia o a la muerte, que rechazamos pero que otras veces buscamos: en el cine, en los relatos de suspense…
Lo que está claro es que hace ya mucho que la realidad real se nos quedó pequeña. Y que la realidad no real ahora nos es tan necesaria como la otra. Incluso para subsistir.
Realidad virtual: todo lo nos hace ser más que tubos con patas, algo más que máquinas biológicas sin otro objetivo que la supervivencia.
Sin realidad virtual moriríamos de hastío y tristeza, como le pasó a Don Quijote al salir de su ensueño, o a esos pájaros que mueren cuando se los enjaula.
Pero ya mucho antes de nuestro tiempo había lo vivo y lo pintado. Lo real imaginado: bisontes en las paredes de las cuevas, rapsodas, trovadores, cantares de gesta, coplas de ciego, cuentos populares. Fabulaciones, mezclas de realidad y fantasía, leyendas, mitos. Molinos convertidos en gigantes, mesones que son castillos, rebaños tornados en ejércitos…
Y aún antes los juegos infantiles, la escoba que era espada, la planta transformada en bosque, el amigo invisible de todos los niños.
Y siempre la saliva, la baba ajena que nos repugna pero que en cambio tragamos en un beso de amor (como si en ese instante cambiara su naturaleza). O la danza: piernas y brazos moviéndose al compás de unos ruidos. O el temor: el miedo a lo desconocido, a la desgracia o a la muerte, que rechazamos pero que otras veces buscamos: en el cine, en los relatos de suspense…
Lo que está claro es que hace ya mucho que la realidad real se nos quedó pequeña. Y que la realidad no real ahora nos es tan necesaria como la otra. Incluso para subsistir.
Realidad virtual: todo lo nos hace ser más que tubos con patas, algo más que máquinas biológicas sin otro objetivo que la supervivencia.
Sin realidad virtual moriríamos de hastío y tristeza, como le pasó a Don Quijote al salir de su ensueño, o a esos pájaros que mueren cuando se los enjaula.
Tuesday, October 23, 2007
Metáforas
Metáforas debidas, no a la imaginación de ningún escritor, sino a la espontaneidad del hablar diario. Tan asumidas que ni nos damos cuenta de que lo son. Metáforas reveladoras de lo que sentimos.
Como “roer” o “corroer”. Roer es lo que hacen los ratones cuando cortan con sus dientes la superficie de un objeto. Corroer significa desgastar o pudrir algo lentamente. Pero algunos sentimientos tóxicos (como el odio o la envidia) pueden roernos y corroernos.
Otras emociones nos arden por dentro. Por eso “quemazón” (desazón por el deseo irrealizado) o “resquemor” (sensación penosa que persiste en el ánimo).
Sentimientos que roen como hacen los ratones; que corroen como el óxido o la carcoma; que abrasan como una hoguera. Metáforas.
Como “roer” o “corroer”. Roer es lo que hacen los ratones cuando cortan con sus dientes la superficie de un objeto. Corroer significa desgastar o pudrir algo lentamente. Pero algunos sentimientos tóxicos (como el odio o la envidia) pueden roernos y corroernos.
Otras emociones nos arden por dentro. Por eso “quemazón” (desazón por el deseo irrealizado) o “resquemor” (sensación penosa que persiste en el ánimo).
Sentimientos que roen como hacen los ratones; que corroen como el óxido o la carcoma; que abrasan como una hoguera. Metáforas.
Monday, October 22, 2007
Metalenguaje
La materia, la luz y el sonido son provisionales. Definitivos son la oscuridad, el silencio y la nada. Esto viene a decirnos la cosmología.
Los trabajos científicos que tratan sobre el universo, su origen y su fin, parecen a menudo obras poéticas, porque emplean términos ("materia oscura", "agujeros negros", "tiempo curvo"...) y argumentos (expansión del cosmos, relatividad, infinitud, proliferación de dimensiones…) que exceden de nuestra mente, de nuestros sentidos y de nuestro lenguaje. Por otro lado, ponen de manifiesto que, al igual que en otros campos, los humanos vamos sabiendo más sobre el qué, el cómo, el cuándo, el dónde (o el no-cuándo, el no-dónde) del universo. Pero seguimos igual de ignorantes acerca de su para-qué.
Los trabajos científicos que tratan sobre el universo, su origen y su fin, parecen a menudo obras poéticas, porque emplean términos ("materia oscura", "agujeros negros", "tiempo curvo"...) y argumentos (expansión del cosmos, relatividad, infinitud, proliferación de dimensiones…) que exceden de nuestra mente, de nuestros sentidos y de nuestro lenguaje. Por otro lado, ponen de manifiesto que, al igual que en otros campos, los humanos vamos sabiendo más sobre el qué, el cómo, el cuándo, el dónde (o el no-cuándo, el no-dónde) del universo. Pero seguimos igual de ignorantes acerca de su para-qué.
Sinsentidos consentidos
Sinsentidos consentidos. Así dicho, parece un juego de palabras. De hecho, lo es. También podría decirse “absurdos permitidos” o “sinsentidos tolerados”… Da igual como se diga. Pero el caso es que existen.
Está, por ejemplo, la guerra, la mejor forma de no resolver un conflicto, y además perdiendo todos.
Y otro “sinsentido consentido” es la ausencia, todavía, de una lengua universal. Hace más de un siglo existe el “esperanto”, una lengua artificial concebida para que su aprendizaje y uso sean sumamente fáciles. Un idioma con escritura fonética y reglas fijas. Sin arbitrariedades ni verbos irregulares ni sonidos oscuros.
Lo lógico sería que, desde la infancia, se enseñara esperanto en todas las escuelas del mundo. En poco tiempo todos los humanos podríamos comunicarnos en cualquier parte del planeta. (Sin perjuicio, naturalmente, de que con independencia de ello cada cual conserve su lengua materna.)
Pero a quien defiende la enseñanza generalizada del esperanto se le considera un excéntrico. Poco importa que lo irracional sea, precisamente, lo contrario.
Si se permite la comparación, durante más de mil años vino usándose en Europa el sistema de numeración romano. Hasta que en el siglo XIII empezó a difundirse el sistema indo-árabe, que facilitaba espectacularmente los cálculos matemáticos. Con el sistema romano eran casi imposibles las operaciones aritméticas de alguna complejidad: ni siquiera multiplicaciones o divisiones con números altos. Por ello el sistema indo-árabe se abrió camino sustituyendo a la numeración romana. Y a partir de entonces los avances científicos se sucedieron con rapidez. Probablemente el sistema romano los había frenado.
Pues bien: igual que en su momento se adoptó el sistema de numeración indo-árabe, lo lógico sería que actualmente se enseñase esperanto en todas las escuelas del mundo.
Pero no ocurre así. Y mientras no lo hagamos, estaremos consintiendo el sinsentido.
Está, por ejemplo, la guerra, la mejor forma de no resolver un conflicto, y además perdiendo todos.
Y otro “sinsentido consentido” es la ausencia, todavía, de una lengua universal. Hace más de un siglo existe el “esperanto”, una lengua artificial concebida para que su aprendizaje y uso sean sumamente fáciles. Un idioma con escritura fonética y reglas fijas. Sin arbitrariedades ni verbos irregulares ni sonidos oscuros.
Lo lógico sería que, desde la infancia, se enseñara esperanto en todas las escuelas del mundo. En poco tiempo todos los humanos podríamos comunicarnos en cualquier parte del planeta. (Sin perjuicio, naturalmente, de que con independencia de ello cada cual conserve su lengua materna.)
Pero a quien defiende la enseñanza generalizada del esperanto se le considera un excéntrico. Poco importa que lo irracional sea, precisamente, lo contrario.
Si se permite la comparación, durante más de mil años vino usándose en Europa el sistema de numeración romano. Hasta que en el siglo XIII empezó a difundirse el sistema indo-árabe, que facilitaba espectacularmente los cálculos matemáticos. Con el sistema romano eran casi imposibles las operaciones aritméticas de alguna complejidad: ni siquiera multiplicaciones o divisiones con números altos. Por ello el sistema indo-árabe se abrió camino sustituyendo a la numeración romana. Y a partir de entonces los avances científicos se sucedieron con rapidez. Probablemente el sistema romano los había frenado.
Pues bien: igual que en su momento se adoptó el sistema de numeración indo-árabe, lo lógico sería que actualmente se enseñase esperanto en todas las escuelas del mundo.
Pero no ocurre así. Y mientras no lo hagamos, estaremos consintiendo el sinsentido.
Friday, October 19, 2007
Pseudo-democracia
Suele decirse que la primera forma de democracia surgió en la Atenas del siglo V a. de C. Pero al afirmar esto se está asumiendo que la democracia es compatible con la esclavitud, que de hecho existía en aquella sociedad.
También se dice que los Estados Unidos de América son democráticos desde su independencia en 1776, lo cual no impidió que a lo largo de su historia existiera una enorme cantidad de esclavos reducidos a la condición de objetos, los cuales obviamente carecían de derechos políticos.
Hasta fechas relativamente recientes las elecciones en los países llamados democráticos no se basaron en el sufragio universal, sino en censos de titulares de tierras o de un determinado estatus social.
En cuanto a las mujeres, su derecho a participar en las elecciones es asimismo bastante reciente.
Uno de los casos más llamativos de pseudo-democracia fue el “apartheid” o segregación racial en Suráfrica, donde a la población negra se le negaban los derechos políticos, pero los blancos elegían por votación “popular” a los mandatarios del Estado.
Como es obvio, en estas supuestas “democracias parciales” quienes poseen derechos políticos los ejercen en el sentido de mantener su dominio sobre el resto de la sociedad. Digamos que el sector poderoso organiza electivamente su dominación.
Calificar de democráticos a unos sistemas en los que sólo una parte de la población puede intervenir en las decisiones políticas constituye una radical perversión del concepto, un uso del término “democracia” para designar lo que probablemente sea su propia antítesis.
También se dice que los Estados Unidos de América son democráticos desde su independencia en 1776, lo cual no impidió que a lo largo de su historia existiera una enorme cantidad de esclavos reducidos a la condición de objetos, los cuales obviamente carecían de derechos políticos.
Hasta fechas relativamente recientes las elecciones en los países llamados democráticos no se basaron en el sufragio universal, sino en censos de titulares de tierras o de un determinado estatus social.
En cuanto a las mujeres, su derecho a participar en las elecciones es asimismo bastante reciente.
Uno de los casos más llamativos de pseudo-democracia fue el “apartheid” o segregación racial en Suráfrica, donde a la población negra se le negaban los derechos políticos, pero los blancos elegían por votación “popular” a los mandatarios del Estado.
Como es obvio, en estas supuestas “democracias parciales” quienes poseen derechos políticos los ejercen en el sentido de mantener su dominio sobre el resto de la sociedad. Digamos que el sector poderoso organiza electivamente su dominación.
Calificar de democráticos a unos sistemas en los que sólo una parte de la población puede intervenir en las decisiones políticas constituye una radical perversión del concepto, un uso del término “democracia” para designar lo que probablemente sea su propia antítesis.
Thursday, October 18, 2007
Resentimiento
Resentimiento. Re-sentimiento. Algo que se siente y vuelve a sentirse. Que es regurgitado como los rumiantes con su comida. Sentimiento repetido, yendo y viniendo como un oleaje. De ahí que nos limite, nos esclavice sentirlo una y otra vez.
El idioma lo sabe y por eso lo llama así: RE-sentimiento.
El idioma lo sabe y por eso lo llama así: RE-sentimiento.
Tuesday, October 16, 2007
Esclavos
Cuando yo tenía catorce años me impresionó vivamente ver el primer capítulo de una serie de TV llamada Raíces. Aunque quizá la serie no fuese especialmente buena, se me quedó grabada la historia que narra: un muchacho de raza negra es capturado por un grupo de europeos que han viajado para ello a África central y, junto con otros muchos africanos también presos, es encadenado y encerrado en un barco que lo traslada a los Estados Unidos. En el viaje muere la mayor parte de los africanos. Los que sobreviven son vendidos como esclavos, condenados a trabajar –ellos y sus descendientes- de por vida en plantaciones de algodón y a sufrir todo género de vejaciones.
Hace poco he leído un artículo según el cual la mayoría de los africanos llevados a América como esclavos no fueron en realidad capturados, sino vendidos a traficantes europeos por otros africanos: reyes o mandatarios, mercaderes, jefes de tribus aborígenes, etc.
O sea, que quienes desde el principio los condenaron a la esclavitud no fueron los europeos, sino otros africanos de su misma raza.
Esto, sin embargo, no cambia esencialmente las cosas. Lo que el fenómeno de la esclavitud revela no es la dicotomía negros/blancos (como si los primeros fuesen buenos, y los segundos malos). Creo que ninguna etnia, ni ningún pueblo, ni ningún grupo es de por sí más justo que los otros. En la época de la esclavitud los blancos estaban en el lugar de los explotadores porque sus circunstancias se lo habían permitido, y los negros estaban en la posición de los esclavos porque sus circunstancias lo impusieron.
No es que unos fuesen mejores que otros.
Del mismo modo, quienes históricamente han protagonizado revoluciones y reivindicado la justicia social han sido los oprimidos. Pero esto no significa que fuesen “mejores personas” que los opresores. Porque, si los opresores hubiesen estado en la posición de los explotados, habrían actuado como éstos. Y, si los oprimidos hubiesen estado en el lugar de los explotadores, se habrían opuesto a la revolución.
No es, por tanto, que unos sean mejores y otros peores; ni que unos sean consustancialmente justos y otros injustos. La cuestión trae causa directa de la naturaleza humana, que nos hace comportarnos egoístamente, a veces hasta límites escandalosos como en el caso de la esclavitud.
Sólo una minoría de personas, a lo largo de la historia, ha situado su anhelo de justicia social por encima de su posición particular. Sólo unos pocos han antepuesto su ideal solidario a sus propios intereses económicos.
Hace poco he leído un artículo según el cual la mayoría de los africanos llevados a América como esclavos no fueron en realidad capturados, sino vendidos a traficantes europeos por otros africanos: reyes o mandatarios, mercaderes, jefes de tribus aborígenes, etc.
O sea, que quienes desde el principio los condenaron a la esclavitud no fueron los europeos, sino otros africanos de su misma raza.
Esto, sin embargo, no cambia esencialmente las cosas. Lo que el fenómeno de la esclavitud revela no es la dicotomía negros/blancos (como si los primeros fuesen buenos, y los segundos malos). Creo que ninguna etnia, ni ningún pueblo, ni ningún grupo es de por sí más justo que los otros. En la época de la esclavitud los blancos estaban en el lugar de los explotadores porque sus circunstancias se lo habían permitido, y los negros estaban en la posición de los esclavos porque sus circunstancias lo impusieron.
No es que unos fuesen mejores que otros.
Del mismo modo, quienes históricamente han protagonizado revoluciones y reivindicado la justicia social han sido los oprimidos. Pero esto no significa que fuesen “mejores personas” que los opresores. Porque, si los opresores hubiesen estado en la posición de los explotados, habrían actuado como éstos. Y, si los oprimidos hubiesen estado en el lugar de los explotadores, se habrían opuesto a la revolución.
No es, por tanto, que unos sean mejores y otros peores; ni que unos sean consustancialmente justos y otros injustos. La cuestión trae causa directa de la naturaleza humana, que nos hace comportarnos egoístamente, a veces hasta límites escandalosos como en el caso de la esclavitud.
Sólo una minoría de personas, a lo largo de la historia, ha situado su anhelo de justicia social por encima de su posición particular. Sólo unos pocos han antepuesto su ideal solidario a sus propios intereses económicos.
Monday, October 15, 2007
Una excepción
La conocida afirmación según la cual “los hombres no aprenden nunca de la historia” tiene, al menos, una cualificada excepción en el caso de la Unión Europea.
Los países europeos estuvieron enfrentándose, a lo largo de los siglos, en continuos conflictos bélicos, sumamente cruentos. Algunos (sólo algunos) ejemplos son la guerra de los Cien Años, las invasiones napoleónicas, la guerra franco-prusiana y, en el siglo XX, las dos guerras mundiales.
Como es bien sabido, la segunda guerra mundial terminó hace apenas seis décadas: en 1945. En un bando estuvieron (aparte de otros países) Francia e Inglaterra, y en el otro bando Alemania e Italia. Varios millones de personas murieron en esta guerra, y otros tantos fallecieron en la primera (concluida en 1918). Entre 1939 y 1945 muchas ciudades, como Londres o Berlín, resultaron bombardeadas y arrasadas por el ejército enemigo. París fue ocupada por los alemanes, y los franceses que se opusieron a la ocupación (los integrantes de “la Resistencia”) fueron torturados y fusilados. Muchas personas sufrieron heridas y mutilaciones de guerra. El odio, la rivalidad y el afán revanchista almacenados por los nacionales de unos y otros Estados debió ser muy intenso.
Sin embargo, esto no impidió que, pocos años después, surgieran las Comunidades Europeas, germen de la C.E.E. y de la Unión Europea (U.E.).
Es verdad que al principio no se pretendía tanto como una unión política. También es cierto que no todos los países europeos (ni siquiera todos los de Europa occidental) estuvieron en el origen del ideal europeísta. Pero el caso es que sus creadores fueron capaces, muy pocos años después de la segunda guerra mundial, de orillar sus rencores y, mirando hacia delante, crear una alianza transfronteriza (primero comercial, luego política) entre países que, pocos años antes, se habían destrozado mutuamente.
En nuestros días resultaría impensable un conflicto militar entre Francia, España e Inglaterra. Sin embargo, estos enfrentamientos armados fueron habituales en épocas relativamente recientes (por ejemplo, batalla de Trafalgar, a principios del siglo XIX).
