Tuesday, July 14, 2009

Está sucio el jabón

Zofia Natkowska fue una escritora polaca comisionada para investigar, tras la II Guerra Mundial, los crímenes cometidos en Polonia durante la ocupación alemana.

En su libro Medallones cuenta su experiencia durante los trabajos de la comisión encargada de investigar esos crímenes.

Uno de los capítulos se dedica a exponer la conducta de un profesor de Anatomía, colaborador de los nazis, apellidado Spanner.

La comisión interrogó a un empleado del Instituto Anatómico de Gdansk, quien contó que “el profesor Spanner estaba escribiendo entonces un libro de Anatomía… Consiguió unas máquinas para separar la carne y la grasa de los huesos. De los huesos pensaban hacer esqueletos. En 1944, el profesor Spanner ordenó a los estudiantes que separaran la grasa de los cadáveres y la guardaran aparte…Los estudiantes tenían orden de separar la piel con mucho cuidado, después la grasa también con cuidado, y al final, según el libro de preparación, los músculos hasta los huesos. La grasa que los operarios recogían en los platos después se quedaba guardada durante todo el invierno, y más tarde, cuando los estudiantes se iban de vacaciones, en cinco o seis días se hacía el jabón.

El profesor Spanner también almacenaba piel humana. Junto con el preparador jefe Von Bergen pensaban curtirla y hacer con ella no se sabe qué…

Traían cuerpos del campo de Stutthoff, condenados a muerte… Generalmente eran cadáveres polacos. Pero una vez llegaron también unos militares alemanes decapitados en la cárcel…, cuatro militares alemanes condenados a muerte…

Un hombre puede dar unos cinco kilos de grasa… De la producción del jabón nadie tenía que saber nada. Spanner prohibió hablar de eso hasta a los estudiantes…

Al principio todos tenían miedo de lavarse con ese jabón. Daba asco. Olía mal. El profesor Spanner hacía lo posible para que ese olor desapareciera. Escribió a empresas químicas para que enviaran aceites aromáticos. Pero siempre se notaba que ese jabón no era de verdad… Al principio hasta un colega vio que me daba escalofríos lavarme con eso. En casa, a mi madre también le daba asco. Pero hacía buena espuma, por eso lo usaba para lavar la ropa”.


Tras leer esto, acuden a mi cabeza varias ideas. Pero, sobre todo, dos:

1º) Que alguien puede ser un eminente profesor y escribir libros de Anatomía Humana. Pero, aun así, puede ordenar hacer jabón con grasa de los muertos en campos de exterminio. La cualificación científica no presupone ni garantiza, en absoluto, la decencia.

2º) Que ese hombre (el empleado del Instituto Anatómico), ese hombre interrogado y que reconoce haber colaborado en la confección de jabón con grasa de condenados a muerte…, ese hombre, de haberme correspondido a mí vivir sus mismas circunstancias (la misma época, el mismo sitio)…, ese hombre podría ser yo.

1 comment:

nesees said...

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