Friday, December 19, 2008

Por un lado tan grandes, por otro tan pequeños

En relación con una entrada anterior me han enviado dos comentarios que, por su interés (y con agradecimiento a sus remitentes), los pongo aquí, formando parte del texto principal. Las historias que cuentan hablan por sí solas, así que no voy a añadir nada:

1.

Albert Einstein, tan admirado por sus hallazgos científicos, no fue precisamente una buena persona, por lo menos en su vida íntima. En la Internet puede hallarse una conocida carta que le dirigió a su primera esposa, Mileva Maric (quien inicialmente colaboró con él en sus investigaciones físicas y matemáticas, pues ella también tenía conocimientos científicos).

En el año 1902 Mileva se quedó embarazada de Einstein cuando aún no estaban casados. Cuando la niña nació, Einstein no fue a verla.

A pesar de todo, Einstein accedió a casarse con Mileva en 1903. Pero la convivencia fue deteriorándose y Einstein se relacionó con su prima Elsa. No obstante, aceptó seguir viviendo con Mileva hasta que se divorciaron en 1919.

En una carta a su prima, Einstein le dice que trata a Mileva como "a una empleada a la que no puedo despedir" Y añade: "Tengo mi propio dormitorio y evito estar solo con ella. De esta manera puedo tolerar bastante bien el tener que vivir juntos".

Pero eso no es todo. Lo más duro es que Einstein estableció unas reglas por escrito que Mileva debía cumplir si esperaba quedarse a compartir la vida con él:

"No esperes muestras de afecto y responde de inmediato cuando te hable.

A. Te encargarás de que:
1. mi ropa esté en orden
2. se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación.
3. que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.

B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.

C. En especial no solicitarás:

1. que me siente junto a ti en casa.
2. que viaje contigo.

D. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:

1. no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello,

2. deberás responder de inmediato cuando te hable,

3. deberás abandonar el dormitorio o el estudio de inmediato y sin protestar cuanto te lo diga.

E. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho".

Éste era el Einstein de la intimidad, o al menos una faceta suya, no precisamente admirable ni digna de elogio.

2.

Pablo Neruda, tan admirado por su obra literaria, tuvo una hija, Malva Marina, fallecida a los nueve años de edad en 1943 por hidrocefalia y cuya tumba se encuentra en el cementerio de la ciudad holandesa de Gouda.

Nacida en Madrid en 1934, Malva Marina fue fruto del matrimonio entre Pablo Neruda y la holandesa María Antonieta Hagenaar, de la que Neruda se separó en 1936.

La niña Malva Marina nació con una enfermedad congénita e incurable (hidrocefalia), que le impidió desarrollarse normalmente.

La madre de la niña, María Antonieta, al estallar la guerra civil española en 1936 y ser abandonada por Neruda, regresó a Holanda con su hija.

En Holanda, María Antonieta no tenía parientes directos, pues en realidad era de origen javanés. Envió varias cartas a Neruda pidiéndole recursos para la manutención de la niña. Se sabe que vivió en precarias condiciones económicas y tenía muchas dificultades para cobrar una pensión de cien dólares que Neruda le mandaba. En una carta que María Antonieta (a la que Neruda llamaba Maruca) envió a Neruda le decía:“Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente hacia tu bebé. Hoy 18 del mes no he recibido tu dinero. El 1 de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte de ello. Qué vergüenza realmente. Ellos son tan buenas personas... Nunca encontraré gente tan buena otra vez. Malva es muy apegada a ellos... Ella ha progresado mucho mentalmente. Ahora ni siquiera puedo ir a verla porque no tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta”.

Finalmente María Antonieta entregó a la niña en adopción a una familia (el matrimonio Julsing).

Durante todo el tiempo en que la niña estuvo en casa de los Julsing, Neruda no fue a verla.

Cuando finalmente la hija de Neruda murió, éste era cónsul en México.

