Monday, April 07, 2008

Instinto ético

Se titula El origen del hombre pero también podría llamarse El contenido del hombre. Darwin, una de las mentes científicas más lúcidas de la humanidad, no sólo explica en esta obra el surgimiento del hombre a partir de un mamífero velludo, con rabo y orejas puntiagudas, de hábitos probablemente arbóreos, sino que expone cómo se conformó la mente humana: esa extraña mezcla de instintos ancestrales y raciocinio inteligente.

En referencia al surgimiento del sentido moral (fundamento de la ética humana y de gran parte de los postulados religiosos), Darwin señala lo siguiente:

“El desarrollo de las cualidades morales… descansa en los instintos sociales… Los animales dotados de instintos sociales sienten deleite en la mutua compañía, se alertan unos a otros del peligro y se ayudan y defienden de muchas formas. Estos instintos no se extienden a todos los individuos de una misma especie, sino solamente a los de la misma tribu o comunidad. Como son en alto grado beneficiosos para la especie, es probable que se hayan adquirido por la selección natural…

Los animales sociales se hallan impelidos en parte por el deseo de prestar ayuda a los miembros de su comunidad en general… El hombre está impelido también por ese mismo deseo general de auxiliar a sus compañeros… El motivo que le impele a prestar ayuda está también muy modificado en el hombre; ya no consiste tan sólo en un ciego impulso instintivo, sino que se halla considerablemente influido por la idea de la alabanza o censura de sus semejantes. El aprecio de la alabanza o la reprobación, así como su concesión, resultan también de la empatía, sentimiento que, como vimos, es uno de los elementos más importantes de los instintos sociales. Aunque la empatía fue adquirida como instinto, se acrecienta considerablemente con el hábito y el ejercicio…

La naturaleza moral del hombre alcanzó en parte su grado presente por el progreso de sus facultades racionales, y consiguientemente de la verdadera opinión pública; pero sus empatías fueron haciéndose todavía más profundas y extensamente propagadas por los efectos del hábito, el ejemplo, la instrucción y la reflexión. No es improbable que después de larga práctica se hicieran hereditarias las tendencias virtuosas. En las razas más civilizadas la convicción de la existencia de una divinidad omnisciente ha ejercido poderoso influjo en el progreso de la moral…. Esto no obstante, el fundamento primitivo u originario del sentido moral descansa en los instintos sociales, incluyendo la empatía, los que sin duda alguna se alcanzaron en un principio, al igual que en los animales inferiores, merced a la selección natural”.

Así que ya sabemos de dónde viene nuestra ética: de la empatía (ponerse en lugar del otro). Los grupos entre cuyos miembros no hubiera empatía estaban abocados a extinguirse por su propia debilidad frente a aquéllos en que sí existiera empatía. De modo que esa tendencia empática constituye un instinto, surgido e instaurado ya en nuestros ancestros como especie social.

La ética humana es, originariamente, un instinto.

3 comments:

Anonymous said...

hola, me ha gustado mucho tu articulo, pero queria comentarte una duda. Imagina estar en la situacion de las termitas en un capitulo de ética para Amador que dice así: "el hormiguero es atacado, mientras las termitas-obrero reconstruyen la entrada, las termitas-soldado defienden a sus compañeras de los ataques externos. Finalmente, las termitas-soldado mueren por defender a sus compañeras".

¿Es justo decir que estas termitas son valientes?

Mi duda está en que teniendo en cuenta que si son valientes comparandolas con sus compañeras, pero que por otro lado no lo son porque para ellas es un instinto parecido a la empatía, pero según mi dudosa conclusion, no son conscientes de porque lo hacen o que nisiquiera sabemos si lo hacen responsablemente para salvar a las demás.

No se si se pueden comparar las termitas con los humanos porque ellas no son inteligentes simplemente es un instinto, pero por otro lado la empatía del ser humano también es un instinto (pero cuando intento proteger a alguien soy consciente de lo que hago)

En fin, espero que me hayas entendido... solo soy una estudiante intentando aprovar la asignatura de ética.

saiz said...

Kira, no sé cuánto tiempo llevará ahí tu comentario.

Tampoco sé si finalmente leerás el mío.

Debe haber un sistema para que, cuando alguien deja un comentario, el administrador del blog (en este caso yo) reciba un aviso. Debe haberlo pero yo lo desconozco. Por eso no había leído tu comentario hasta hoy.

En cuanto a lo que dices, yo creo que la selección natural ha "premiado" a determinadas especies por su conducta social y empática.

Las especies sociales y colaboradoras son más fuertes que aquéllas que no lo son.

En una lucha entre hormigas de distintos hormigueros, o entre hormigas y otra especie distinta, tendrán más probabilidades de vencer aquellas hormigas que son solidarias. Es decir, aquéllas que dan más importancia al conjunto del hormiguero que a ellas mismas individualmente. Y que, llegado el caso, pueden incluso arriesgar su vida con tal de salvar al hormiguero.

Esto pasa claramente con otros insectos sociales, como las abejas, que al clavar su aguijón pierden la vida.

Entonces, puede decirse que los insectos sociales que han desarrollado esta clase de conductas "heroicas" (de anteposición del interés colectivo al del propio individuo) han prevalecido: han sido premiadas por la selección natural.

En el caso de los humanos, tengo la impresión de que hay algo de esto en el origen, ya que los primitivos homínidos tenían que agruparse en clanes para cazar, defenderse frente a agresiones externas, etc. Y si en un grupo o clan no había colaboración y respeto entre sus componentes, entonces este grupo estaría abocado a la extinción.

Éste puede ser el origen de la conciencia, la ética y la empatía.

El Decálogo dice "No matarás". Y es una constante en todos los sistemas éticos. Y es que ¿podría haber sobrevivido un grupo humano cuyos individuos estuviesen continuamente atentando los unos contra la vida de los otros? Parece claro que no: se habrían autoextinguido.

Pero, aunque haya una pulsión colaboradora y empática, actualmente los humanos tenemos una capacidad de conciencia y autodeterminación muy superior a la de nuestros antepasados homínidos. En la actualidad podemos elegir. Nuestro cerebro puede escoger. Por tanto, no estamos abocados o determinados absolutamente a actuar en un determinado sentido.

Quien actualmente decide sacrificarse por los demás, no está obedeciendo compulsivamente a un instinto innato, sino que está tomando una decisión consciente y voluntaria. En eso nos diferenciamos de las hormigas.

Gracias por tu visita y comentario.

wamsutta towels review said...

Los animales sociales se hallan impelidos en parte por el deseo de prestar ayuda a los miembros de su comunidad en general… El hombre está impelido también por ese mismo deseo general de auxiliar a sus compañeros…
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