Por una vez, después de la segunda guerra mundial (el más grave conflicto bélico que ha conocido la humanidad) algunos europeos aprendieron de la historia y entendieron que el perdón, la paz, la cooperación y la dilución de fronteras constituían el único camino posible. Lástima que no siempre sea así.
Actualmente la U.E. garantiza, de hecho, que los países europeos no volverán a enfrentarse entre sí en una guerra.
Por ello, cuando se afirma que la U.E. defiende a Europa de la competencia comercial de los Estados Unidos y Japón, no se dice toda la verdad. La realidad es que la U.E. defiende a Europa, sobre todo, de sí misma.
Los países europeos estuvieron enfrentándose, a lo largo de los siglos, en continuos conflictos bélicos, sumamente cruentos. Algunos (sólo algunos) ejemplos son la guerra de los Cien Años, las invasiones napoleónicas, la guerra franco-prusiana y, en el siglo XX, las dos guerras mundiales.
Como es bien sabido, la segunda guerra mundial terminó hace apenas seis décadas: en 1945. En un bando estuvieron (aparte de otros países) Francia e Inglaterra, y en el otro bando Alemania e Italia. Varios millones de personas murieron en esta guerra, y otros tantos fallecieron en la primera (concluida en 1918). Entre 1939 y 1945 muchas ciudades, como Londres o Berlín, resultaron bombardeadas y arrasadas por el ejército enemigo. París fue ocupada por los alemanes, y los franceses que se opusieron a la ocupación (los integrantes de “la Resistencia”) fueron torturados y fusilados. Muchas personas sufrieron heridas y mutilaciones de guerra. El odio, la rivalidad y el afán revanchista almacenados por los nacionales de unos y otros Estados debió ser muy intenso.
Sin embargo, esto no impidió que, pocos años después, surgieran las Comunidades Europeas, germen de la C.E.E. y de la Unión Europea (U.E.).
Es verdad que al principio no se pretendía tanto como una unión política. También es cierto que no todos los países europeos (ni siquiera todos los de Europa occidental) estuvieron en el origen del ideal europeísta. Pero el caso es que sus creadores fueron capaces, muy pocos años después de la segunda guerra mundial, de orillar sus rencores y, mirando hacia delante, crear una alianza transfronteriza (primero comercial, luego política) entre países que, pocos años antes, se habían destrozado mutuamente.
En nuestros días resultaría impensable un conflicto militar entre Francia, España e Inglaterra. Sin embargo, estos enfrentamientos armados fueron habituales en épocas relativamente recientes (por ejemplo, batalla de Trafalgar, a principios del siglo XIX).
Por una vez, después de la segunda guerra mundial (el más grave conflicto bélico que ha conocido la humanidad) algunos europeos aprendieron de la historia y entendieron que el perdón, la paz, la cooperación y la dilución de fronteras constituían el único camino posible. Lástima que no siempre sea así.
Actualmente la U.E. garantiza, de hecho, que los países europeos no volverán a enfrentarse entre sí en una guerra.
Por ello, cuando se afirma que la U.E. defiende a Europa de la competencia comercial de los Estados Unidos y Japón, no se dice toda la verdad. La realidad es que la U.E. defiende a Europa, sobre todo, de sí misma.
Wednesday, October 10, 2007
Opio
La conocida afirmación de Marx según la cual la religión actúa como opio o “adormidera” de las clases desfavorecidas, alude al papel que la fe religiosa ha desempeñado al fomentar la aceptación de la desigualdad por quienes la sufrían.
La religión favorecía que los maltratados por el desigual reparto de la riqueza consintieran esa situación. Les hacía resignarse porque se les prometía un futuro intangible (un “más allá”, una vida después de la muerte) en que se les resarciría de sus privaciones. De ese modo, los explotados venían a aquietarse a su condición y se mostraban conformistas.
Eso es lo que Marx quería decir. Pero, aun aceptando la realidad de esta afirmación, lo cierto es que la fe religiosa ha desempeñado también una función consoladora respecto de otros dolores distintos de la injusticia social.
Me refiero al dolor en sentido estricto: dolor físico y dolor moral. El sufrimiento por la enfermedad propia o por la muerte de un ser querido.
Actualmente es raro que un niño muera, pero en el pasado la mortandad infantil era muy frecuente. Muchos padres y madres veían morir a sus hijos en plena infancia. Y es difícil imaginar un sufrimiento mayor. Pues bien, según sus creencias religiosas estos niños (siempre que estuvieran bautizados) iban derechos al cielo.
Por otro lado, en nuestros tiempos disponemos de medios analgésicos eficaces contra el dolor. Pero en el pasado había que padecer el dolor físico con toda su crudeza. Y la religión constituía, quizá, el único consuelo para estos enfermos.
Quienes sentían dolor se consolaban pensando que ese sufrimiento no era inútil, pues lo que estaban padeciendo “se les descontaría” del purgatorio. O sea: no importaba sufrir porque, de todos modos, tendrían que padecer dolor en la otra vida antes de ser acogidos en el cielo. Por ello, el dolor tenía razón de ser.
Puede parecer un modo pueril de consolarse, pero seguramente era lo único que entonces daba sentido al dolor. A un dolor físico que a menudo era largo, intenso e irreductible.
Para quienes tenían la religión como único consuelo respecto de la enfermedad y el sufrimiento, la fe constituía una experiencia paliativa y reconfortante. Era una especie de anestesia (“adormidera”), en una época en que no se conocían medios para combatir el dolor.
En aquellas circunstancias, privar a esas personas de su alivio religioso habría sido en extremo cruel.
La religión favorecía que los maltratados por el desigual reparto de la riqueza consintieran esa situación. Les hacía resignarse porque se les prometía un futuro intangible (un “más allá”, una vida después de la muerte) en que se les resarciría de sus privaciones. De ese modo, los explotados venían a aquietarse a su condición y se mostraban conformistas.
Eso es lo que Marx quería decir. Pero, aun aceptando la realidad de esta afirmación, lo cierto es que la fe religiosa ha desempeñado también una función consoladora respecto de otros dolores distintos de la injusticia social.
Me refiero al dolor en sentido estricto: dolor físico y dolor moral. El sufrimiento por la enfermedad propia o por la muerte de un ser querido.
Actualmente es raro que un niño muera, pero en el pasado la mortandad infantil era muy frecuente. Muchos padres y madres veían morir a sus hijos en plena infancia. Y es difícil imaginar un sufrimiento mayor. Pues bien, según sus creencias religiosas estos niños (siempre que estuvieran bautizados) iban derechos al cielo.
Por otro lado, en nuestros tiempos disponemos de medios analgésicos eficaces contra el dolor. Pero en el pasado había que padecer el dolor físico con toda su crudeza. Y la religión constituía, quizá, el único consuelo para estos enfermos.
Quienes sentían dolor se consolaban pensando que ese sufrimiento no era inútil, pues lo que estaban padeciendo “se les descontaría” del purgatorio. O sea: no importaba sufrir porque, de todos modos, tendrían que padecer dolor en la otra vida antes de ser acogidos en el cielo. Por ello, el dolor tenía razón de ser.
Puede parecer un modo pueril de consolarse, pero seguramente era lo único que entonces daba sentido al dolor. A un dolor físico que a menudo era largo, intenso e irreductible.
Para quienes tenían la religión como único consuelo respecto de la enfermedad y el sufrimiento, la fe constituía una experiencia paliativa y reconfortante. Era una especie de anestesia (“adormidera”), en una época en que no se conocían medios para combatir el dolor.
En aquellas circunstancias, privar a esas personas de su alivio religioso habría sido en extremo cruel.
Tuesday, October 09, 2007
Efímera
Efímera quietud
como noche en la selva.
Premonitoria calma,
presagio de unas garras que vendrán
a romperla.
como noche en la selva.
Premonitoria calma,
presagio de unas garras que vendrán
a romperla.
Monday, October 08, 2007
Ubicados
El lenguaje, al gramatizar la realidad, asigna al espacio y al tiempo idénticas categorías sintácticas. En sirve tanto para el lugar (“vivo en Lugo”) como para el tiempo (“nací en el año 1962”). Lo mismo sucede con desde, entre, hacia, etc: “vengo desde mi casa”; “juego al tenis desde hace tres años”; “me senté entre dos árboles”; “la aceituna se recoge entre diciembre y febrero”; “ya vamos hacia el otoño”.
No sólo ocurre con el régimen preposicional. Cerca y lejos pasan por ser adverbios de lugar, pero se usan igualmente para el tiempo: “Qué lejos queda el día de mi boda”; “Ya está cerca el verano”… Y otro tanto sucede con delante y detrás: “su niñez quedó atrás”; “tienes mucho tiempo por delante”.
Nos ubicamos tanto en el espacio como en el tiempo, y las estructuras lingüísticas reproducen esta asimilación mental.
Llegamos incluso a afirmar que el tiempo transcurre deprisa o despacio, veloz o lentamente: “Qué rápidas se me han hecho estas horas”; “qué despacio pasa el tiempo cuando estoy impaciente”). Lo cual nuevamente supone aplicar al tiempo y al espacio categorías coincidentes. Hablamos como si el tiempo se desplazara. (Pero el tiempo no se traslada ni tiene velocidad: el tiempo –y el espacio- determinan la velocidad).
Puede que en la realidad haya otras dimensiones que no captamos, pero el caso es que nuestra mente percibe el espacio y el tiempo como las dos referencias que nos sitúan: las coordinadas en que vivimos. Y por ello, al verbalizarlas, les asignamos iguales categorías.
No sólo ocurre con el régimen preposicional. Cerca y lejos pasan por ser adverbios de lugar, pero se usan igualmente para el tiempo: “Qué lejos queda el día de mi boda”; “Ya está cerca el verano”… Y otro tanto sucede con delante y detrás: “su niñez quedó atrás”; “tienes mucho tiempo por delante”.
Nos ubicamos tanto en el espacio como en el tiempo, y las estructuras lingüísticas reproducen esta asimilación mental.
Llegamos incluso a afirmar que el tiempo transcurre deprisa o despacio, veloz o lentamente: “Qué rápidas se me han hecho estas horas”; “qué despacio pasa el tiempo cuando estoy impaciente”). Lo cual nuevamente supone aplicar al tiempo y al espacio categorías coincidentes. Hablamos como si el tiempo se desplazara. (Pero el tiempo no se traslada ni tiene velocidad: el tiempo –y el espacio- determinan la velocidad).
Puede que en la realidad haya otras dimensiones que no captamos, pero el caso es que nuestra mente percibe el espacio y el tiempo como las dos referencias que nos sitúan: las coordinadas en que vivimos. Y por ello, al verbalizarlas, les asignamos iguales categorías.
Friday, October 05, 2007
Tiempo lento
Asociamos el paso del tiempo al progreso. Damos por sentado que el transcurso de los años conlleva avances y mejoras. Hemos visto desarrollarse la automoción, la aeronáutica, la informática... Últimamente también -y de forma acelerada- la telefonía móvil, la televisión digital, internet... Por eso percibimos la vida como algo lineal y evolucionable.
Pero no siempre ha sido así. Hasta hace dos siglos la percepción del tiempo era más bien estática. Cada generación no consideraba que su vida tuviera que ser mejor que la de sus progenitores. El tiempo se conceptuaba como un continuum, un remanso; no como algo dinámico.
Es verdad que ocasionalmente, a lo largo de los siglos, hubo invenciones: la brújula, el molino de viento, el reloj, la imprenta... Pero eran avances muy espaciados que no alteraban la idea de cada generación según la cual su vida sería similar a la de aquélla que le precedió. Y en todo caso las condiciones vitales de cada generación no dependían de los avances técnicos, sino de otros factores (ausencia o no de epidemias, hambrunas, guerras).
Sólo desde hace dos siglos la tecnología se percibe como un factor esencial en la mejora de las condiciones de vida. Sólo desde entonces el progreso se entiende consustancial al transcurso del tiempo, y la vida es sentida como cambiante.
Pero no siempre ha sido así. Hasta hace dos siglos la percepción del tiempo era más bien estática. Cada generación no consideraba que su vida tuviera que ser mejor que la de sus progenitores. El tiempo se conceptuaba como un continuum, un remanso; no como algo dinámico.
Es verdad que ocasionalmente, a lo largo de los siglos, hubo invenciones: la brújula, el molino de viento, el reloj, la imprenta... Pero eran avances muy espaciados que no alteraban la idea de cada generación según la cual su vida sería similar a la de aquélla que le precedió. Y en todo caso las condiciones vitales de cada generación no dependían de los avances técnicos, sino de otros factores (ausencia o no de epidemias, hambrunas, guerras).
Sólo desde hace dos siglos la tecnología se percibe como un factor esencial en la mejora de las condiciones de vida. Sólo desde entonces el progreso se entiende consustancial al transcurso del tiempo, y la vida es sentida como cambiante.
Thursday, October 04, 2007
Libros largos
Una película se ve en un par de horas. Puede pasar que no nos guste. Habremos perdido dos horas (aparte del precio de la entrada, si la hemos visto en el cine).
Algo similar ocurre con una obra teatral.
Pero un libro puede llevar muchas horas, incluso días, de lectura. Quien escribe (o mejor dicho, quien decide publicar) un libro largo debe ser consciente de que está requiriendo de sus lectores una atención muy dilatada. Es verdad que el lector puede, si en sus primeras páginas el libro no le agrada, abandonar su lectura. Pero esto a su vez implica un coste de frustración o contrariedad. Quien empieza a leer un libro, atraído por su título o su temática, aspira a terminarlo.
Creo por ello que escribir un libro largo entraña una severa responsabilidad. El autor debe estar muy persuadido de que lo que escribe reúne la calidad y el interés suficientes como para que otras personas le dediquen varias horas, o días, de su vida.
Algo similar ocurre con una obra teatral.
Pero un libro puede llevar muchas horas, incluso días, de lectura. Quien escribe (o mejor dicho, quien decide publicar) un libro largo debe ser consciente de que está requiriendo de sus lectores una atención muy dilatada. Es verdad que el lector puede, si en sus primeras páginas el libro no le agrada, abandonar su lectura. Pero esto a su vez implica un coste de frustración o contrariedad. Quien empieza a leer un libro, atraído por su título o su temática, aspira a terminarlo.
Creo por ello que escribir un libro largo entraña una severa responsabilidad. El autor debe estar muy persuadido de que lo que escribe reúne la calidad y el interés suficientes como para que otras personas le dediquen varias horas, o días, de su vida.
Tuesday, October 02, 2007
Confío en ti
La inmensa mayoría de los hechos que creemos no los hemos presenciado. Simplemente no dudamos de las fuentes (libros, maestros, medios de comunicación, personas de nuestro entorno...) que nos los transmiten.
[Creo que Urano es un planeta del sistema solar aunque nunca he estado allí y ni siquiera lo he avistado con un telescopio. Creo que el río Ganges fluye por la India (y creo también que la India existe) aunque nunca he viajado a ese lugar. Creo que Claudio fue un emperador romano a pesar de que nunca lo vi. Creo que mis padres son mis padres aunque no recuerdo el instante de mi nacimiento. Etcétera.]
Creemos que algo es verdad cuando quien lo dice nos inspira confianza, o al menos entendemos que ningún motivo tendría para engañarnos.
Nuestra idea de la realidad no se basa en la percepción sensorial directa, sino fundamentalmente en nuestra confianza en los otros.
[Creo que Urano es un planeta del sistema solar aunque nunca he estado allí y ni siquiera lo he avistado con un telescopio. Creo que el río Ganges fluye por la India (y creo también que la India existe) aunque nunca he viajado a ese lugar. Creo que Claudio fue un emperador romano a pesar de que nunca lo vi. Creo que mis padres son mis padres aunque no recuerdo el instante de mi nacimiento. Etcétera.]
Creemos que algo es verdad cuando quien lo dice nos inspira confianza, o al menos entendemos que ningún motivo tendría para engañarnos.
Nuestra idea de la realidad no se basa en la percepción sensorial directa, sino fundamentalmente en nuestra confianza en los otros.
Monday, October 01, 2007
Motivos
Para no reventar. He ahí un motivo para escribir.
Para que lo que uno está escribiendo no acabe con uno. He ahí un motivo para acabar de escribirlo.
Para no pasarse la vida corrigiendo textos. He ahí un motivo para publicarlos.
Para que lo que uno está escribiendo no acabe con uno. He ahí un motivo para acabar de escribirlo.
Para no pasarse la vida corrigiendo textos. He ahí un motivo para publicarlos.
Final
Vendrá un no-tiempo en que siempre será nunca y aquí será ningún sitio. El no-espacio se llenará de vacío. Todo se volverá nada.
El fin devendrá infinito.
Los contrarios se harán, por fin, sinónimos.
El fin devendrá infinito.
Los contrarios se harán, por fin, sinónimos.
Friday, September 28, 2007
Variedades
Civiles, mundiales, de conquista, de reconquista, coloniales, de religión, de sucesión, de secesión... Los humanos hemos inventado muchas variedades. Y, con el tiempo, hemos ido perfeccionándolas. Lo que evidencia que nuestro intelecto no admite límites.
Thursday, September 27, 2007
Cuestas
Cuesta trabajo subir. Cuesta trabajo bajar (bajar no es dejarse caer).
Nos pasamos la vida subiendo y bajando, sin espacio para la quietud ni la llanura. Y ambas acciones -subir, bajar-cuestan: tienen un coste.
Probablemente por eso decimos "cuesta arriba" y "cuesta abajo".
Nos pasamos la vida subiendo y bajando, sin espacio para la quietud ni la llanura. Y ambas acciones -subir, bajar-cuestan: tienen un coste.