La madre de la niña le envió un telegrama:“Para cónsul Neftalí Reyes [éste era el verdadero nombre de Pablo Neruda].- Se ha recibido de Berna el siguiente telegrama: ‘Señora Neruda avisa desde Holanda que su hijita falleció 2 de marzo sin sufrimientos. Desea reunirse con su marido a la brevedad posible’. Ruego a US. comunicar resolución interesado para trasmitirle a su esposa y hacer los trámites necesarios”.

Neruda no contestó el telegrama ni viajó a Holanda. Tampoco volvió a hablar de su hija y, como si buscara borrar sus huellas, la omitió de su libro de memorias “Confieso que he vivido”.

Lo que queda claro es la absoluta indiferencia de Pablo Neruda por su hija Malva Marina, nacida enferma de hidrocefalia.

Y ello aun cuando Neruda haya tenido grandes sentimientos humanos que vertió en su poesía o en su conducta como ciudadano e intelectual.

Al parecer, Neruda fue un gran hombre para todos, menos para su hija.

8 comments:

Anonymous said...

En dos palabras: im-presionante.

Anonymous said...

Karl Marx, con todo lo marxista que era (je, je), tuvo criada (Helene Demuth, apodada Linchen). Pero no sólo eso, sino que además la dejó preñada y apeló a su amigo Friedrich Engels para que asumiera la paternidad de la criatura.

Viene así en cualquier biografía no sesgada de Marx.

En general, esta incoherencia y contraste entre la faceta pública (aparente, exterior) y la esfera privada (íntima y real) de algunas personas, me produce especial repugnancia.

Anonymous said...

Con lo de Neruda estoy de acuerdo en que lo que hizo fue una cabronada. Lo de Einstein supongo que estaría condicionado por als circunstancias y el ambiente social de su época (dificultades para divorciarse, etc). Pero en lo de Marx no estoy de acuerdo. El hecho de que fuera algo mujeriego y pichaloca no puede invalidar sus grandes aportaciones al progreso social .

Julissa said...

Me he quedado tonta ante lo que he leído. No sabía estas facetas, algo sabía de Pablo Neruda, pero de Einstein. Ummm. Plop se me cayo el telón.
Saludos

saiz said...

Ya ves, Yahaira. De todos modos, no conviene destacar sólo lo negativo de las personas. También tenemos que quedarnos con lo positivo, lo que aportaron al mundo.

Habría que saber también los motivos que les llevaron a actuar así.

En el caso de Neruda parece que nunca quiso que supiéramos esa parte de su biografía. Seguramente porque no era algo, precisamente, para sentirse orgulloso.

En lo que a mí respecta, tras conocer esta conducta de Neruda, sus poemas, que tanto me emocionaron en mi juventud, no los puedo leer ya con los mismos ojos.

Además, Neruda pudo haber sido un gran poeta sin desentenderse de su hija. Precisamente un lastre de Neruda es, en mi opinión, que escribió demasiado. Mejor habría sido que escribiese menos y más selectivo, y el resto del tiempo lo hubiese dedicado a cuidar de su hija.

Antes de incluir esta entrada contrasté en varios sitios de internet que la información se ajusta a la realidad. De todas formas, dado que no todo lo que aparece en internet es necesariamente riguroso, estoy obviamente dispuesto a rectificar si las historias narradas no se ajustaran a la realidad.

Sólo se me ocurre añadir que, como ya dije en otro lugar, las personas tenidas por ídolos o héroes generalmente sí hicieron aquello por lo que se les admira. La forma de admirarlos y mitificarlos no es tanto exagerar lo que hicieron, cuanto eliminar y suprimir sus defectos.

En los casos de Einstein y Neruda, parece claro que, junto a su grandeza, tuvieron también defectos, y muy graves.

Anonymous said...

Dichoso aquel cuya fama no brilla más que su verdad (Tagore)

Anonymous said...

Dichoso aquel cuya fama no brilla más que su verdad (Tagore)

saiz said...

Gracias, anónimo.

Sería estupendo que nuestra verdad pública y externa coincidiera con nuestra verdad interna y privada. Que nuestros "trapos sucios", esa verdad oscura que ocultamos, no empañase ni desmereciese de lo que hacia fuera querríamos exhibir.