Monday, April 14, 2008

Hijos del corazón

1.

Los huevos de escorpión se desarrollan dentro de los conductos genitales de la madre. Una hembra puede alumbrar varias decenas de escorpiones de una sola vez, dependiendo de la especie. Al nacer, las crías sólo miden unos pocos milímetros, e inmediatamente se suben encima de su madre. Permanecerán allí hasta la primera muda, que tiene lugar entre la primera y la cuarta semana de vida. Mientras tanto, se alimentan de pequeños insectos que la madre atrapa para ellos y les va dando con sus patas.

Pero esto –supuestamente- no es amor, es mero instinto maternal.

2.

Los cocodrilos construyen nidos con vegetación y lodo o bien excavan pozos en la arena de las riberas de los ríos. Defienden los huevos ferozmente y, cuando nacen las crías, la madre las lleva dentro de su boca para protegerlas hasta que pueden valerse por sí mismas. En algunas variedades de cocodrilos, el cuidado de los huevos o de las crías es asumido por el macho de la pareja.

Pero todo esto -supuestamente- sigue sin ser amor, sigue siendo puro instinto.

3.

La loba, tras parir a las crías, las lame para limpiarles las membranas fetales, corta el cordón umbilical, lo trocea y empieza su etapa de lactancia. Durante las tres primeras semanas las crías son amamantadas por la hembra, pero al mes se van destetando y comienzan a ser alimentadas por el macho, que ingiere el alimento, lo regurgita y lo ofrece a los cachorros. A las cuatro semanas los lobeznos ya empiezan a abandonar la madriguera.

Pero esto tampoco es amor, es -supuestamente- un simple apego o querencia instintiva.

4.

La madre humana toma dulcemente a su bebé, se lo pone en el pecho, al acabar de mamar le limpia la cara, lo arrulla con sus brazos, le canta, le da golpecitos en la espalda para que eche el aire. A esa madre humana se le enciende la mirada al contemplar a su hijito. “-Mi vida, mi sol, mi tesoro”, exclama.

Y esta humana sublimación del instinto, esta sofisticada modalidad de la ternura, sí es -por fin- amor.

5 comments:

Anonymous said...

He visto alguna de las escenas que comentas en documentales y es una hermosa forma de amor de los animales hacia sus crías. Yo sólo tengo una forma de llamarlo, AMOR con mayúsculas y sin quitarle ni una letra.
Un abrazo.
Cloe.

saiz said...

Casi todo lo que sentimos está ya en los animales, procede de cuando nosotros también éramos uno de ellos. Sólo lo hemos sofisticado, estirado.

Anonymous said...

Sr. Saiz: Suelo leer sus textos, que me resultan interesantes por su aspecto literario y también por el científico. Pero me temo que debo dirigirme nuevamente a Vd, ya que, aunque sus escritos suelen ser rigurosos, en este caso cuando se refiere al cuidado de la hembra de escorpión hacia sus crías, incurre en error pues, si bien es verdad que las crías se suben a la madre y esta las alimenta con insectos que va atrapando, no es exacto que les haga llegar los insectos con las patas, sino con una especie de pinzas que el escrorpión tiene en su zona frontal, y que mueve por delante de la cabeza. Estas pinzas, aunque lógicamente son unos apéndices que salen del tronco, no son sin embargo patas.

Le animo a que siga con su blog ya que en general suelo coincidir con sus puntos de vista.

saiz said...

Muchas gracias. La verdad es que me llena de satisfacción tener lectores de tan alto nivel que leen estos textos con tanta atención. Por otro lado, me exhorta a ser especialmente cuidadoso en lo que escribo, para estar a vuestra altura. En todo caso también me tranquiliza saber que, si incurro en algún error, habrá alguien pendiente para rectificarme. Gracias, pues, por todo ello.

saiz said...

Muchas gracias. La verdad es que me llena de satisfacción tener lectores de tan alto nivel que leen estos textos con tanta atención. Por otro lado, me exhorta a ser especialmente cuidadoso en lo que escribo, para estar a vuestra altura. En todo caso también me tranquiliza saber que, si incurro en algún error, habrá alguien pendiente para rectificarme. Gracias, pues, por todo ello.