Monday, December 03, 2007

Demotecnia

Las decisiones por las que una manada de ciervos o búfalos se traslada de un lado a otro se toman por mayoría. Igualmente, ninguna abeja ni ningún cisne deciden en solitario los movimientos que adopta el grupo.

En estas especies existe la capacidad de adivinar cuándo una mayoría decide partir. Mediante diversos gestos, ciertos miembros del grupo formulan su propuesta de desplazamiento, que seguidamente se somete a la consideración del resto de la manada.

El voto se expresa de diversas formas, como levantando las patas o moviendo la cabeza. En el caso de los cisnes, ningún miembro de la manada se desplaza hasta que aproximadamente el 60% del grupo ha tomado una decisión.

Estos animales sólo emprenden la marcha cuando han alcanzado un consenso mayoritario. No hay disidentes que amenacen con retirarse del grupo si no se siguen sus dictados, ni tampoco líderes que impongan su criterio por la fuerza.

Los zoólogos Roper y Conradt aplicaron modelos matemáticos para determinar las ventajas de esta forma de adoptar decisiones. Estos modelos establecieron que, cuando la mayoría decide, aumentan las posibilidades de supervivencia.

Es la denominada democracia animal.

Según esto, la democracia no es un hallazgo humano. Igual que no hemos inventado la territorialidad ni la competencia, tampoco hemos introducido la democracia.

Tendemos a fundamentar la democracia sobre presupuestos éticos, pero su justificación parece residir en meras razones utilitarias. En principio, la democracia viene a ser sólo una técnica para que las decisiones se acepten también por los miembros del grupo que están en desacuerdo.

Cada uno puede hallarse individualmente en contra de una decisión o una medida; pero si la elección ha sido hecha por la mayoría, entonces estamos dispuestos a aceptarla. La acatamos y cumplimos aunque sea a regañadientes. Así lo experimentamos con frecuencia en la vida política.

De este modo, la democracia se desprende de su marchamo moral y deja de ser garantía absoluta de bondad, de equilibrio o de justicia.

La democracia viene imponiéndose porque es útil y eficaz, ya que ahorra disensiones violentas y facilita la gestión de la estructura social. También, porque favorece que las decisiones que se adoptan sean las que concitan mayor grado de consenso. Pero, por sí sola, la democracia no garantiza nada más.

La existencia de Estados que, pese a contar con organización política democrática, han ejercido una acción imperialista o de despojo sobre otros pueblos y territorios (protectorado, colonialismo…) es evidente. También resulta indudable que varios Estados democráticos han apoyado dictaduras en otros países cuando éstas han servido a sus intereses geoestratégicos y económicos. Digamos que los ciudadanos de estas naciones desean la democracia para ellos, pero en cambio no parece importarles contribuir al mantenimiento de sistemas totalitarios en otras partes del mundo.

El hecho de que una decisión haya sido tomada democráticamente es indicio de que quienes la aprobaron la consideran deseable para ellos; pero no siempre lo es para quienes no participaron en su adopción.

La rapacidad, la explotación y el saqueo pueden ejercerse, también, democráticamente.

Cervantes señalaba que incluso entre los delincuentes han de regir unas reglas instauradas por ellos mismos (“Es tan buena la justicia, que es necesario que se use aun entre los mismos ladrones”). Sin estas normas no podrían actuar con una mínima eficacia, igual que en las organizaciones mafiosas existe una estructura política para elegir a sus jefes.

Aunque con carácter general la democracia es siempre preferible a la autocracia o el totalitarismo, no debemos olvidar que puede haber también una democracia mafiosa, un gangsterismo democrático.

1 comment:

Unknown said...

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