Probablemente por eso decimos "cuesta arriba" y "cuesta abajo".
Wednesday, September 26, 2007
Te ordeno que me ames
Órdenes de cumplimiento imposible. Órdenes dirigidas, no a la voluntad, sino a los sentimientos. Como
-“Cree”; “ten fe en esto”.
-“Ama a Dios”.
-“No desees”. “No envidies”. “No codicies”...
¿Acaso puede alguien decidir (aunque sea en cumplimiento de una orden) lo que cree, lo que ama o lo que desea?
¿Puede alguien decirse a sí mismo “voy a creer que la Tierra es plana” y creerlo realmente? ¿Puede alguien decidir “a partir de ahora me va a gustar esto” y gustarle de verdad?
Todo lo más, puede actuar “como si se amara” algo, “como si creyera” en algo, “como si…”.
De nosotros dependen nuestros actos. Pero creer, amar o desear no son actos, sino sentimientos. Y nuestros sentimientos no dependen de nosotros.
-“Cree”; “ten fe en esto”.
-“Ama a Dios”.
-“No desees”. “No envidies”. “No codicies”...
¿Acaso puede alguien decidir (aunque sea en cumplimiento de una orden) lo que cree, lo que ama o lo que desea?
¿Puede alguien decirse a sí mismo “voy a creer que la Tierra es plana” y creerlo realmente? ¿Puede alguien decidir “a partir de ahora me va a gustar esto” y gustarle de verdad?
Todo lo más, puede actuar “como si se amara” algo, “como si creyera” en algo, “como si…”.
De nosotros dependen nuestros actos. Pero creer, amar o desear no son actos, sino sentimientos. Y nuestros sentimientos no dependen de nosotros.
Monday, September 24, 2007
De miedo
Cualquiera que sea su género, los libros que más nos gustan son libros "de miedo". Porque se leen con miedo: con miedo a que se acaben.
Cuestión de suerte
Si la reencarnación (volver a la vida, tras la muerte, en otro cuerpo) se demostrase, habría un inusitado interés por la justicia distributiva y la igualdad económica a escala planetaria; ya que, al no saber en quién va uno después a encarnarse, nadie desearía que en el mundo haya zonas de miseria y privación, no fuese a corresponderle re-nacer allí.
Por puro egoísmo seríamos justos.
Por puro egoísmo seríamos justos.
Explosión
El No-Universo estaba lleno de vacío. O sea, de nada y nunca.
Entonces, en medio de aquel vacío, se hizo un hueco. Para dar tiempo al tiempo, y lugar al lugar.
Y así fue como empezó el Universo.
Es muy simple. Cualquier niño lo entendería... sobre todo si aún no ha nacido.
Entonces, en medio de aquel vacío, se hizo un hueco. Para dar tiempo al tiempo, y lugar al lugar.
Y así fue como empezó el Universo.
Es muy simple. Cualquier niño lo entendería... sobre todo si aún no ha nacido.
Sunday, September 16, 2007
Estás hecho un artista
Estás hecho un artista. O una artista.
Eres un ser fantástico. Cada noche, mezclando las impresiones del día, confeccionas una historia. Le pones imagen y sonido. Tú eres el guionista, el cámara, el montador. Puede ser cómica, romántica, de miedo...
Cada noche dispones un pase privado. O varios. Cada noche ves tus propias películas. (Aunque a veces, al despertarte, no las recuerdes.)
Eres un creador. Un cineasta. Dicho de otro modo: SUEÑAS.
Eres un ser fantástico. Cada noche, mezclando las impresiones del día, confeccionas una historia. Le pones imagen y sonido. Tú eres el guionista, el cámara, el montador. Puede ser cómica, romántica, de miedo...
Cada noche dispones un pase privado. O varios. Cada noche ves tus propias películas. (Aunque a veces, al despertarte, no las recuerdes.)
Eres un creador. Un cineasta. Dicho de otro modo: SUEÑAS.
Friday, September 14, 2007
No confundamos
Debe quedar bien claro que la producción intelectual, científica o artística de una persona, por muy brillante o admirable que pueda parecernos, no condiciona en absoluto el juicio que, en todos los demás ámbitos de la vida, merezca su conducta.
Thursday, September 13, 2007
Reciprocidad
Se dice que hay que respetar las costumbres, los ritos, las tradiciones...
Sí, pero, y ellos (las costumbres, las tradiciones, los convencionalismos...), ¿acaso no deben respetarnos a nosotros?
Sí, pero, y ellos (las costumbres, las tradiciones, los convencionalismos...), ¿acaso no deben respetarnos a nosotros?
Vitalicio
Existí en un cuerpo de bebé, en un cuerpo de niño, en un cuerpo de joven.
Existo en un cuerpo de adulto.
Tal vez llegue a existir en un cuerpo de anciano.
Y todo el tiempo fui, soy y seré yo. Yo vitalicio: dícese del conjunto de cuerpos agrupados por un nombre y un DNI.
Existo en un cuerpo de adulto.
Tal vez llegue a existir en un cuerpo de anciano.
Y todo el tiempo fui, soy y seré yo. Yo vitalicio: dícese del conjunto de cuerpos agrupados por un nombre y un DNI.
Monday, September 10, 2007
Y aun así
Gentes del lado pobre. Habitantes de chabola e ignorancia. Adultos de nacimiento.
Humanos para quienes la vida fue siempre zafia y mezquina.
Y aun así les exigimos ser honestos.
Humanos para quienes la vida fue siempre zafia y mezquina.
Y aun así les exigimos ser honestos.
Saturday, September 08, 2007
No volver
Procuro no volver a los lugares en que fui feliz. Temo que otra vivencia, en el mismo sitio, estropee mi recuerdo. Así, los lugares que asocio a mi felicidad dejan de ser espacios físicos y se ubican sólo en la memoria. Pero no siempre es posible no volver. El mundo es pequeño.
Oscuros
Quien no escribe para ser entendido, no merece ser leído. Quien no habla para ser comprendido, no merece ser escuchado.
No dedicaré mi tiempo a quien no me respeta.
No dedicaré mi tiempo a quien no me respeta.
genÉTICA
La ética es genética. El respeto hacia los congéneres está presente en todas las especies animales. Aunque en situaciones de conflicto (territorial, reproductivo) los congéneres se agredan, fuera de estas tensiones hay una tendencia general al respeto, incluso a una cierta colaboración y solidaridad intra-específica. Sin esa pulsión, ninguna especie habría podido prosperar: se habría extinguido. De ahí que haya sido un comportamiento favorecido por la selección natural. En el caso de los homínidos, por su carácter social y su debilidad individual para hacer frente al ataque de otras especies, es probable que esa tendencia solidaria se desarrollase especialmente. Creo que la ética es un trasunto a escala humana de ese instinto, tan acendrado, de respeto a los semejantes.
La diferencia
No hemos inventado la depredación, la rapiña, el engaño, la trampa... Todo eso estaba ya en la naturaleza: en la vida animal y puede que incluso en los vegetales (plantas carnívoras). La diferencia es que ellos los emplean para sobrevivir, mientras que nosotros los aplicamos a la pura codicia.
Friday, September 07, 2007
Qué vida tan dura
Tomemos un ladrillo, atémoslo a una cuerda y arrojémoslo al mar. Mantengámoslo sumergido durante un par de meses. Transcurrido ese tiempo, tiremos de la cuerda y saquémoslo. El ladrillo se habrá cubierto de corales, algas, moluscos… Contendrá toda la vida que puede albergar, todos los seres que caben en él.
Igual que sobre ese ladrillo, actúa el fenómeno vital sobre el conjunto del planeta. Generando toda la vida posible, toda la que materialmente puede existir.
Por eso vivir es tan duro. No sólo para los humanos, sino para todos los seres.
Y es que, si bien la vida tiende a multiplicarse ilimitadamente, los nutrientes son limitados; de modo que los seres vivos han de competir y disputarse hasta la última fracción de alimento. Se impone así una lucha incesante, entre seres de distinta especie (depredación) y entre seres de la misma especie (territorialidad).
Si el fenómeno “vida” estuviera guiado por una voluntad consciente, podríamos concluir que a ésta no le interesa producir seres felices, seres que disfruten de una existencia cómoda y fácil. Sino que su único objetivo es fabricar toda la vida posible, aunque sean criaturas sufrientes y desdichadas.
Yo no puedo evitar preguntarme: Tanta vida y tan dura ¿para qué?
Igual que sobre ese ladrillo, actúa el fenómeno vital sobre el conjunto del planeta. Generando toda la vida posible, toda la que materialmente puede existir.
Por eso vivir es tan duro. No sólo para los humanos, sino para todos los seres.
Y es que, si bien la vida tiende a multiplicarse ilimitadamente, los nutrientes son limitados; de modo que los seres vivos han de competir y disputarse hasta la última fracción de alimento. Se impone así una lucha incesante, entre seres de distinta especie (depredación) y entre seres de la misma especie (territorialidad).
Si el fenómeno “vida” estuviera guiado por una voluntad consciente, podríamos concluir que a ésta no le interesa producir seres felices, seres que disfruten de una existencia cómoda y fácil. Sino que su único objetivo es fabricar toda la vida posible, aunque sean criaturas sufrientes y desdichadas.
Yo no puedo evitar preguntarme: Tanta vida y tan dura ¿para qué?
Thursday, September 06, 2007
Melancolía
Melancolía. Tono vital bajo. Defensa frente al sufrimiento.
Quien mantiene un tono vital bajo está protegido frente a las caídas, porque éstas siempre serán leves. Se comprende que quien ha sufrido tenga miedo de sufrir más y por eso intente blindarse. Es verdad que, a cambio, se priva de “volar alto”: esto es, de la alegría.
Hay una canción cuya letra refleja bien esta idea: “Querida tristeza,/ de ti me he enamora(d)o/ y ya he deja(d)o de ser/ un pobre desgracia(d)o/ a tu la(d)o”.
Quien mantiene un tono vital bajo está protegido frente a las caídas, porque éstas siempre serán leves. Se comprende que quien ha sufrido tenga miedo de sufrir más y por eso intente blindarse. Es verdad que, a cambio, se priva de “volar alto”: esto es, de la alegría.
Hay una canción cuya letra refleja bien esta idea: “Querida tristeza,/ de ti me he enamora(d)o/ y ya he deja(d)o de ser/ un pobre desgracia(d)o/ a tu la(d)o”.
Wednesday, September 05, 2007
Miserabilis
Las palabras mutan y por eso empleamos miserable como sinónimo de "canalla". Pero perdura un rescoldo de su origen: "que puede o merece ser compadecido". Así que hay, también, una razón etimológica para sentir compasión por los canallas.
Monday, September 03, 2007
O bien
A un niño se le caerá el helado de chocolate. Sobre la acera quedará una mancha marrón.
Poco después cruzarás tú. No repararás en la mancha y la pisarás. El helado aún estará líquido. Resbalarás. Caída aparatosa, posible fractura. Te llevarán a un hospital. Allí reencontrarás a Ana, una amiga de tu infancia. Ahora es traumatóloga. ¡Qué casualidad! Os pasaréis los teléfonos y, tras tu restablecimiento, quedaréis para cenar. Después más llamadas, más citas. Un año más tarde, te casarás con ella. Tendréis tres hijos y envejeceréis juntos.
O bien:
Al niño no se le caerá el helado. Cruzarás tranquilamente la calle. Llegarás a la oficina (porque te diriges a la oficina). Trabajarás como cualquier día. Nunca sabrás que Ana (aquella amiga de tu niñez) es traumatóloga, nunca volverás a verla. Obviamente no convivirás con ella. Tampoco te casarás, ni tendrás hijos.
Obviedad:
El futuro de mucha gente depende de un niño anónimo y de su helado de chocolate. También se puede escribir con mayúscula y llamar Destino.
(Confidencia del autor: En la versión inicial el objeto resbaladizo que motivaba la caída no era un helado, sino una caca de perro. Poco importa.)
Poco después cruzarás tú. No repararás en la mancha y la pisarás. El helado aún estará líquido. Resbalarás. Caída aparatosa, posible fractura. Te llevarán a un hospital. Allí reencontrarás a Ana, una amiga de tu infancia. Ahora es traumatóloga. ¡Qué casualidad! Os pasaréis los teléfonos y, tras tu restablecimiento, quedaréis para cenar. Después más llamadas, más citas. Un año más tarde, te casarás con ella. Tendréis tres hijos y envejeceréis juntos.
O bien:
Al niño no se le caerá el helado. Cruzarás tranquilamente la calle. Llegarás a la oficina (porque te diriges a la oficina). Trabajarás como cualquier día. Nunca sabrás que Ana (aquella amiga de tu niñez) es traumatóloga, nunca volverás a verla. Obviamente no convivirás con ella. Tampoco te casarás, ni tendrás hijos.
Obviedad:
El futuro de mucha gente depende de un niño anónimo y de su helado de chocolate. También se puede escribir con mayúscula y llamar Destino.
(Confidencia del autor: En la versión inicial el objeto resbaladizo que motivaba la caída no era un helado, sino una caca de perro. Poco importa.)
Saturday, September 01, 2007
Yo no
Yo es mentira. Yo está hecho de otros. De óvulos y esperma: ya desde el principio estoy hecho de otros. Así que soy mentira. Y ellos, los otros, también.
Friday, August 31, 2007
Mito
Necesitamos tanto un héroe, un superhombre, alguien a quien creer perfecto...
No para imitarlo (ya se sabe que no), sino por sentirlo hacedero: Nosotros no somos capaces; pero poderse, se puede.
Sin embargo, no hallamos nadie así en la realidad.
Así que tenemos que esculpirlo. Para que exista, al menos, en la imaginería.
No para imitarlo (ya se sabe que no), sino por sentirlo hacedero: Nosotros no somos capaces; pero poderse, se puede.
Sin embargo, no hallamos nadie así en la realidad.
Así que tenemos que esculpirlo. Para que exista, al menos, en la imaginería.
Monday, August 27, 2007
Dijimos
Dijimos, asentimos, exclamamos,
preguntamos, respondimos y
así hasta que el sonido, los sonidos
no dieron más de sí.
preguntamos, respondimos y
así hasta que el sonido, los sonidos
no dieron más de sí.
Alivio
Expulsaríamos ganar, perder, derrotar.
Con las voces habrían de partir los conceptos.
Al idioma libraríamos de zafiedades.
Con las voces habrían de partir los conceptos.
Al idioma libraríamos de zafiedades.
Fueron
No escogí amar
ni aborrecer
ni amar de nuevo.
Fueron ellos
(no amar, amar ahora)
quienes eligieron
a mí.
ni aborrecer
ni amar de nuevo.
Fueron ellos
(no amar, amar ahora)
quienes eligieron
a mí.
Qué me falta
¿Qué me falta?
Sí: ¿qué me falta?
¿Qué es lo que ahora
(o sea, siempre)
y por mucho que tenga
me falta?
Sí: ¿qué me falta?
¿Qué es lo que ahora
(o sea, siempre)
y por mucho que tenga
me falta?
Qué suerte
Qué suerte, qué suerte
que al final todo-todo
(y cuando digo todo quiero decir Todo)
haya de disolverse.
que al final todo-todo
(y cuando digo todo quiero decir Todo)
haya de disolverse.
Granjera
Ahí viene doña Bío con su calculadora. Si mueren mil, han de nacer mil. A cada especie, su cupo de individuos. Y deben morir al dejar de ser fértiles. Desde ese momento ya no interesan.
Y dígame, doña Bío: ¿para qué, o para quién, mantiene usted esta granja?
Y dígame, doña Bío: ¿para qué, o para quién, mantiene usted esta granja?
Inertes
Los motores se comportan bien o mal. Desconectamos los aparatos para que descansen. Un coche sufre (y se queja) si le hacemos circular en primera por llano. Y aún más sufriría si tuviera sistema nervioso.
Sequía
Sequía. Está sedienta la tierra. Están sedientos los árboles. Alguna parte de ellos tiene, y siente, sed.
Wednesday, July 18, 2007
Así son
Mimosas, exigentes ("deshaz la rima involuntaria", "corrige esta cacofonía"), a ratos mezquinas, rebeldes (eso ya lo dijo Gustavo Adolfo), amables (=que se las puede amar)..., así son las palabras.
Monday, July 16, 2007
Al pan, pan
Barroquistas, petulantes, culteranistas, conceptistas, retóricos, declamantes, picos de oro, charlatanes, preciosistas, histriones, oradores engolados, gentes del verbo florido, etc.
ya pueden inscribirse:
Queda abierto el plazo de matrícula para nuestro curso sobre
EL ARTE DE HABLAR CLARO Y LLANO
(Con profesores cualificados: campesinos, artesanos, pastores…)
ya pueden inscribirse:
Queda abierto el plazo de matrícula para nuestro curso sobre
EL ARTE DE HABLAR CLARO Y LLANO
(Con profesores cualificados: campesinos, artesanos, pastores…)
Monday, July 09, 2007
Thursday, June 07, 2007
Fotones
“Los pensamientos son agrupaciones de fotones. Si pudiéramos observar una mente mientras piensa, veríamos nubes de fotones con bandas de información moduladas por frecuencias” (Deepak Chopra).
Lo afirma la ciencia. Así que, y a modo de ejemplo:
Amor es una agrupación de fotones
Angustia es una agrupación de fotones.
Esperanza es una agrupación de fotones.
Miedo es una agrupación de fotones.
Odio es una agrupación de fotones.
Piedad es una agrupación de fotones. Etcétera.
Por dentro, todos los pensamientos son agrupaciones de fotones. Y es posible que no varíe la forma de agruparse en cada caso. Tal vez ni siquiera haya, en función de qué se piensa, algún matiz diferenciador.
