Thursday, March 06, 2008

Dioses y demonios

Puede que la ética sea un instinto.

Al igual que los demás instintos (sexual, maternal, de supervivencia…), la ética puede haber sido una tendencia favorecida por la selección natural, en la medida en que sirve a la conservación de la especie.

Los grupos homínidos en que no hubiera cierta ética (cierto respeto elemental a los demás, cierta cooperación básica entre sus miembros) estaban abocados a extinguirse, ya fuera por autodestrucción o bien por su mayor vulnerabilidad frente a ataques externos; prevaleciendo en cambio aquellos grupos en que la solidaridad y el respeto sí estaban presentes.

De ahí puede provenir el impulso que nos mueve a no causar daño a los demás. De ahí también, posiblemente, el altruismo y la empatía (el ponernos en lugar del otro).

Esto puede ser la raíz de la ética humana y el arranque de la moral y de la conciencia: la interiorización de un instinto para la conservación de la especie.

He aquí, tal vez, el origen del bien y del mal. El bien sería actuar conforme a ese instinto. Y el mal sería llevarle la contraria. Ante el mal, el instinto ético protesta: eso sería el remordimiento.

Aun cuando los elementos esenciales de la ética puedan explicarse así, creo que la idea del bien no resulta desacreditada por el hecho de descubrir sus raíces biológicas. El concepto del bien, aunque obedezca a patrones utilitarios y evolutivos en la conformación de nuestro psiquismo, es la base que ha permitido la pervivencia de la Humanidad al preservarnos de la autodestrucción.

Puede que el bien no posea un sustento universal o metafísico, sino instintivo y biológico. Pero en todo caso es un presupuesto medular de nuestra existencia como humanos.

Y esto último constituye, bajo mi punto de vista, un soporte suficiente para asentar su valor.

2 comments:

Gemma said...

El bien, para mí, iría asociado hasta cierto punto al sentido común (al sentir compartido, conforme a tu planteamiento); con todo, de un tiempo a esta parte, y si tenemos en cuenta nuestras sociedades opulentas y el bienestar ficticio en que vive la juventud quinceañera, yo creo que estamos DILAPIDANDO a marchas forzadas ese sentido del bien, antes llamado común y, hoy en día, cada vez más escaso...

saiz said...

Estoy de acuerdo, Mega. La idea de la entrada va en esa dirección. Por un lado, es posible que nuestro sentido de la ética tenga un origen puramente pragmático, utilitarista y evolutivo. Un origen biológico, en definitiva; y que no responda a ningún canon universal de índole axiológica. Pero, por otro lado, la interrelación entre nuestro origen biológico y ese sentido ético es un valor de considerable transcendencia. De hecho, la pérdida de esa idea ética es lo que más claramente puede abocarnos a la autodestrucción.