Monday, October 08, 2007

Ubicados

El lenguaje, al gramatizar la realidad, asigna al espacio y al tiempo idénticas categorías sintácticas. En sirve tanto para el lugar (“vivo en Lugo”) como para el tiempo (“nací en el año 1962”). Lo mismo sucede con desde, entre, hacia, etc: “vengo desde mi casa”; “juego al tenis desde hace tres años”; “me senté entre dos árboles”; “la aceituna se recoge entre diciembre y febrero”; “ya vamos hacia el otoño”.

No sólo ocurre con el régimen preposicional. Cerca y lejos pasan por ser adverbios de lugar, pero se usan igualmente para el tiempo: “Qué lejos queda el día de mi boda”; “Ya está cerca el verano”… Y otro tanto sucede con delante y detrás: “su niñez quedó atrás”; “tienes mucho tiempo por delante”.

Nos ubicamos tanto en el espacio como en el tiempo, y las estructuras lingüísticas reproducen esta asimilación mental.

Llegamos incluso a afirmar que el tiempo transcurre deprisa o despacio, veloz o lentamente: “Qué rápidas se me han hecho estas horas”; “qué despacio pasa el tiempo cuando estoy impaciente”). Lo cual nuevamente supone aplicar al tiempo y al espacio categorías coincidentes. Hablamos como si el tiempo se desplazara. (Pero el tiempo no se traslada ni tiene velocidad: el tiempo –y el espacio- determinan la velocidad).

Puede que en la realidad haya otras dimensiones que no captamos, pero el caso es que nuestra mente percibe el espacio y el tiempo como las dos referencias que nos sitúan: las coordinadas en que vivimos. Y por ello, al verbalizarlas, les asignamos iguales categorías.

1 comment:

thesyt said...

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