No sé muy bien qué me lleva esto a pensar. En todo caso, una agrupación de fotones. Otra más.
Lo afirma la ciencia. Así que, y a modo de ejemplo:
Amor es una agrupación de fotones
Angustia es una agrupación de fotones.
Esperanza es una agrupación de fotones.
Miedo es una agrupación de fotones.
Odio es una agrupación de fotones.
Piedad es una agrupación de fotones. Etcétera.
Por dentro, todos los pensamientos son agrupaciones de fotones. Y es posible que no varíe la forma de agruparse en cada caso. Tal vez ni siquiera haya, en función de qué se piensa, algún matiz diferenciador.
No sé muy bien qué me lleva esto a pensar. En todo caso, una agrupación de fotones. Otra más.
Wednesday, May 30, 2007
Ser yo
Ser yo. Estar dentro: esos brazos son míos; esas piernas son mías; si alguien golpea esta cara me dolerá a mí; si mastico una almendra sentiré yo el sabor... El territorio de mi percepción; el espacio donde mando; el que gobierna este cuerpo; las terminales nerviosas y allí donde convergen; la mente rectora y también quien la rige. Yo.
Pero ahora sabemos que los yoes son limitados. Igual que no hay infinitas especies, ni infinitos árboles ni infinitos tigres, tampoco hay infinitas yoidades.
Cuando mueras, desaparecerá tu yo. Pero lo probable es que, antes o después, alguien nazca con él. Ya hemos dicho que no son infinitos.
Tendrá otra identidad pero tendrá tu yo. Tendrá tu sujeto. Esa persona será (serás) tú, aunque no recuerde (recuerdes) que antes vivió (viviste) en ti.
En pocas palabras: tú serás él.
Pero ahora sabemos que los yoes son limitados. Igual que no hay infinitas especies, ni infinitos árboles ni infinitos tigres, tampoco hay infinitas yoidades.
Cuando mueras, desaparecerá tu yo. Pero lo probable es que, antes o después, alguien nazca con él. Ya hemos dicho que no son infinitos.
Tendrá otra identidad pero tendrá tu yo. Tendrá tu sujeto. Esa persona será (serás) tú, aunque no recuerde (recuerdes) que antes vivió (viviste) en ti.
En pocas palabras: tú serás él.
Thursday, May 17, 2007
Añicos
Lo peor no es que el entramado se haya hecho añicos. Lo peor es que la pieza que cayó y produjo el desmoronamiento, se ha perdido. No va a volver.
Y a ver ahora cómo rehacer un ensamblaje sin su añico de bóveda, sin su pieza angular.
Y a ver ahora cómo rehacer un ensamblaje sin su añico de bóveda, sin su pieza angular.
Monday, May 14, 2007
Entre medias
Nota biográfica:
Su primera muerte duró entre el principio de los tiempos -denominado big bang- y el día en que fue concebido.
Su segunda muerte duró entre el día en que expiró y el final de los tiempos.
Entre medias hubo una grieta llamada "vida"; en la que, por su insignificancia y fugacidad, no nos detendremos.
FIN.
Su primera muerte duró entre el principio de los tiempos -denominado big bang- y el día en que fue concebido.
Su segunda muerte duró entre el día en que expiró y el final de los tiempos.
Entre medias hubo una grieta llamada "vida"; en la que, por su insignificancia y fugacidad, no nos detendremos.
FIN.
Friday, May 11, 2007
UN CORAZÓN AL REVÉS (por Nuria Saiz)
Myrtle era una vieja que tenía el corazón al revés, por lo que presentaba una extraña particularidad. Si la hacían costillas, lloraba. Sólo rió de verdad con ganas cuando su viejo marido murió. Y ella, la pobre y adinerada Myrtle, vivía en una gran casa, con enormes ventanas que dejaban entrar la luz.
En cuanto salía a la calle y pisaba el suave césped, ¿qué encontraba?
-Niños alegres que la sonreían con ilusión mientras jugaban a sus inocentes juegos.
-Mujeres felices que la comentaban lo bien conservada que estaba para su edad.
-Hombres contentos que la ayudaban a cruzar la calle y a subir las escaleras.
Oh, sí, la vieja Myrtle tuvo una vida que todos habríamos deseado.
Pero en realidad era la persona más desdichada de toda Happytown: Cada sonrisa le sentaba como un escupitajo en la cara. Cada felicitación era como un insulto. Cada vez que le contaban un chiste, lloraba a mares. Cada caricia la sentía como una araña.
Y allí estaba la pobre Myrtle, en su iluminada mansión, asqueada de su vida, cuando ocurrió.
Era Nochebuena, una de las fechas del año que más odiaba. Sonó el timbre y abrió sin imaginar lo que encontraría detrás de la puerta: cinco jóvenes, sonrientes y ataviados con bellos vestidos, le dedicaron una canción angelical en la que le deseaban feliz Navidad, que le fuera bien en la vida y que viviera muchos años. También le recordaron lo mucho que la querían y lo buena y guapa que era.
Myrtle no pudo contener su rabia. Cogió su alegre cuchillo rosa y con él mató a los cinco jóvenes. Un sentimiento de orgullo la invadió.
Lo que pasó después fue muy rápido. Unos amables y gentiles policías la cogieron y la metieron en un bonito, sucio y oscuro vagón. Y a través de esos hermosos y oxidados barrotes vio cómo se alejaba de su horrible casa, de su horrible barrio, de sus horribles vecinos…, de su horrible vida.
Después de un rato, el vagón se paró enfrente de una puerta de hierro macizo. Se podían ver las ralladuras de las uñas de los que habían intentado escapar. "Esto es arte (pensó Myrtle al ver las marcas), no como todos esos horribles cuadros que hay en mi vieja casa, llenos de asquerosos hombres y mujeres, de esas horribles flores, de esos imbéciles animales, de esas irritantes sonrisas".
Y alegre fue su sorpresa cuando, escrito en la puerta, pudo leer “Manicomio Municipal de Happytown”.
Desde el principio le encantó el lugar. Con esas bellas paredes desconchadas. Con esas amigables cosas negras que se arrastraban por el suelo. Con esas decorativas manchas de quién-sabe-qué que daban gran sensación de pureza.
De vez en cuando, desde su confortable celda, podía escuchar los poéticos delirios de algún compañero.
Un buen día, algo que Myrtle comió hizo que enfermara de tuberculosis, y después de las dos semanas más felices de su vida se la encontraron muerta, con una sonrisa en los labios.
Actualmente disfruta de una alegre estancia en el infierno.
En cuanto salía a la calle y pisaba el suave césped, ¿qué encontraba?
-Niños alegres que la sonreían con ilusión mientras jugaban a sus inocentes juegos.
-Mujeres felices que la comentaban lo bien conservada que estaba para su edad.
-Hombres contentos que la ayudaban a cruzar la calle y a subir las escaleras.
Oh, sí, la vieja Myrtle tuvo una vida que todos habríamos deseado.
Pero en realidad era la persona más desdichada de toda Happytown: Cada sonrisa le sentaba como un escupitajo en la cara. Cada felicitación era como un insulto. Cada vez que le contaban un chiste, lloraba a mares. Cada caricia la sentía como una araña.
Y allí estaba la pobre Myrtle, en su iluminada mansión, asqueada de su vida, cuando ocurrió.
Era Nochebuena, una de las fechas del año que más odiaba. Sonó el timbre y abrió sin imaginar lo que encontraría detrás de la puerta: cinco jóvenes, sonrientes y ataviados con bellos vestidos, le dedicaron una canción angelical en la que le deseaban feliz Navidad, que le fuera bien en la vida y que viviera muchos años. También le recordaron lo mucho que la querían y lo buena y guapa que era.
Myrtle no pudo contener su rabia. Cogió su alegre cuchillo rosa y con él mató a los cinco jóvenes. Un sentimiento de orgullo la invadió.
Lo que pasó después fue muy rápido. Unos amables y gentiles policías la cogieron y la metieron en un bonito, sucio y oscuro vagón. Y a través de esos hermosos y oxidados barrotes vio cómo se alejaba de su horrible casa, de su horrible barrio, de sus horribles vecinos…, de su horrible vida.
Después de un rato, el vagón se paró enfrente de una puerta de hierro macizo. Se podían ver las ralladuras de las uñas de los que habían intentado escapar. "Esto es arte (pensó Myrtle al ver las marcas), no como todos esos horribles cuadros que hay en mi vieja casa, llenos de asquerosos hombres y mujeres, de esas horribles flores, de esos imbéciles animales, de esas irritantes sonrisas".
Y alegre fue su sorpresa cuando, escrito en la puerta, pudo leer “Manicomio Municipal de Happytown”.
Desde el principio le encantó el lugar. Con esas bellas paredes desconchadas. Con esas amigables cosas negras que se arrastraban por el suelo. Con esas decorativas manchas de quién-sabe-qué que daban gran sensación de pureza.
De vez en cuando, desde su confortable celda, podía escuchar los poéticos delirios de algún compañero.
Un buen día, algo que Myrtle comió hizo que enfermara de tuberculosis, y después de las dos semanas más felices de su vida se la encontraron muerta, con una sonrisa en los labios.
Actualmente disfruta de una alegre estancia en el infierno.
Tuesday, May 08, 2007
Reconquista
La NO-VIDA aguarda pacientemente que este planeta, uno de los pocos lugares que le quedan por ocupar, caiga en su poder.
Era suyo (como todo) y lo perdió, pero volverá bajo su dominio. De eso no tiene ninguna duda.
Era suyo (como todo) y lo perdió, pero volverá bajo su dominio. De eso no tiene ninguna duda.
Monday, May 07, 2007
Un gigante
Algo negro y gigante cruza ríos, montes, prados. Es mayor que el establo y que el castillo de Herodes. Pero no es que King-Kong haya entrado en Judea. Es sólo que mi gata se ha subido al belén.
Wednesday, April 25, 2007
¿Cómo sería?
Fue la nieve quien diseñó al pingüino. Fue el desierto quien hizo al dromedario. Ambos son fruto de su ambiente. Todos lo somos.
¿Cómo sería yo de haber nacido, no en la zona confortable sino en la de las privaciones: donde se crece sin infancia ni escuela ni merienda?
¿Cómo sería yo? ¿Qué habrían hecho de mí las circunstancias?
¿Cómo sería yo de haber nacido, no en la zona confortable sino en la de las privaciones: donde se crece sin infancia ni escuela ni merienda?
¿Cómo sería yo? ¿Qué habrían hecho de mí las circunstancias?
Tuesday, April 24, 2007
Al partir
Me voy. Marcho a la nada, a lo inerte.
¿Volveré otra vez a la vida? ¿Juntará el azar cromosomas, células, hasta formar un ser igual?: yo otra vez, mi mismo yo. (¿Acaso no puede en un sorteo repetirse el mismo número?). Supongo que roza lo imposible; y que, aunque ocurriera, sería alguien como yo pero no sería yo.
Por otro lado, tampoco sé si deseo volver.
¿Volveré otra vez a la vida? ¿Juntará el azar cromosomas, células, hasta formar un ser igual?: yo otra vez, mi mismo yo. (¿Acaso no puede en un sorteo repetirse el mismo número?). Supongo que roza lo imposible; y que, aunque ocurriera, sería alguien como yo pero no sería yo.
Por otro lado, tampoco sé si deseo volver.
Monday, April 23, 2007
Poncio
"el romano imperialista, puñetero y desalmado..."
(MISA CAMPESINA)
Pero, al menos, él tuvo el detalle de pedir un barreño (¿o era una palangana?) y lavarse las manos en público. Exhibió su inhibición. No engañó a nadie.
Otros (antes y después), ni siquiera eso.
(MISA CAMPESINA)
Pero, al menos, él tuvo el detalle de pedir un barreño (¿o era una palangana?) y lavarse las manos en público. Exhibió su inhibición. No engañó a nadie.
Otros (antes y después), ni siquiera eso.
Tuesday, April 10, 2007
Útiles y prácticos
Como tijeras de podar o cacerolas, las palabras son utensilios. Se inventaron a la vez -y para lo mismo- que el cuchillo o la lanza. Para cazar en grupo. Así que menos ínfulas. Cuando uses el utensilio palabras, recuerda la palabra utensilio.
Wednesday, December 21, 2005
Y ya otra vez no verte
Y ya otra vez no verte.
Procederá el sobreseimiento provisional cuando resulte del sumario haberse cometido un delito y no haya motivos suficientes para acusar a determinadas personas como autores, cómplices o encubridores.
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Verte cuando te abordaban, cuando te dabas cuenta e intentabas zafarte, cuando agitabas los brazos, cuando gritabas. (Oigo gritos que no suenan.)
Verte cuando eras agarrada, cuando se te caían los libros, cuando te tapaban la boca, cuando te tiraban al suelo, cuando te resistías, cuando ponían el cuchillo en tu cuello, cuando te arrancaban la ropa, cuando te penetraban, cuando volvían a hacerlo.
Éste no lo consigue. Se levanta, con los pantalones bajados. Se agacha sobre tu cabeza. Te obliga a abrir la boca. Tengo que dejar de mirar.
Ver tu cara, tus ojos de niña, tus lágrimas, tu miedo, quizá tu esperanza de que todo acabe y te dejen ir.
(¿En qué pensabas?)
Tus labios se mueven y no sé qué dices. Los mismos que me besaban cada mañana.
Verte cuando comprendías que no iban a dejarte marchar. Ver tu desesperación y tu espanto.
Sigo pese a todo.
Ver a un canalla presionando tu garganta mientras el otro te sujeta por los brazos.
Ver tus espasmos, tus estertores, tu vano amarre a la vida.
Verte, pero no estar allí ni entonces.
Verte y no poder hacer nada, ni cambiar nada.
Verte.
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-El procedimiento se archivó, el archivo en estos casos es siempre provisional, no puede excluirse que en el futuro aparezcan pruebas. En tal caso el sumario se reabriría.
-Ya sé todo eso.
-Bien, entonces dígame lo que quiere.
-No fue usted quien llevó el caso.
-Sólo al final. Cuando me incorporé al Juzgado el asunto ya estaba prácticamente ultimado. Con los elementos de que disponía no daba más de sí. No cabía otra posibilidad que el sobreseimiento, quiero decir archivo. Provisional, por supuesto. Nadie propuso ya más diligencias, se indagó hasta el final, hasta donde se pudo. Supongo que lo sabe, imagino que estaba usted personado y se le fue notificando todo.
-Bueno, yo vengo a traerle una prueba.
-¿Algo nuevo?
-Sí. Nuevo y viejo a la vez.
-Bien, pues dígame. Ya le he comentado que las actuaciones pueden reabrirse en cualquier momento, siempre que haya algo que lo justifique.
-Le traigo las imágenes.
-¿Perdón?
-Las imágenes de todo.
-¿A qué se refiere?
-A la violación y asesinato de mi hija.
-Bueno, verá, comprendo que siga usted muy afectado, no puede recibirse un golpe así y no sufrir tremendamente. Y luego está esa sensación de impotencia, de que un hecho así quede sin castigar, impune, y sin haberse aclarado. Cruzarte con cualquiera por la calle y sentir que pudo ser el asesino de tu hija. Yo lo pienso y no puedo imaginar cómo reaccionaría si me pasara.
-Todo eso ya lo he vivido, han sido ocho años así. Y es mucho peor de lo que imagina. Pero no caí en el abatimiento. Aunque sí, al principio. Pero luego empecé a pensar que tenía que haber algún medio. Y entonces reaccioné.
-¿Algún medio para qué?
-Para saberlo.
-¿A qué se refiere?
-A los culpables.
-Bien, pero ¿qué es lo que desea decirme?
-Mire, en primer lugar necesito que me escuche. Llevo toda mi vida estudiando la física. La luz es parte de la física. Así que empecé a pensar que la verdad tenía que estar en la luz.
-Está bien, explíqueme mejor lo que quiere decir con eso.
-Si no me interrumpe será más fácil. La luz viaja. La luz de las estrellas que vemos no es la que despiden en el momento en que miramos; es la luz que emitieron hace meses, o años. Por la misma razón, si alguien mirara ahora la Tierra desde alguno de esos puntos del cosmos, la luz que vería no es la que ahora proyecta el planeta, sino la emitida hace varios meses, o varios años. O sea, podría ver lo ocurrido en el pasado.
-Sí, claro, es interesante pensar en eso.
-La siguiente cuestión consistía en recuperar la luz.
-Recuperar la luz...
-Recuperar la que salió de la Tierra hace ocho años. La luz en que viajaban las imágenes. Porque las imágenes son luz. Esa luz se proyectó en algún lugar, tuvo que reflejarse, como en un espejo. ¿Sabe?: el Universo está lleno de espejos, materias que reflejan la luz. Y después esos espejos tenían que enviarla de nuevo a la Tierra. O mejor dicho, la Tierra tenía que recibir su luz. Había que lograr un modo, un instrumento para verla. Esa luz, salida de la Tierra, se reflejó en algún lugar hace cuatro años. Después tardó otros cuatro años en volver a la Tierra. Sólo había que recuperarla. Y yo la he recuperado. Por último, había que amplificarla. Al final todo es una cuestión de aumentos y lentes. Durante mucho tiempo he vivido sólo para eso. Así que aquí tiene las imágenes.
-Bueno, lo que está contándome parece bastante extraño, la verdad. De todas formas, estoy dispuesto a ver lo que me trae. Le prometo que lo veré y después le comentaré. ¿Cómo puede verse?
-Ésta es una copia, está grabada en un soporte de vídeo. Sólo necesitará un reproductor normal.
