Tuesday, January 13, 2009

Cuajar

Miro por la ventana y está nevando. Pero la nieve no cuaja. No cuaja. Y es una de esas ocasiones en que me viene la idea de “qué palabra más rara, cuajar. ¿De donde vendrá?”

Busco en un diccionario etimológico y descubro que cuajar viene del latín “coagulare”, coagular. O sea, que cuajar es coagular.

Igual que la sangre cuando deja de circular se solidifica, los copos al caer se vuelven nieve.

Es una de esas veces en que la misma palabra latina, al pasar al español, se bifurca en varias: una culta, coagular, “solidificar lo líquido, especialmente referido a la sangre”; y otra vulgar o coloquial, cuajar, “transformar una sustancia líquida en algo sólido y pastoso”.

Qué curioso y a la vez qué poético, imaginar la nieve como una sangre blanca que, al contacto con el suelo, coagulase. Qué onírico pensar en copos de sangre, o en coágulos de nieve.

Pero no. De momento la nieve que está cayendo no cuaja. No coagula.

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