Thursday, January 08, 2009

Lo que les molestaba

No pensaban que Galileo, al situar el sol en el centro, estuviera mintiendo.

No pensaban que Darwin, al explicar la evolución del hombre, estuviera mintiendo.

En su fuero interno comprendían que lo que aquellos hombres decían era coherente, razonable y, probablemente, cierto. (Por eso no rebatían sus argumentos: sólo les amenazaban o intentaban ridiculizarles.)

Y es que lo que les irritaba no era que aquellos hombres mintieran. (De hecho intuían que no estaban mintiendo.)

Lo que les irritaba era lo contrario: que no mentían, ni parecían estar equivocados.

Lo que les enojaba era la solidez y el rigor de sus afirmaciones.

Lo que les enojaba era la verdad.

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