-Pero aquí no tengo, lo podría ver después en casa. Pero ¿y si sufre algún daño?
-Tengo más copias, no se preocupe por eso.
-De todos modos, habrá que hacer una declaración formal. Deberá decir todo eso en una comparecencia hecha a instancia suya. También tendré que avisar al fiscal, para que esté presente. Espere un momento fuera, si hace el favor.
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Visto el contenido de la anterior declaración, incorpórese a las actuaciones la grabación videográfica aportada. Practíquese dictamen pericial a fin de constatar si su contenido se corresponde con hechos reales así como la autenticidad de lo registrado, a cuyo fin se designará a tres Catedráticos de Física y Óptica. Asimismo se encomienda a la Policía Judicial el examen de la grabación y demás actuaciones conducentes al esclarecimiento de los hechos.
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la tarde de ayer fueron detenidos por la Policía dos hombres en relación con la violación y asesinato de una joven, hechos ocurridos hace ocho años. Las actuaciones judiciales fueron archivadas un año después, por falta de pruebas. Lo más llamativo del asunto es que, según ha transcendido, la actividad llevada a cabo en este tiempo por el padre de la víctima podría haber resultado decisiva para la resolución del caso. El padre de la muchacha, investigador del Instituto Astrofísico, dejó de trabajar a raíz del crimen y se ha dedicado durante estos años a indagar sobre la muerte de su hija. Según han informado fuentes de la investigación, el padre de la joven habría puesto a la Policía sobre la pista de los ahora detenidos, gracias a un ingenio óptico por él creado capaz de obtener imágenes de los hechos. Si bien en su momento los restos hallados en el lugar del crimen no permitieron la identificación de sus autores, las imágenes ofrecidas por el padre de la víctima parecen haber permitido a la Policía identificar a los responsables del asesinato. El contraste de los vestigios habría confirmado
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tiene todavía un nombre definitivo, y el que va prevaleciendo –recuperador espacial de luz- no se ajusta exactamente a sus características técnicas. Pero, como quiera que se le denomine, está ahí y va a cambiar los modos de actuar en múltiples ámbitos.
La posibilidad de reproducir imágenes del pasado es una realidad, y del mismo modo que se ha aplicado a la investigación de un asesinato (de la hija de su inventor) va a utilizarse en otros casos.
Sin duda modificará nuestra concepción de la intimidad, al menos en lugares abiertos, ya que la posibilidad de que las imágenes sean después recuperadas estará siempre presente. Las cautelas que en su día se objetaron en relación con la videovigilancia (instalación de cámaras en lugares públicos) parecen cándidas en comparación con las posibilidades del recuperador de luz.
Resulta ineludible una reforma legal que permita emplear la recuperación lumínica como medio probatorio en juicios –no sólo penales-; y ha de regularse su incidencia sobre los procedimientos ya concluidos. ¿Deberá permitirse que con su uso se corrijan sentencias firmes? La respuesta negativa parece indefendible, sobre todo cuando la revisión fáctica sea pedida por personas condenadas aduciendo error probatorio.
También será necesario, al margen ya de su empleo como medio judicial, establecer las condiciones de su uso privado. Habiendo renunciado su inventor –recientemente fallecido- a toda patente industrial, ¿debe permitirse su libre fabricación y venta? Y en tal caso, la posibilidad de que cualquiera pueda ver imágenes de los pasados ajenos ¿no constituirá una intensa lesión de la privacidad?
¿Y qué ocurre con el derecho a la propia imagen?
Nos enfrentamos a la vulnerabilidad retrospectiva de las intimidades ajenas, las de quienes confiábamos en no ser vistos por terceros (ni entonces ni nunca), en un tiempo en que nadie atisbaba la recuperabilidad de las imágenes. Piénsese que, aunque en su versión actual el recuperador lumínico no permite recobrar imágenes más que de unos cuantos años atrás (justo lo que necesitaba su inventor para esclarecer el asesinato de su hija), es posible que en poco tiempo un mayor desarrollo permita recuperar imágenes más
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Podrá instarse la revisión de sentencia firme por persona que haya sido parte en el procedimiento, o por sus causahabientes, siempre que lo declarado probado en sentencia pueda quedar desvirtuado mediante la recuperación espacial de imágenes.
La petición revisoria deberá indicar el fundamento de la recuperación lumínica y su incidencia en el proceso. También habrá de especificarse el hecho objeto de recuperación así como el lugar, día y hora en que aquél se haya producido.
Tal revisión podrá instarse en cualquier tiempo hasta tanto la sentencia no haya sido totalmente ejecutada.
No procederá la revisión de sentencias firmes absolutorias.
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juicio con jurado popular que el Tribunal Superior ordenó repetir, ha vuelto a celebrarse con un jurado distinto. La conclusión del segundo jurado es diferente de la que alcanzó el primero, pese a que en ambos juicios se han practicado idénticas pruebas, a excepción del recuperador lumínico utilizado en la nueva vista. Mientras que en la primera el jurado popular condenó al procesado, en ésta ha emitido veredicto absolutorio, con lo que
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más llamativo de la memoria judicial es el epígrafe de nueva incorporación “Revisiones de sentencias con base en recuperación espacial de luz”, que ascendieron a 1.714, y que dieron lugar a rescindir 1.221 sentencias firmes. Asimismo destaca, dentro del apartado Penal, el epígrafe “Sentencias condenatorias por falso testimonio” acreditado mediante recuperación lumínica, que ascendieron a
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restregarse los ojos para asegurarse de no estar soñando. Había que sobreponerse a la turbación. Porque ninguno esperaba presenciar las imágenes que vimos ayer. Todo conduce a pensar que era él. Sin duda que la secuencia no era como cada uno había imaginado, como habíamos recreado mentalmente a partir del relato evangélico. Pero allí estaba lo esencial.
Algunos tópicos de la tradición han sido corregidos, como su aspecto físico (más bajo y desgarbado de lo que pensábamos); o la manera como fue asido a la cruz mediante enormes clavos en muñecas y tarsos, llegando a perder la conciencia; o el casco, más que corona, de espinas en su cabeza. Personalmente me ha impresionado la abundancia de insectos posados en sus heridas.
Pero son detalles accesorios, porque lo sustancial coincide con lo que se nos había narrado: la tortura de un hombre en una cruz.
También hemos visto el traslado de su cuerpo a un sepulcro y su salida, 41 horas más tarde, con andar vacilante.
La jerarquía eclesial, que tantas reticencias ha opuesto a la captación de imágenes biográficas de Cristo, advirtió de que, pasara lo que pasara, nada cambiaría; que la resurrección no es consustancial a la fe, y que el verdadero fundamento cristiano no es la resurrección, sino el sacrificio divino en expiación por la Humanidad.
Pues bien, las imágenes que ayer contemplamos no aclaran si quien aparece llegó a morir o no en la cruz. Muestran un tormento al que difícilmente puede sobrevivir un ser humano, y revelan que esa persona abandonó, dos días y medio después, con vida el sepulcro. La huida de los vigías, que también pudimos presenciar, resulta comprensible ante la irrupción de un cadáver viviente.
Después pudimos verlo dirigirse a un lugar cerrado, quizás una cabaña o cobertizo de pastores, por lo que a partir de ahí se corta la secuencia.
Pero probablemente se conseguirán otras imágenes. Quizás alguien espere ver un hombre elevándose hacia las nubes. En todo caso el recuperador lumínico puede aclarar lo ocurrido después de la crucifixión: cuánto tiempo siguió viviendo el crucificado, cómo y dónde.
Es difícil, en cambio, que pueda contestarnos a la otra parte del enigma: el motivo de
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Ahora es cuando llega al colegio, me espera a la salida. Ese niño soy yo, me da la mano. Estamos saliendo a la calle. Pronto me vendrá el estornudo, los mocos colgarán hasta la barbilla. Papá buscará en sus bolsillos, tampoco él lleva pañuelo.
Me lleva a un sitio apartado, va a quitarse el zapato, se saca ahora el calcetín. Me limpia la cara con él, ahí está su pie desnudo.
Termina de limpiarme. Se pone el calcetín empapado de mocos. Está calzándose, me da otra vez la mano.
Volver a verlo, volver a vivirlo.
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cuanto a la aducida vulneración de los derechos a la intimidad personal y a la propia imagen, procede hacer las siguientes consideraciones.
En primer lugar, es sabido que no surtirán efecto las pruebas obtenidas violentando derechos o libertades fundamentales.
Pues bien, acerca de la utilización del recuperador lumínico para el esclarecimiento de hechos delictivos, es la primera ocasión en que este Tribunal tiene oportunidad de pronunciarse. Ello es explicable porque precisamente en el procedimiento de que trae causa este recurso, fue donde se utilizó por primera vez dicho ingenio óptico, inventado por el padre de la víctima. La agresión infligida a su hija espoleó su afán por identificar a los autores, llevándole a desarrollar dicha técnica. Justamente ello permitió la reapertura de las actuaciones (previamente sobreseídas por desconocerse la identidad de los responsables), cuando aún no se había producido la prescripción de los delitos.
La mencionada técnica recuperatoria, que en el tiempo transcurrido desde su invención ha experimentado un muy notable perfeccionamiento -hasta el punto de haber sido aplicada también para despejar dudas históricas-, permite reproducir imágenes de hechos pretéritos.
Es comprensible que se susciten problemas acerca de su admisibilidad probatoria y respecto a su colisión con otros derechos. Pues bien: aun siendo difícil establecer pautas generales, puede afirmarse que en los casos, como aquí sucede, en que la recuperación lumínica se emplee para esclarecer delitos perpetrados en lugares abiertos (y no en sitios privados o reservados), la aplicación de dicha técnica no es contraria a los derechos a la intimidad y propia imagen.
Y ello porque, al haberse cometido los delitos en lugar de libre tránsito, las imágenes correspondientes a tales hechos, captadas “a posteriori”, no constituyen intromisión en la privacidad.
El argumento de que, en caso de haber sabido los ejecutores que posteriormente iba a poderse obtener imágenes, no habrían ejecutado tales acciones, tal argumento –decimos- no resulta acogible; pues quien realiza un acto delictivo, incluso cuando busque la ocultación, está asumiendo que sus hechos pueden ser contemplados por terceros (testigos cuya existencia ignore), y por la misma razón debe admitirse la posibilidad, entonces desconocida, de reproducir visualmente los comportamientos mediante recuperación lumínica.
Por lo que se refiere a la propia imagen, claramente no se ha vulnerado tal derecho, ya que las secuencias reproducidas corresponden a gravísimas conductas, aparte de que no se ha pretendido la publicación de las imágenes ni de la figura de los imputados, siendo la única finalidad acreditar –de manera en extremo fidedigna- los actos delictivos.
En suma, la utilización del recuperador lumínico no ha vulnerado derechos fundamentales, habiendo constituido un instrumento admisible para la prueba de los hechos.
El padre de la víctima de los delitos que motivaron estas actuaciones ha puesto a disposición de la Humanidad un instrumento complejo, del que, como siempre, habrá que aprovechar sus posibilidades valiosas y repudiar sus usos dañinos.
Procede confirmar la conclusión obtenida mediante dicha técnica y por tanto
Procederá el sobreseimiento provisional cuando resulte del sumario haberse cometido un delito y no haya motivos suficientes para acusar a determinadas personas como autores, cómplices o encubridores.
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Verte cuando te abordaban, cuando te dabas cuenta e intentabas zafarte, cuando agitabas los brazos, cuando gritabas. (Oigo gritos que no suenan.)
Verte cuando eras agarrada, cuando se te caían los libros, cuando te tapaban la boca, cuando te tiraban al suelo, cuando te resistías, cuando ponían el cuchillo en tu cuello, cuando te arrancaban la ropa, cuando te penetraban, cuando volvían a hacerlo.
Éste no lo consigue. Se levanta, con los pantalones bajados. Se agacha sobre tu cabeza. Te obliga a abrir la boca. Tengo que dejar de mirar.
Ver tu cara, tus ojos de niña, tus lágrimas, tu miedo, quizá tu esperanza de que todo acabe y te dejen ir.
(¿En qué pensabas?)
Tus labios se mueven y no sé qué dices. Los mismos que me besaban cada mañana.
Verte cuando comprendías que no iban a dejarte marchar. Ver tu desesperación y tu espanto.
Sigo pese a todo.
Ver a un canalla presionando tu garganta mientras el otro te sujeta por los brazos.
Ver tus espasmos, tus estertores, tu vano amarre a la vida.
Verte, pero no estar allí ni entonces.
Verte y no poder hacer nada, ni cambiar nada.
Verte.
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-El procedimiento se archivó, el archivo en estos casos es siempre provisional, no puede excluirse que en el futuro aparezcan pruebas. En tal caso el sumario se reabriría.
-Ya sé todo eso.
-Bien, entonces dígame lo que quiere.
-No fue usted quien llevó el caso.
-Sólo al final. Cuando me incorporé al Juzgado el asunto ya estaba prácticamente ultimado. Con los elementos de que disponía no daba más de sí. No cabía otra posibilidad que el sobreseimiento, quiero decir archivo. Provisional, por supuesto. Nadie propuso ya más diligencias, se indagó hasta el final, hasta donde se pudo. Supongo que lo sabe, imagino que estaba usted personado y se le fue notificando todo.
-Bueno, yo vengo a traerle una prueba.
-¿Algo nuevo?
-Sí. Nuevo y viejo a la vez.
-Bien, pues dígame. Ya le he comentado que las actuaciones pueden reabrirse en cualquier momento, siempre que haya algo que lo justifique.
-Le traigo las imágenes.
-¿Perdón?
-Las imágenes de todo.
-¿A qué se refiere?
-A la violación y asesinato de mi hija.
-Bueno, verá, comprendo que siga usted muy afectado, no puede recibirse un golpe así y no sufrir tremendamente. Y luego está esa sensación de impotencia, de que un hecho así quede sin castigar, impune, y sin haberse aclarado. Cruzarte con cualquiera por la calle y sentir que pudo ser el asesino de tu hija. Yo lo pienso y no puedo imaginar cómo reaccionaría si me pasara.
-Todo eso ya lo he vivido, han sido ocho años así. Y es mucho peor de lo que imagina. Pero no caí en el abatimiento. Aunque sí, al principio. Pero luego empecé a pensar que tenía que haber algún medio. Y entonces reaccioné.
-¿Algún medio para qué?
-Para saberlo.
-¿A qué se refiere?
-A los culpables.
-Bien, pero ¿qué es lo que desea decirme?
-Mire, en primer lugar necesito que me escuche. Llevo toda mi vida estudiando la física. La luz es parte de la física. Así que empecé a pensar que la verdad tenía que estar en la luz.
-Está bien, explíqueme mejor lo que quiere decir con eso.
-Si no me interrumpe será más fácil. La luz viaja. La luz de las estrellas que vemos no es la que despiden en el momento en que miramos; es la luz que emitieron hace meses, o años. Por la misma razón, si alguien mirara ahora la Tierra desde alguno de esos puntos del cosmos, la luz que vería no es la que ahora proyecta el planeta, sino la emitida hace varios meses, o varios años. O sea, podría ver lo ocurrido en el pasado.
-Sí, claro, es interesante pensar en eso.
-La siguiente cuestión consistía en recuperar la luz.
-Recuperar la luz...
-Recuperar la que salió de la Tierra hace ocho años. La luz en que viajaban las imágenes. Porque las imágenes son luz. Esa luz se proyectó en algún lugar, tuvo que reflejarse, como en un espejo. ¿Sabe?: el Universo está lleno de espejos, materias que reflejan la luz. Y después esos espejos tenían que enviarla de nuevo a la Tierra. O mejor dicho, la Tierra tenía que recibir su luz. Había que lograr un modo, un instrumento para verla. Esa luz, salida de la Tierra, se reflejó en algún lugar hace cuatro años. Después tardó otros cuatro años en volver a la Tierra. Sólo había que recuperarla. Y yo la he recuperado. Por último, había que amplificarla. Al final todo es una cuestión de aumentos y lentes. Durante mucho tiempo he vivido sólo para eso. Así que aquí tiene las imágenes.
-Bueno, lo que está contándome parece bastante extraño, la verdad. De todas formas, estoy dispuesto a ver lo que me trae. Le prometo que lo veré y después le comentaré. ¿Cómo puede verse?
-Ésta es una copia, está grabada en un soporte de vídeo. Sólo necesitará un reproductor normal.
-Pero aquí no tengo, lo podría ver después en casa. Pero ¿y si sufre algún daño?
-Tengo más copias, no se preocupe por eso.
-De todos modos, habrá que hacer una declaración formal. Deberá decir todo eso en una comparecencia hecha a instancia suya. También tendré que avisar al fiscal, para que esté presente. Espere un momento fuera, si hace el favor.
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Visto el contenido de la anterior declaración, incorpórese a las actuaciones la grabación videográfica aportada. Practíquese dictamen pericial a fin de constatar si su contenido se corresponde con hechos reales así como la autenticidad de lo registrado, a cuyo fin se designará a tres Catedráticos de Física y Óptica. Asimismo se encomienda a la Policía Judicial el examen de la grabación y demás actuaciones conducentes al esclarecimiento de los hechos.
