Monday, October 22, 2007

Sinsentidos consentidos

Sinsentidos consentidos. Así dicho, parece un juego de palabras. De hecho, lo es. También podría decirse “absurdos permitidos” o “sinsentidos tolerados”… Da igual como se diga. Pero el caso es que existen.

Está, por ejemplo, la guerra, la mejor forma de no resolver un conflicto, y además perdiendo todos.

Y otro “sinsentido consentido” es la ausencia, todavía, de una lengua universal. Hace más de un siglo existe el “esperanto”, una lengua artificial concebida para que su aprendizaje y uso sean sumamente fáciles. Un idioma con escritura fonética y reglas fijas. Sin arbitrariedades ni verbos irregulares ni sonidos oscuros.

Lo lógico sería que, desde la infancia, se enseñara esperanto en todas las escuelas del mundo. En poco tiempo todos los humanos podríamos comunicarnos en cualquier parte del planeta. (Sin perjuicio, naturalmente, de que con independencia de ello cada cual conserve su lengua materna.)

Pero a quien defiende la enseñanza generalizada del esperanto se le considera un excéntrico. Poco importa que lo irracional sea, precisamente, lo contrario.

Si se permite la comparación, durante más de mil años vino usándose en Europa el sistema de numeración romano. Hasta que en el siglo XIII empezó a difundirse el sistema indo-árabe, que facilitaba espectacularmente los cálculos matemáticos. Con el sistema romano eran casi imposibles las operaciones aritméticas de alguna complejidad: ni siquiera multiplicaciones o divisiones con números altos. Por ello el sistema indo-árabe se abrió camino sustituyendo a la numeración romana. Y a partir de entonces los avances científicos se sucedieron con rapidez. Probablemente el sistema romano los había frenado.

Pues bien: igual que en su momento se adoptó el sistema de numeración indo-árabe, lo lógico sería que actualmente se enseñase esperanto en todas las escuelas del mundo.

Pero no ocurre así. Y mientras no lo hagamos, estaremos consintiendo el sinsentido.

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