Monday, December 03, 2007

Ruido

Inventamos preocupaciones. Nos obsesionamos por asuntos triviales y luego, cuando surge un problema realmente grave, nos damos cuenta de que nos preocupábamos por bagatelas.

Y a la inversa. Las personas que han de preocuparse por lo más vital (la subsistencia, la obtención de alimento…) creen que, una vez que consigan eso, no tendrán nada serio de que preocuparse. Y sin embargo no es así. Cuando han logrado lo básico, encuentran otros motivos de preocupación.

Quienes lo tienen todo se desviven porque otros tienen todavía más que ellos, o bien se fabrican sus propios enredos generadores de problemas.

Se ve que buscamos preocupaciones, que no queremos pasar sin turbación.

Preocuparse es ocuparse, mantener la mente llena, ocupada. Incluso mientras dormimos nuestro cerebro conserva su actividad en forma de sueños o pesadillas.

Es posible que nuestro pensamiento quiera estar permanentemente ocupado para no conceder tiempo ni espacio a otras preguntas: a las cuestiones profundas del sentido y el ser.

Si no nos preocupáramos siempre por algo, se haría un profundo silencio interior. Y es probable que, en ese caso, lo que oyéramos no nos gustase.

¿De qué huimos cuando nos refugiamos en las preocupaciones?

1 comment:

Gemma said...

¿Del vértigo de la vida?