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la tarde de ayer fueron detenidos por la Policía dos hombres en relación con la violación y asesinato de una joven, hechos ocurridos hace ocho años. Las actuaciones judiciales fueron archivadas un año después, por falta de pruebas. Lo más llamativo del asunto es que, según ha transcendido, la actividad llevada a cabo en este tiempo por el padre de la víctima podría haber resultado decisiva para la resolución del caso. El padre de la muchacha, investigador del Instituto Astrofísico, dejó de trabajar a raíz del crimen y se ha dedicado durante estos años a indagar sobre la muerte de su hija. Según han informado fuentes de la investigación, el padre de la joven habría puesto a la Policía sobre la pista de los ahora detenidos, gracias a un ingenio óptico por él creado capaz de obtener imágenes de los hechos. Si bien en su momento los restos hallados en el lugar del crimen no permitieron la identificación de sus autores, las imágenes ofrecidas por el padre de la víctima parecen haber permitido a la Policía identificar a los responsables del asesinato. El contraste de los vestigios habría confirmado
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tiene todavía un nombre definitivo, y el que va prevaleciendo –recuperador espacial de luz- no se ajusta exactamente a sus características técnicas. Pero, como quiera que se le denomine, está ahí y va a cambiar los modos de actuar en múltiples ámbitos.
La posibilidad de reproducir imágenes del pasado es una realidad, y del mismo modo que se ha aplicado a la investigación de un asesinato (de la hija de su inventor) va a utilizarse en otros casos.
Sin duda modificará nuestra concepción de la intimidad, al menos en lugares abiertos, ya que la posibilidad de que las imágenes sean después recuperadas estará siempre presente. Las cautelas que en su día se objetaron en relación con la videovigilancia (instalación de cámaras en lugares públicos) parecen cándidas en comparación con las posibilidades del recuperador de luz.
Resulta ineludible una reforma legal que permita emplear la recuperación lumínica como medio probatorio en juicios –no sólo penales-; y ha de regularse su incidencia sobre los procedimientos ya concluidos. ¿Deberá permitirse que con su uso se corrijan sentencias firmes? La respuesta negativa parece indefendible, sobre todo cuando la revisión fáctica sea pedida por personas condenadas aduciendo error probatorio.
También será necesario, al margen ya de su empleo como medio judicial, establecer las condiciones de su uso privado. Habiendo renunciado su inventor –recientemente fallecido- a toda patente industrial, ¿debe permitirse su libre fabricación y venta? Y en tal caso, la posibilidad de que cualquiera pueda ver imágenes de los pasados ajenos ¿no constituirá una intensa lesión de la privacidad?
¿Y qué ocurre con el derecho a la propia imagen?
Nos enfrentamos a la vulnerabilidad retrospectiva de las intimidades ajenas, las de quienes confiábamos en no ser vistos por terceros (ni entonces ni nunca), en un tiempo en que nadie atisbaba la recuperabilidad de las imágenes. Piénsese que, aunque en su versión actual el recuperador lumínico no permite recobrar imágenes más que de unos cuantos años atrás (justo lo que necesitaba su inventor para esclarecer el asesinato de su hija), es posible que en poco tiempo un mayor desarrollo permita recuperar imágenes más
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Podrá instarse la revisión de sentencia firme por persona que haya sido parte en el procedimiento, o por sus causahabientes, siempre que lo declarado probado en sentencia pueda quedar desvirtuado mediante la recuperación espacial de imágenes.
La petición revisoria deberá indicar el fundamento de la recuperación lumínica y su incidencia en el proceso. También habrá de especificarse el hecho objeto de recuperación así como el lugar, día y hora en que aquél se haya producido.
Tal revisión podrá instarse en cualquier tiempo hasta tanto la sentencia no haya sido totalmente ejecutada.
No procederá la revisión de sentencias firmes absolutorias.
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juicio con jurado popular que el Tribunal Superior ordenó repetir, ha vuelto a celebrarse con un jurado distinto. La conclusión del segundo jurado es diferente de la que alcanzó el primero, pese a que en ambos juicios se han practicado idénticas pruebas, a excepción del recuperador lumínico utilizado en la nueva vista. Mientras que en la primera el jurado popular condenó al procesado, en ésta ha emitido veredicto absolutorio, con lo que
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más llamativo de la memoria judicial es el epígrafe de nueva incorporación “Revisiones de sentencias con base en recuperación espacial de luz”, que ascendieron a 1.714, y que dieron lugar a rescindir 1.221 sentencias firmes. Asimismo destaca, dentro del apartado Penal, el epígrafe “Sentencias condenatorias por falso testimonio” acreditado mediante recuperación lumínica, que ascendieron a
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restregarse los ojos para asegurarse de no estar soñando. Había que sobreponerse a la turbación. Porque ninguno esperaba presenciar las imágenes que vimos ayer. Todo conduce a pensar que era él. Sin duda que la secuencia no era como cada uno había imaginado, como habíamos recreado mentalmente a partir del relato evangélico. Pero allí estaba lo esencial.
Algunos tópicos de la tradición han sido corregidos, como su aspecto físico (más bajo y desgarbado de lo que pensábamos); o la manera como fue asido a la cruz mediante enormes clavos en muñecas y tarsos, llegando a perder la conciencia; o el casco, más que corona, de espinas en su cabeza. Personalmente me ha impresionado la abundancia de insectos posados en sus heridas.
Pero son detalles accesorios, porque lo sustancial coincide con lo que se nos había narrado: la tortura de un hombre en una cruz.
También hemos visto el traslado de su cuerpo a un sepulcro y su salida, 41 horas más tarde, con andar vacilante.
La jerarquía eclesial, que tantas reticencias ha opuesto a la captación de imágenes biográficas de Cristo, advirtió de que, pasara lo que pasara, nada cambiaría; que la resurrección no es consustancial a la fe, y que el verdadero fundamento cristiano no es la resurrección, sino el sacrificio divino en expiación por la Humanidad.
Pues bien, las imágenes que ayer contemplamos no aclaran si quien aparece llegó a morir o no en la cruz. Muestran un tormento al que difícilmente puede sobrevivir un ser humano, y revelan que esa persona abandonó, dos días y medio después, con vida el sepulcro. La huida de los vigías, que también pudimos presenciar, resulta comprensible ante la irrupción de un cadáver viviente.
Después pudimos verlo dirigirse a un lugar cerrado, quizás una cabaña o cobertizo de pastores, por lo que a partir de ahí se corta la secuencia.
Pero probablemente se conseguirán otras imágenes. Quizás alguien espere ver un hombre elevándose hacia las nubes. En todo caso el recuperador lumínico puede aclarar lo ocurrido después de la crucifixión: cuánto tiempo siguió viviendo el crucificado, cómo y dónde.
Es difícil, en cambio, que pueda contestarnos a la otra parte del enigma: el motivo de
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Ahora es cuando llega al colegio, me espera a la salida. Ese niño soy yo, me da la mano. Estamos saliendo a la calle. Pronto me vendrá el estornudo, los mocos colgarán hasta la barbilla. Papá buscará en sus bolsillos, tampoco él lleva pañuelo.
Me lleva a un sitio apartado, va a quitarse el zapato, se saca ahora el calcetín. Me limpia la cara con él, ahí está su pie desnudo.
Termina de limpiarme. Se pone el calcetín empapado de mocos. Está calzándose, me da otra vez la mano.
Volver a verlo, volver a vivirlo.
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cuanto a la aducida vulneración de los derechos a la intimidad personal y a la propia imagen, procede hacer las siguientes consideraciones.
En primer lugar, es sabido que no surtirán efecto las pruebas obtenidas violentando derechos o libertades fundamentales.
Pues bien, acerca de la utilización del recuperador lumínico para el esclarecimiento de hechos delictivos, es la primera ocasión en que este Tribunal tiene oportunidad de pronunciarse. Ello es explicable porque precisamente en el procedimiento de que trae causa este recurso, fue donde se utilizó por primera vez dicho ingenio óptico, inventado por el padre de la víctima. La agresión infligida a su hija espoleó su afán por identificar a los autores, llevándole a desarrollar dicha técnica. Justamente ello permitió la reapertura de las actuaciones (previamente sobreseídas por desconocerse la identidad de los responsables), cuando aún no se había producido la prescripción de los delitos.
La mencionada técnica recuperatoria, que en el tiempo transcurrido desde su invención ha experimentado un muy notable perfeccionamiento -hasta el punto de haber sido aplicada también para despejar dudas históricas-, permite reproducir imágenes de hechos pretéritos.
Es comprensible que se susciten problemas acerca de su admisibilidad probatoria y respecto a su colisión con otros derechos. Pues bien: aun siendo difícil establecer pautas generales, puede afirmarse que en los casos, como aquí sucede, en que la recuperación lumínica se emplee para esclarecer delitos perpetrados en lugares abiertos (y no en sitios privados o reservados), la aplicación de dicha técnica no es contraria a los derechos a la intimidad y propia imagen.
Y ello porque, al haberse cometido los delitos en lugar de libre tránsito, las imágenes correspondientes a tales hechos, captadas “a posteriori”, no constituyen intromisión en la privacidad.
El argumento de que, en caso de haber sabido los ejecutores que posteriormente iba a poderse obtener imágenes, no habrían ejecutado tales acciones, tal argumento –decimos- no resulta acogible; pues quien realiza un acto delictivo, incluso cuando busque la ocultación, está asumiendo que sus hechos pueden ser contemplados por terceros (testigos cuya existencia ignore), y por la misma razón debe admitirse la posibilidad, entonces desconocida, de reproducir visualmente los comportamientos mediante recuperación lumínica.
Por lo que se refiere a la propia imagen, claramente no se ha vulnerado tal derecho, ya que las secuencias reproducidas corresponden a gravísimas conductas, aparte de que no se ha pretendido la publicación de las imágenes ni de la figura de los imputados, siendo la única finalidad acreditar –de manera en extremo fidedigna- los actos delictivos.
En suma, la utilización del recuperador lumínico no ha vulnerado derechos fundamentales, habiendo constituido un instrumento admisible para la prueba de los hechos.
El padre de la víctima de los delitos que motivaron estas actuaciones ha puesto a disposición de la Humanidad un instrumento complejo, del que, como siempre, habrá que aprovechar sus posibilidades valiosas y repudiar sus usos dañinos.
Procede confirmar la conclusión obtenida mediante dicha técnica y por tanto
Friday, December 16, 2005
Vosotras moscas vulgares
Vosotras moscas vulgares.
Como continuación del atestado instruido acerca del accidente de tráfico que afectó al camión arriba referenciado, por esta comandancia se han practicado diligencias ampliatorias, que se relacionan seguidamente.
Ha podido constatarse que la carga que el camión transportaba, parte de la cual cayó durante el accidente y quedó esparcida en carretera y arcén, no se corresponde con la mercancía para cuyo transporte estaba autorizado el camión. Este hecho ya fue advertido al tiempo de redactarse el atestado inicial, toda vez que la licencia se hallaba concedida para el transporte de hortalizas y frutas, mientras que la carga desprendida del remolque consistía fundamentalmente en pequeños gusanos o larvas de insecto. Estas larvas estaban vivas, siendo transportadas en cajas acondicionadas para su traslado y mantenimiento con vida, disponiendo incluso de una pasta o preparado para su alimentación.
Cautelarmente se intervinieron dichos insectos.
Como quiera que las expresadas circunstancias, aparte de la irregularidad administrativa inherente al transporte de mercancía no autorizada, pudieran comportar otras conductas ilícitas, con transcendencia incluso penal en caso de productos tóxicos o infecciosos, se han practicado averiguaciones en varios ámbitos.
En primer lugar, se ha recabado informe de un zoólogo de la Facultad de Ciencias Biológicas, que se adjunta al presente y que concluye que las larvas intervenidas son de mosca común. Por tanto, no se trata de especie potencialmente dañina, más allá de las consabidas inconveniencias o molestias que las moscas vulgares ocasionan.
En segundo término, se ha interrogado al conductor del camión, quien, si bien en un primer momento declinó contestar a las preguntas que se le formularon, posteriormente y tras efectuar una llamada telefónica (a lo que fue autorizado por esta comandancia), accedió a ello realizando las siguientes manifestaciones:
Preguntado por la razón de transportar larvas de insecto, responde:
Que la fábrica de insecticidas en que trabaja ha reducido notablemente sus ventas en los últimos tiempos, lo que entiende es debido a la disminución de moscas en el entorno.
Preguntado sobre qué proyectaba hacer con las larvas, responde:
Que pretendía dejarlas en libertad en cuanto se desarrollaran lo suficiente para volar.
Preguntado si pretendía establecer un criadero, responde:
Que no lo descartaba.
Preguntado sobre la procedencia de las larvas, responde:
Que las ha adquirido en el extranjero, no deseando concretar su origen ni las personas que las han suministrado, si bien quiere precisar que las ha obtenido a precio módico.
Preguntado si ha recibido instrucciones de su empresa para que traiga moscas a nuestro país, responde:
Que no.
Preguntado sobre quién le ha encargado dicho transporte, responde:
Que nadie se lo ha encargado.
Preguntado por el motivo último de transportar larvas de mosca, responde:
Salvar su puesto de trabajo.
Invitado a concretar más su respuesta, añade:
Que la empresa ha iniciado ya los trámites de regulación de empleo, en la planta de insecticidas domésticos, para suprimir esta línea de producto y cesar a los trabajadores de la sección. Que pensó que, de aumentar la demanda de esos insecticidas, la empresa podría desistir del ajuste y mantener su plantilla.
Preguntado sobre si además del declarante hay otros trabajadores involucrados en el transporte de larvas, responde:
Que no desea contestar.
Preguntado si quiere añadir algo más a su declaración, responde:
Que el declarante no es ningún delincuente porque no ha robado ni dañado a nadie. Que siempre ha habido moscas y la gente ha usado insecticidas para librarse de ellas. Que sólo quiere que sigan vendiéndose matamoscas, para salvar su puesto de trabajo y los de sus compañeros. Que si pierde su empleo en la fábrica de insecticidas, se quedará en paro y no sabe de qué vivirá. Que tiene tres hijos menores de edad. Que ahora ocurre esto con las moscas pero después será con las hormigas. Que el consumo de cucarachicidas también está decayendo. Que puede ser a causa de la contaminación.
-Bueno, ya está transcrito. ¿Lo damos por terminado?
-No, hombre, hay que añadir que no se desprende relevancia penal y por eso le hemos dejado irse.
-A mí me parece un tío valiente.
-Al menos no se resigna a que lo echen.
-Los que deciden los recortes son unos capullos. Con qué indolencia tiran a la gente, pero en cambio sus sillones de directivo son sagrados.
-Pero es que… Tiene su lógica: si la gente no compra insecticidas, no tiene sentido fabricar algo que no se vende. Entonces hay que despedir a quienes trabajan en eso. O sea, amortizarlos. Es la ley del mercado.
-Así visto parece simple. Pero no deja de ser una putada. Imagínate que de repente no se cometieran delitos, que todo el mundo cumpliera las leyes: ni un homicidio, ni un robo… Entonces tú y yo sobraríamos: todos los policías, guardias, vigilantes… al paro.
-Quieres decir que cobramos gracias a los delincuentes. Vamos: que vivimos de ellos.
-Ríete, pero es así. Si no hubiera delincuentes tendríamos que plantearnos ser policías de día y ladrones de noche. Así no nos considerarían prescindibles, ex-ce-den-ta-rios. Una vez leí en el periódico que un bombero forestal provocaba incendios para evitar que suprimieran su retén.
-¿Ah, sí? Tiene gracia.
-¡Toma!, y hace un siglo hubo obreros que rompían máquinas porque por su culpa perdían el jornal.
-Cómo se ve que lees historia.
-Me interesa, aunque no sirve para nada. Fíjate que, actualmente, la industria militar se las arregla para que siempre haya alguna guerra: para las fábricas de armas, la paz significa su quiebra.
-Pero todo eso es insensato. Lo único claro es que, si no pudiéramos seguir trabajando en esto, intentaríamos dedicarnos a otra cosa.
-Sí, pero imagínate que mañana te despiden. No es fácil empezar de nuevo. Antes tienes que encontrar otro empleo, aprenderlo, reciclarte…
-Tendría derecho a cobrar el paro.
-Pero no es lo mismo. Mucha gente se siente fracasada al perder su trabajo. De pronto los ingresos se reducen al mínimo, se hace difícil convivir, la familia paga los platos rotos. Tus hijos se van al colegio y te preguntan: “papá, ¿por qué no trabajas?”. Y encima, desde fuera te miran con suspicacia, como a un defraudador o un parásito. Y tampoco sabes cuándo acabará eso.
-¿Y qué solución se te ocurre? Si no hay moscas, es una ventaja. Igual que si no hubiera delitos. Lo que la gente ahorre en insecticidas o en blindajes, se lo gastará en otras cosas. Y eso generará nuevos empleos. Las necesidades humanas son ilimitadas.
-No estoy de acuerdo: las necesidades son limitadas, lo ilimitado es la codicia.
-Bueno, llámalo como quieras.
-¿Recuerdas cuando para sacar dinero del banco tenía que atenderte un cajero, un cajero-persona? ¿Y cuando había cobradores en los autobuses (no como ahora, que cobra el conductor)? Y los cobradores seguían siendo útiles, los quitaron para ganar más dinero. ¿Crees que esos puestos se han sustituido por otros? Más bien se han perdido, sin más.
-No; es distinto. Lo que digo es que, si siguieran los cobradores en los autobuses y los cajeros en las ventanillas, esos servicios serían más caros. Entonces la gente tendría menos dinero para gastar en otras cosas, y eso impediría surgir nuevos empleos.
-Es posible, pero debe haber otra forma de progresar, sin tirar gente a la calle. El precio es demasiado alto. Si hay que pagarlo, repartámoslo entre todos. Porque, aunque esa gente acabe encontrando otro empleo, el problema es “mientras tanto”. Y… Hola, amiguita, ven aquí. ¿Has visto… qué mosca más guapa?
Como continuación del atestado instruido acerca del accidente de tráfico que afectó al camión arriba referenciado, por esta comandancia se han practicado diligencias ampliatorias, que se relacionan seguidamente.
