Sunday, December 09, 2007

Con buen humor

De la persona que se muestra alegre decimos que está de buen humor. Y de quien está enfadado o irascible decimos que está malhumorado.

Detrás de estas expresiones (buen humor, mal humor), que continuamente empleamos sin reparar en su origen, hay una larga historia.

Humor, según el diccionario, es cada uno de los líquidos de un organismo vivo.

Aristóteles (siglo IV a. de C.) escribió que los tres humores del cuerpo son “la flema, la bilis negra y la bilis amarilla”.

Esta idea debió de tomarla de Hipócrates, el médico más famoso de la antigüedad, quien un siglo antes dejó escrito que “el cuerpo del hombre contiene sangre, mucosidad, bilis amarilla y bilis negra, y esa es su naturaleza, y a causa de ello tiene dolores y puede estar sano. Su salud es óptima cuando estos humores se encuentran en relación recíproca correcta, en lo que a su potencia y cantidad se refiere, así como a su relación. Los dolores aparecen cuando hay algo de más o de menos, o es segregado en el cuerpo sin estar mezclado con el conjunto”.

Galeno, otro reputado médico (siglos II-III d. de C.), abundó en esta creencia, añadiendo que en cada persona predomina desde el nacimiento uno de esos humores, condicionando su predisposición a unas u otras enfermedades.

La creencia en los humores del cuerpo permaneció viva durante muchos siglos, pasando al lenguaje popular. De aquí vienen las expresiones buen humor y mal humor en el sentido con que actualmente las empleamos. Así, la alegría y el enfado irían parejos al predominio de una u otra clase de líquido corporal.

Ahora nos reímos de las afirmaciones de esos autores, que nos parecen fantasías o desvaríos. Igual que, sin duda, en el futuro otros se reirán de nuestras convicciones, de nuestras certezas científicas, de nuestras seguridades.

Hay más textos médicos de Aristóteles que mueven a risa. Como éste: “La sangre se genera en el hígado, circula muy lentamente por los vasos transformándose en carne, pasa de las aurículas a los ventrículos a través de poros y llega a los pulmones. El aire equilibra allí los tres humores del cuerpo”.

Podemos reírnos de lo que creían quienes vivieron hace varios siglos, a condición de que asumamos que nuestras actuales certezas científicas también harán reír a quienes en el futuro las juzguen.

Constatar que, con el tiempo, las certezas se vuelven mentiras y las seguridades se tornan errores, es algo que merece tomarse a risa. O sea, con buen humor.

1 comment:

Gemma said...

Me encantan las definiciones científico-filosóficas de los antiguos. Entre ellas, la de la melancolía:

"3. f. ant. Bilis negra o atrabilis.", según el DRAE.