Ha podido constatarse que la carga que el camión transportaba, parte de la cual cayó durante el accidente y quedó esparcida en carretera y arcén, no se corresponde con la mercancía para cuyo transporte estaba autorizado el camión. Este hecho ya fue advertido al tiempo de redactarse el atestado inicial, toda vez que la licencia se hallaba concedida para el transporte de hortalizas y frutas, mientras que la carga desprendida del remolque consistía fundamentalmente en pequeños gusanos o larvas de insecto. Estas larvas estaban vivas, siendo transportadas en cajas acondicionadas para su traslado y mantenimiento con vida, disponiendo incluso de una pasta o preparado para su alimentación.
Cautelarmente se intervinieron dichos insectos.
Como quiera que las expresadas circunstancias, aparte de la irregularidad administrativa inherente al transporte de mercancía no autorizada, pudieran comportar otras conductas ilícitas, con transcendencia incluso penal en caso de productos tóxicos o infecciosos, se han practicado averiguaciones en varios ámbitos.
En primer lugar, se ha recabado informe de un zoólogo de la Facultad de Ciencias Biológicas, que se adjunta al presente y que concluye que las larvas intervenidas son de mosca común. Por tanto, no se trata de especie potencialmente dañina, más allá de las consabidas inconveniencias o molestias que las moscas vulgares ocasionan.
En segundo término, se ha interrogado al conductor del camión, quien, si bien en un primer momento declinó contestar a las preguntas que se le formularon, posteriormente y tras efectuar una llamada telefónica (a lo que fue autorizado por esta comandancia), accedió a ello realizando las siguientes manifestaciones:
Preguntado por la razón de transportar larvas de insecto, responde:
Que la fábrica de insecticidas en que trabaja ha reducido notablemente sus ventas en los últimos tiempos, lo que entiende es debido a la disminución de moscas en el entorno.
Preguntado sobre qué proyectaba hacer con las larvas, responde:
Que pretendía dejarlas en libertad en cuanto se desarrollaran lo suficiente para volar.
Preguntado si pretendía establecer un criadero, responde:
Que no lo descartaba.
Preguntado sobre la procedencia de las larvas, responde:
Que las ha adquirido en el extranjero, no deseando concretar su origen ni las personas que las han suministrado, si bien quiere precisar que las ha obtenido a precio módico.
Preguntado si ha recibido instrucciones de su empresa para que traiga moscas a nuestro país, responde:
Que no.
Preguntado sobre quién le ha encargado dicho transporte, responde:
Que nadie se lo ha encargado.
Preguntado por el motivo último de transportar larvas de mosca, responde:
Salvar su puesto de trabajo.
Invitado a concretar más su respuesta, añade:
Que la empresa ha iniciado ya los trámites de regulación de empleo, en la planta de insecticidas domésticos, para suprimir esta línea de producto y cesar a los trabajadores de la sección. Que pensó que, de aumentar la demanda de esos insecticidas, la empresa podría desistir del ajuste y mantener su plantilla.
Preguntado sobre si además del declarante hay otros trabajadores involucrados en el transporte de larvas, responde:
Que no desea contestar.
Preguntado si quiere añadir algo más a su declaración, responde:
Que el declarante no es ningún delincuente porque no ha robado ni dañado a nadie. Que siempre ha habido moscas y la gente ha usado insecticidas para librarse de ellas. Que sólo quiere que sigan vendiéndose matamoscas, para salvar su puesto de trabajo y los de sus compañeros. Que si pierde su empleo en la fábrica de insecticidas, se quedará en paro y no sabe de qué vivirá. Que tiene tres hijos menores de edad. Que ahora ocurre esto con las moscas pero después será con las hormigas. Que el consumo de cucarachicidas también está decayendo. Que puede ser a causa de la contaminación.
-Bueno, ya está transcrito. ¿Lo damos por terminado?
-No, hombre, hay que añadir que no se desprende relevancia penal y por eso le hemos dejado irse.
-A mí me parece un tío valiente.
-Al menos no se resigna a que lo echen.
-Los que deciden los recortes son unos capullos. Con qué indolencia tiran a la gente, pero en cambio sus sillones de directivo son sagrados.
-Pero es que… Tiene su lógica: si la gente no compra insecticidas, no tiene sentido fabricar algo que no se vende. Entonces hay que despedir a quienes trabajan en eso. O sea, amortizarlos. Es la ley del mercado.
-Así visto parece simple. Pero no deja de ser una putada. Imagínate que de repente no se cometieran delitos, que todo el mundo cumpliera las leyes: ni un homicidio, ni un robo… Entonces tú y yo sobraríamos: todos los policías, guardias, vigilantes… al paro.
-Quieres decir que cobramos gracias a los delincuentes. Vamos: que vivimos de ellos.
-Ríete, pero es así. Si no hubiera delincuentes tendríamos que plantearnos ser policías de día y ladrones de noche. Así no nos considerarían prescindibles, ex-ce-den-ta-rios. Una vez leí en el periódico que un bombero forestal provocaba incendios para evitar que suprimieran su retén.
-¿Ah, sí? Tiene gracia.
-¡Toma!, y hace un siglo hubo obreros que rompían máquinas porque por su culpa perdían el jornal.
-Cómo se ve que lees historia.
-Me interesa, aunque no sirve para nada. Fíjate que, actualmente, la industria militar se las arregla para que siempre haya alguna guerra: para las fábricas de armas, la paz significa su quiebra.
-Pero todo eso es insensato. Lo único claro es que, si no pudiéramos seguir trabajando en esto, intentaríamos dedicarnos a otra cosa.
-Sí, pero imagínate que mañana te despiden. No es fácil empezar de nuevo. Antes tienes que encontrar otro empleo, aprenderlo, reciclarte…
-Tendría derecho a cobrar el paro.
-Pero no es lo mismo. Mucha gente se siente fracasada al perder su trabajo. De pronto los ingresos se reducen al mínimo, se hace difícil convivir, la familia paga los platos rotos. Tus hijos se van al colegio y te preguntan: “papá, ¿por qué no trabajas?”. Y encima, desde fuera te miran con suspicacia, como a un defraudador o un parásito. Y tampoco sabes cuándo acabará eso.
-¿Y qué solución se te ocurre? Si no hay moscas, es una ventaja. Igual que si no hubiera delitos. Lo que la gente ahorre en insecticidas o en blindajes, se lo gastará en otras cosas. Y eso generará nuevos empleos. Las necesidades humanas son ilimitadas.
-No estoy de acuerdo: las necesidades son limitadas, lo ilimitado es la codicia.
-Bueno, llámalo como quieras.
-¿Recuerdas cuando para sacar dinero del banco tenía que atenderte un cajero, un cajero-persona? ¿Y cuando había cobradores en los autobuses (no como ahora, que cobra el conductor)? Y los cobradores seguían siendo útiles, los quitaron para ganar más dinero. ¿Crees que esos puestos se han sustituido por otros? Más bien se han perdido, sin más.
-No; es distinto. Lo que digo es que, si siguieran los cobradores en los autobuses y los cajeros en las ventanillas, esos servicios serían más caros. Entonces la gente tendría menos dinero para gastar en otras cosas, y eso impediría surgir nuevos empleos.
-Es posible, pero debe haber otra forma de progresar, sin tirar gente a la calle. El precio es demasiado alto. Si hay que pagarlo, repartámoslo entre todos. Porque, aunque esa gente acabe encontrando otro empleo, el problema es “mientras tanto”. Y… Hola, amiguita, ven aquí. ¿Has visto… qué mosca más guapa?
Como una grandiosa espina
Como una grandiosa espina.
-Tapiceros. Dígame.
-Buenos días. Querría saber si pueden tapizar un sillón.
-Sí, claro. ¿Lo va a traer usted o hay que recogerlo?
-Pues... ¿Pueden hacer el trabajo en el domicilio?
-Depende de cómo sea el encargo.
-Bueno, verá. Es un sillón antiguo...
-¿Un sillón solo o un tresillo?
-Un sillón, o sea, una butaca con reposabrazos.
-¿Y sabe ya cómo lo va a tapizar? ¿Ha elegido tela?
-Pues no, sería una tela similar a la originaria, pero... Verá, es que hay un problema adicional. Resulta que he perdido un papel, se ha metido por esa raja que hay entre el asiento y el brazo del sillón. Y por más que he intentado sacarlo, no he podido. Así que, como es un papel importante, quizá haya que desmontar el mueble para sacarlo. He pensado que ustedes... Así además aprovecharíamos para tapizarlo.
-Bueno, pero nosotros el armazón no lo tocamos, eso más bien sería cosa de carpintería.
-Ya. En fin, lo que quiero es que vengan a verlo y así decidir.
-Pero entonces tendremos que facturar el desplazamiento, nosotros el presupuesto no lo cobramos pero el desplazamiento sí.
-Se comprende... Lo que sí querría es que vinieran de seis a siete de la tarde, a esa hora mi madre está fuera. Es que a ella el sillón le trae recuerdos y prefiero que no sepa que vamos a tocarlo.
-Hay que descoser por aquí.
-Haga lo que sea necesario.
-A ver si hay suerte y no tengo que mover listones... Parece que veo algo dentro... pero no es un papel, es una cosa dorada... Ya lo tengo, ah y el papel también.
-¿Y esto? Pues sí que es bonito, no lo había visto nunca.
-Tiene pinta de antiguo. Igual lleva cien años ahí dentro. Esos relojes de bolsillo ya no se fabrican.
-En fin, un descubrimiento. Supongo que mi madre sabrá cómo llegó ahí.
-Hola, mamá. ¿Te has fatigado en el fisio?
-No es fatiga, hijo mío, es desesperación porque los músculos no me obedecen.
-Comprendo. Además, por lo que veo se ha alargado la sesión. Bueno, ahora mismo te llevamos a la cama, entre Silvia y yo. Cuando hayas cenado tengo que enseñarte algo.
(...)
-¿Qué me querías enseñar?
-Lo tengo en el bolsillo. Mira.
-Pero... ¿dónde has encontrado esto?
-En la butaca del salón. Estaba dentro. Tuve que abrirla para recuperar un cheque (nada menos que el talón de la venta de la casa), se me salió del pantalón y se coló por una raja. Y, mira por dónde, además del cheque apareció esto. Pero, ¿por qué lloras?
-Era de tu padre. Su reloj de bolsillo.
-Claro, te trae recuerdos...
-No lloro por eso. Es otra cosa... Es que creímos que lo habían robado... Tu padre lo echó en falta y llegó a la conclusión de que sólo podía haberlo cogido la criada.
-¿La criada? Pero ella lo negaría.
-Todo el tiempo. Pero no sirvió de nada. La despedimos. Figúrate: en un pueblo pequeño, todo el mundo se enteró. Quedó como una ladrona.
-Vaya metedura de pata...
-Y ya ves, ahora resulta que nadie lo robó. Medio siglo ha hecho falta para demostrarlo. Pobre muchacha... Debimos de hacerle mucho daño.
__________________________________________
-¿Quién es?
-Buenos días, señora. Soy Pablo Villanueva, notario. Aquí tiene mi tarjeta. Pero mi visita no tiene que ver con mi profesión. Quería hablarle de un asunto personal. Necesito un poco de tiempo para explicárselo. Puedo volver cuando usted diga, o estaría encantado de invitarla a un café donde guste.
(...)
Pues verá, es una historia larga. Mis padres vivieron en este pueblo hace unos cincuenta años. Mi padre también era notario, y éste fue uno de sus primeros destinos. El caso es que en casa de mis padres estuvo trabajando una mujer, joven, entonces tendría unos veinte años. Un día, mi padre echó en falta un reloj de bolsillo. Era un reloj valioso, de oro. Buscaron por todas partes pero no apareció. Como mi padre estaba seguro de haber traído el reloj a casa y no haberlo perdido fuera, sospecharon de la cria... o sea, la asistenta. Ella negó haberlo cogido, pero el caso es que mis padres perdieron la confianza en ella y... la despidieron. Poco después mi padre se trasladó a otra notaría. No volvieron a saber más de aquella mujer.
Ahora hay que dar un salto en el tiempo. Hace apenas un mes, estando yo sentado en una butaca, del bolsillo del pantalón me desapareció un cheque. Estaba tan seguro de que lo llevaba ahí, que sólo encontré una explicación: se había metido por la raja, ésa que tienen los sillones antiguos entre el asiento y los brazos. Intenté meter la mano para cogerlo pero fue inútil. Tuve que avisar a un tapicero. El caso es que, al desmontar el sillón para sacar el cheque, apareció también el viejo reloj de mi padre. O sea, que siempre estuvo allí: nadie lo había robado.
-¿Y por qué me cuenta todo esto?
-Pues el caso es que la asistenta a la que mis padres despidieron podría ser... su madre.
-¿Y cómo ha llegado a esa conclusión?
-Mi madre me ha proporcionado algunos datos, más bien pocos, porque ha transcurrido mucho tiempo. Y esos datos los he pasado a una agencia de investigación. Ya sé que le sonará raro, contratar a un detective para esto. Pero ¿qué otra cosa podía hacer?: no sé hacer averiguaciones, y ni siquiera conocí a esa mujer: cuando eso ocurrió yo aún no había nacido.
-¿Y para qué la busca?
-Para que mi madre pueda disculparse. Necesita disculparse con ella, pedirle perdón.
-Vamos a ver si lo he entendido: Su madre echó de su casa indignamente a la mía, y ahora, al cabo de un montón de años, quiere lavar su conciencia.
-Sí, podría decirse así.
-¿Y ha venido su madre al pueblo con usted?
-No, ella está impedida, en silla de ruedas. Precisamente el cheque que perdí era por venta de nuestra anterior casa: nos hemos tenido que mudar porque ya no puede subir escaleras. Por desgracia le queda poca vida. Su enfermedad es incurable, una cuenta atrás. El favor que quiero pedir a su madre es que viaje conmigo para que la mía pueda disculparse. Para que no muera con esa comezón.
-Tengo que pensarlo. En principio me parece que, si eso es verdad, lo que hicieron con mi madre fue una cabronada. Y eso no se borra diciendo “lo siento” al cabo de cincuenta años. Por lo menos, que quienes lo hicieron lleven ese peso en su conciencia.
-Comprendo su reacción. A mí también me subleva, ¿sabe?, aunque los autores de esa infamia fueran mis padres. Lo único que le pido es que me permita hablar con su madre, o al menos le transmita mi ruego. Piénselo, por favor, y dígame cuándo podríamos vernos otra vez.
_______________________________________________
-Ya he hablado con mi madre. No es la persona que busca.
-¿Ah, no?
-No.
-Pues... tendré que seguir indagando.
-No hace falta.
-¿Cómo?
-Que no es necesario. Su detective iba bien encaminado, sólo se equivocó un poco. La persona a la que busca es mi tía.
-Ah, entonces se explica el error: los mismos apellidos, el mismo pueblo... Y ¿me permitiría usted hablar con su tía?
-No puede ser: está muerta. Murió hace dos años.
-Vaya... Me deja de piedra.
-Pues eso es lo que hay.
-No sé cómo va a encajarlo mi madre cuando se lo diga. No tiene ánimo para nada desde que apareció el reloj.
-Lo siento, y perdón por haber estado áspera el otro día. Usted no tiene culpa de lo que hicieron sus padres. Tengo que dejarle.
-¿Sabe? Ya que su tía ha muerto, me gustaría al menos explicar a mi madre cómo fue su vida: qué pasó después de que la despidieran.
-Se fue del pueblo. Quien mejor conoce la historia es mi madre.
-Entonces, por favor, permítame hablar con su madre.
-Está bien, le daré las señas del hospicio, anótelas si quiere.
-Buenos días, señora. Soy Pablo Villanueva.
-Mi hija me ha hablado de usted.
-Bueno, ya sabe por qué he venido. Querría que me hablara de su hermana.
-Mi hermana... Cuando la despidieron de casa del notario, se marchó del pueblo. Aquí todo el mundo la miraba como a una ladrona. Porque se corrió la voz.
-Pero encontraría trabajo en otro lugar.
-Le daba igual todo. Algún trabajo tuvo, pero al final se fue con las monjas. En el convento vivió en paz, hasta que le vino la trombosis. Va para dos años que murió.
-Estoy pensando... Señora, lo que voy a pedirle quizá le parezca un despropósito. Pero mire, mi madre va a sufrir mucho si sabe la verdad. Ella necesita pedir perdón por aquella injusticia. Y no se puede pedir perdón a una persona muerta. Si usted aceptara venir conmigo y hacerse pasar por su hermana... Se lo suplico. El viaje no es largo, y luego… Será un momento. Simplemente para que mi madre pueda, antes de morir, implorar su perdón.
_______________________________________________
-Mira, mamá, ha venido conmigo Ino.
-Acércate, ven que te abrace. ¡Cuánto te hicimos sufrir, y sin ninguna razón!
-Vamos, señora. El tiempo lo cura todo.
-Perdona, hija mía, ¡qué injustos fuimos!
-Está perdonada, señora. No dé más vueltas a eso.
-Y cuéntame, Ino, ¿qué fue de ti?
-Pues ya ve, señora, me casé, tengo una hija, dos nietos...
-¿Seguiste viviendo en aquel pueblo?
-Sí, señora, allí sigo. Aunque ahora estoy en el asilo municipal, por no dar la lata a la familia.
-Pero... ¿Seguro que eres Ino? De pronto me ha venido a la cabeza... Ino tenía una hermana, yo creo que... Durante un tiempo estuvo viniendo a casa cuando ella enfermó. Las mismas facciones, ese lunar en...
-Ha acertado, señora: soy Adela, la hermana de Ino. Pero da igual. Yo la perdono a usted en su nombre. La perdono como Ino la habría perdonado. ¿Sabe? Ino se hizo monja, estuvo en clausura y fue feliz a su manera. Va a hacer dos años que murió. Ino está en el cielo y allí la ha perdonado. Y Dios también. No llore, señora.
-¿Has ideado tú esta farsa, Pablo?
-Lo siento, mamá. Sólo quería que dejaras de sufrir.
-...Y toda mi vida así, sin pintar nada. Fue mi marido quien se empeñó en despedir a Ino. Dijo que bastante hacía con no denunciarla al juez. Habría sido aún peor: ¡una denuncia del señor notario! Con esto no me justifico: yo también soy culpable por no afear más la conducta a mi marido. Una reputación destruida sin pruebas, temerariamente... ¿Y qué importaba, siendo una pobre criada?
-Vamos, señora, tranquilícese. Yo también me he prestado a esta simulación, para consolarla. Abráceme otra vez y será como si abrazara a Ino.
-Gracias. ¿Sabes que me queda poco tiempo de estar aquí? Pronto... No sé dónde iré cuando muera, si es que voy a alguna parte. Pero, sea como sea, ya no veré más humillación ni injusticia.
-Tapiceros. Dígame.
-Buenos días. Querría saber si pueden tapizar un sillón.
-Sí, claro. ¿Lo va a traer usted o hay que recogerlo?
-Pues... ¿Pueden hacer el trabajo en el domicilio?
-Depende de cómo sea el encargo.
-Bueno, verá. Es un sillón antiguo...
-¿Un sillón solo o un tresillo?
-Un sillón, o sea, una butaca con reposabrazos.
-¿Y sabe ya cómo lo va a tapizar? ¿Ha elegido tela?
-Pues no, sería una tela similar a la originaria, pero... Verá, es que hay un problema adicional. Resulta que he perdido un papel, se ha metido por esa raja que hay entre el asiento y el brazo del sillón. Y por más que he intentado sacarlo, no he podido. Así que, como es un papel importante, quizá haya que desmontar el mueble para sacarlo. He pensado que ustedes... Así además aprovecharíamos para tapizarlo.
-Bueno, pero nosotros el armazón no lo tocamos, eso más bien sería cosa de carpintería.
-Ya. En fin, lo que quiero es que vengan a verlo y así decidir.
-Pero entonces tendremos que facturar el desplazamiento, nosotros el presupuesto no lo cobramos pero el desplazamiento sí.
-Se comprende... Lo que sí querría es que vinieran de seis a siete de la tarde, a esa hora mi madre está fuera. Es que a ella el sillón le trae recuerdos y prefiero que no sepa que vamos a tocarlo.
-Hay que descoser por aquí.
-Haga lo que sea necesario.
-A ver si hay suerte y no tengo que mover listones... Parece que veo algo dentro... pero no es un papel, es una cosa dorada... Ya lo tengo, ah y el papel también.
-¿Y esto? Pues sí que es bonito, no lo había visto nunca.
-Tiene pinta de antiguo. Igual lleva cien años ahí dentro. Esos relojes de bolsillo ya no se fabrican.
-En fin, un descubrimiento. Supongo que mi madre sabrá cómo llegó ahí.
-Hola, mamá. ¿Te has fatigado en el fisio?
-No es fatiga, hijo mío, es desesperación porque los músculos no me obedecen.
-Comprendo. Además, por lo que veo se ha alargado la sesión. Bueno, ahora mismo te llevamos a la cama, entre Silvia y yo. Cuando hayas cenado tengo que enseñarte algo.
(...)
-¿Qué me querías enseñar?
-Lo tengo en el bolsillo. Mira.
-Pero... ¿dónde has encontrado esto?
-En la butaca del salón. Estaba dentro. Tuve que abrirla para recuperar un cheque (nada menos que el talón de la venta de la casa), se me salió del pantalón y se coló por una raja. Y, mira por dónde, además del cheque apareció esto. Pero, ¿por qué lloras?
-Era de tu padre. Su reloj de bolsillo.
-Claro, te trae recuerdos...
-No lloro por eso. Es otra cosa... Es que creímos que lo habían robado... Tu padre lo echó en falta y llegó a la conclusión de que sólo podía haberlo cogido la criada.
-¿La criada? Pero ella lo negaría.
-Todo el tiempo. Pero no sirvió de nada. La despedimos. Figúrate: en un pueblo pequeño, todo el mundo se enteró. Quedó como una ladrona.
-Vaya metedura de pata...
-Y ya ves, ahora resulta que nadie lo robó. Medio siglo ha hecho falta para demostrarlo. Pobre muchacha... Debimos de hacerle mucho daño.
__________________________________________
-¿Quién es?
-Buenos días, señora. Soy Pablo Villanueva, notario. Aquí tiene mi tarjeta. Pero mi visita no tiene que ver con mi profesión. Quería hablarle de un asunto personal. Necesito un poco de tiempo para explicárselo. Puedo volver cuando usted diga, o estaría encantado de invitarla a un café donde guste.
(...)
Pues verá, es una historia larga. Mis padres vivieron en este pueblo hace unos cincuenta años. Mi padre también era notario, y éste fue uno de sus primeros destinos. El caso es que en casa de mis padres estuvo trabajando una mujer, joven, entonces tendría unos veinte años. Un día, mi padre echó en falta un reloj de bolsillo. Era un reloj valioso, de oro. Buscaron por todas partes pero no apareció. Como mi padre estaba seguro de haber traído el reloj a casa y no haberlo perdido fuera, sospecharon de la cria... o sea, la asistenta. Ella negó haberlo cogido, pero el caso es que mis padres perdieron la confianza en ella y... la despidieron. Poco después mi padre se trasladó a otra notaría. No volvieron a saber más de aquella mujer.
Ahora hay que dar un salto en el tiempo. Hace apenas un mes, estando yo sentado en una butaca, del bolsillo del pantalón me desapareció un cheque. Estaba tan seguro de que lo llevaba ahí, que sólo encontré una explicación: se había metido por la raja, ésa que tienen los sillones antiguos entre el asiento y los brazos. Intenté meter la mano para cogerlo pero fue inútil. Tuve que avisar a un tapicero. El caso es que, al desmontar el sillón para sacar el cheque, apareció también el viejo reloj de mi padre. O sea, que siempre estuvo allí: nadie lo había robado.
-¿Y por qué me cuenta todo esto?
-Pues el caso es que la asistenta a la que mis padres despidieron podría ser... su madre.
-¿Y cómo ha llegado a esa conclusión?
-Mi madre me ha proporcionado algunos datos, más bien pocos, porque ha transcurrido mucho tiempo. Y esos datos los he pasado a una agencia de investigación. Ya sé que le sonará raro, contratar a un detective para esto. Pero ¿qué otra cosa podía hacer?: no sé hacer averiguaciones, y ni siquiera conocí a esa mujer: cuando eso ocurrió yo aún no había nacido.
-¿Y para qué la busca?
-Para que mi madre pueda disculparse. Necesita disculparse con ella, pedirle perdón.
-Vamos a ver si lo he entendido: Su madre echó de su casa indignamente a la mía, y ahora, al cabo de un montón de años, quiere lavar su conciencia.
-Sí, podría decirse así.
-¿Y ha venido su madre al pueblo con usted?
-No, ella está impedida, en silla de ruedas. Precisamente el cheque que perdí era por venta de nuestra anterior casa: nos hemos tenido que mudar porque ya no puede subir escaleras. Por desgracia le queda poca vida. Su enfermedad es incurable, una cuenta atrás. El favor que quiero pedir a su madre es que viaje conmigo para que la mía pueda disculparse. Para que no muera con esa comezón.
-Tengo que pensarlo. En principio me parece que, si eso es verdad, lo que hicieron con mi madre fue una cabronada. Y eso no se borra diciendo “lo siento” al cabo de cincuenta años. Por lo menos, que quienes lo hicieron lleven ese peso en su conciencia.
-Comprendo su reacción. A mí también me subleva, ¿sabe?, aunque los autores de esa infamia fueran mis padres. Lo único que le pido es que me permita hablar con su madre, o al menos le transmita mi ruego. Piénselo, por favor, y dígame cuándo podríamos vernos otra vez.
_______________________________________________
-Ya he hablado con mi madre. No es la persona que busca.
-¿Ah, no?
-No.
-Pues... tendré que seguir indagando.
-No hace falta.
-¿Cómo?
-Que no es necesario. Su detective iba bien encaminado, sólo se equivocó un poco. La persona a la que busca es mi tía.
-Ah, entonces se explica el error: los mismos apellidos, el mismo pueblo... Y ¿me permitiría usted hablar con su tía?
-No puede ser: está muerta. Murió hace dos años.
-Vaya... Me deja de piedra.
-Pues eso es lo que hay.
-No sé cómo va a encajarlo mi madre cuando se lo diga. No tiene ánimo para nada desde que apareció el reloj.
-Lo siento, y perdón por haber estado áspera el otro día. Usted no tiene culpa de lo que hicieron sus padres. Tengo que dejarle.
-¿Sabe? Ya que su tía ha muerto, me gustaría al menos explicar a mi madre cómo fue su vida: qué pasó después de que la despidieran.
-Se fue del pueblo. Quien mejor conoce la historia es mi madre.
-Entonces, por favor, permítame hablar con su madre.
-Está bien, le daré las señas del hospicio, anótelas si quiere.
-Buenos días, señora. Soy Pablo Villanueva.
-Mi hija me ha hablado de usted.
-Bueno, ya sabe por qué he venido. Querría que me hablara de su hermana.
-Mi hermana... Cuando la despidieron de casa del notario, se marchó del pueblo. Aquí todo el mundo la miraba como a una ladrona. Porque se corrió la voz.
-Pero encontraría trabajo en otro lugar.
-Le daba igual todo. Algún trabajo tuvo, pero al final se fue con las monjas. En el convento vivió en paz, hasta que le vino la trombosis. Va para dos años que murió.
-Estoy pensando... Señora, lo que voy a pedirle quizá le parezca un despropósito. Pero mire, mi madre va a sufrir mucho si sabe la verdad. Ella necesita pedir perdón por aquella injusticia. Y no se puede pedir perdón a una persona muerta. Si usted aceptara venir conmigo y hacerse pasar por su hermana... Se lo suplico. El viaje no es largo, y luego… Será un momento. Simplemente para que mi madre pueda, antes de morir, implorar su perdón.
_______________________________________________
-Mira, mamá, ha venido conmigo Ino.
-Acércate, ven que te abrace. ¡Cuánto te hicimos sufrir, y sin ninguna razón!
-Vamos, señora. El tiempo lo cura todo.
-Perdona, hija mía, ¡qué injustos fuimos!
-Está perdonada, señora. No dé más vueltas a eso.
-Y cuéntame, Ino, ¿qué fue de ti?
-Pues ya ve, señora, me casé, tengo una hija, dos nietos...
-¿Seguiste viviendo en aquel pueblo?
-Sí, señora, allí sigo. Aunque ahora estoy en el asilo municipal, por no dar la lata a la familia.
-Pero... ¿Seguro que eres Ino? De pronto me ha venido a la cabeza... Ino tenía una hermana, yo creo que... Durante un tiempo estuvo viniendo a casa cuando ella enfermó. Las mismas facciones, ese lunar en...
-Ha acertado, señora: soy Adela, la hermana de Ino. Pero da igual. Yo la perdono a usted en su nombre. La perdono como Ino la habría perdonado. ¿Sabe? Ino se hizo monja, estuvo en clausura y fue feliz a su manera. Va a hacer dos años que murió. Ino está en el cielo y allí la ha perdonado. Y Dios también. No llore, señora.
-¿Has ideado tú esta farsa, Pablo?
-Lo siento, mamá. Sólo quería que dejaras de sufrir.
-...Y toda mi vida así, sin pintar nada. Fue mi marido quien se empeñó en despedir a Ino. Dijo que bastante hacía con no denunciarla al juez. Habría sido aún peor: ¡una denuncia del señor notario! Con esto no me justifico: yo también soy culpable por no afear más la conducta a mi marido. Una reputación destruida sin pruebas, temerariamente... ¿Y qué importaba, siendo una pobre criada?
-Vamos, señora, tranquilícese. Yo también me he prestado a esta simulación, para consolarla. Abráceme otra vez y será como si abrazara a Ino.
-Gracias. ¿Sabes que me queda poco tiempo de estar aquí? Pronto... No sé dónde iré cuando muera, si es que voy a alguna parte. Pero, sea como sea, ya no veré más humillación ni injusticia.
La verdadera espina
La verdadera espina (o Así me lo contaron).
A Javier L., que lo vivió.
A Ino, esté donde esté.
Ocurrió cuando yo tenía ocho años.
Estando mi padre sentado en un sillón (un viejo sillón de terciopelo azul que había pertenecido a mis abuelos maternos), de un bolsillo de su pantalón se salió accidentalmente un documento (creo que un talón bancario) que se coló por una de las ranuras existentes junto a los brazos del sillón. Al percatarse, mi padre intentó sacarlo, pero le fue imposible porque el documento se había metido hasta el fondo y la abertura resultaba estrecha. Incluso mis padres recurrieron a mí, pensando en que al tener las manos más pequeñas podría extraerlo, pero tampoco lo logré.
Como aquel papel era muy importante para mi padre, no hubo más remedio que desmontar parte del butacón para extraerlo de su interior. Cuando lo hicieron, mis padres consiguieron recobrar el documento, pero además encontraron otro objeto dentro del sillón. Era un reloj de bolsillo, dorado, con una larga cadena. Al verlo, mi madre exclamó que aquél era el reloj de su padre.
Efectivamente se trataba, según supe después, de un reloj que perteneció a mi abuelo. Al conocer la noticia, mi abuela (que entonces vivía con nosotros) rompió a llorar. Todos pensamos que sollozaba por la emoción que aquel objeto le producía al recordarle a su marido (mi abuelo), ya fallecido. Pero no. Según nos contó, la causa de su aflicción era otra. Se debía a que aquel reloj lo echó en falta su marido hacía varias décadas, y al notar su ausencia mis abuelos sospecharon de la criada que entonces servía en la casa. La interrogaron varias veces y, pese a sus constantes negativas, decidieron despedirla porque estaban convencidos de que ella había hurtado el reloj. Pues bien: casi treinta años después aquel reloj había aparecido dentro del armazón de una butaca vieja. Un hallazgo casual exhibía, muchos años más tarde, la iniquidad acusadora de mis abuelos, su terrible injusticia con esa pobre mujer.
Espoleada por su conciencia, mi abuela decidió viajar al pueblo en que había vivido cuando eso ocurrió, confiando en que aquella sirvienta seguiría residiendo allí. Deseaba vivamente disculparse e implorar su perdón después de tanto tiempo. Pero su propósito fue vano: cuando llegó al pueblo le informaron de que aquella mujer había muerto hacía dos años.
Nunca he vuelto a ver aquel reloj de bolsillo. Al morir mi abuela no lo encontramos entre sus pertenencias.
A aquella criada, según dijo mi abuela, la llamaban Ino. Intuyo y se me clava su nombre completo.
A Javier L., que lo vivió.
A Ino, esté donde esté.
Ocurrió cuando yo tenía ocho años.
Estando mi padre sentado en un sillón (un viejo sillón de terciopelo azul que había pertenecido a mis abuelos maternos), de un bolsillo de su pantalón se salió accidentalmente un documento (creo que un talón bancario) que se coló por una de las ranuras existentes junto a los brazos del sillón. Al percatarse, mi padre intentó sacarlo, pero le fue imposible porque el documento se había metido hasta el fondo y la abertura resultaba estrecha. Incluso mis padres recurrieron a mí, pensando en que al tener las manos más pequeñas podría extraerlo, pero tampoco lo logré.
Como aquel papel era muy importante para mi padre, no hubo más remedio que desmontar parte del butacón para extraerlo de su interior. Cuando lo hicieron, mis padres consiguieron recobrar el documento, pero además encontraron otro objeto dentro del sillón. Era un reloj de bolsillo, dorado, con una larga cadena. Al verlo, mi madre exclamó que aquél era el reloj de su padre.
Efectivamente se trataba, según supe después, de un reloj que perteneció a mi abuelo. Al conocer la noticia, mi abuela (que entonces vivía con nosotros) rompió a llorar. Todos pensamos que sollozaba por la emoción que aquel objeto le producía al recordarle a su marido (mi abuelo), ya fallecido. Pero no. Según nos contó, la causa de su aflicción era otra. Se debía a que aquel reloj lo echó en falta su marido hacía varias décadas, y al notar su ausencia mis abuelos sospecharon de la criada que entonces servía en la casa. La interrogaron varias veces y, pese a sus constantes negativas, decidieron despedirla porque estaban convencidos de que ella había hurtado el reloj. Pues bien: casi treinta años después aquel reloj había aparecido dentro del armazón de una butaca vieja. Un hallazgo casual exhibía, muchos años más tarde, la iniquidad acusadora de mis abuelos, su terrible injusticia con esa pobre mujer.
Espoleada por su conciencia, mi abuela decidió viajar al pueblo en que había vivido cuando eso ocurrió, confiando en que aquella sirvienta seguiría residiendo allí. Deseaba vivamente disculparse e implorar su perdón después de tanto tiempo. Pero su propósito fue vano: cuando llegó al pueblo le informaron de que aquella mujer había muerto hacía dos años.
Nunca he vuelto a ver aquel reloj de bolsillo. Al morir mi abuela no lo encontramos entre sus pertenencias.
A aquella criada, según dijo mi abuela, la llamaban Ino. Intuyo y se me clava su nombre completo.
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