Wednesday, June 04, 2008

Una maravillosa anomalía

No tenemos miedo a que alguien más fuerte que nosotros nos esclavice.

No tenemos miedo a que nos recluyan en un campo de concentración a causa de nuestra raza, origen, orientación sexual…

No tenemos miedo a que se nos detenga arbitrariamente, se nos encarcele sin juicio ni garantías, se nos torture, se nos ejecute.

No tenemos miedo a que nos prohíban ser creyentes, o agnósticos, o ateos.

No tenemos miedo a que nos sancionen por defender una ideología, o por editar un libro o un periódico, o por leerlos.

No tenemos miedo a nada de eso. Al menos en nuestro país y en nuestro tiempo, no tenemos miedo. Y no temer nos parece lo normal.

Pero no es así. Lo normal, lo habitual y cotidiano en la historia de la humanidad ha sido (y en buena parte del mundo sigue siendo) lo contrario.

La democracia es una rareza geográfica e histórica, una pequeña isla en el mar de la crueldad, la ignominia y la opresión.

A lo largo de la historia de la humanidad lo normal no ha sido la democracia, sino la tiranía. Lo normal no ha sido que quienes gobiernan fuesen elegidos por el pueblo, sino que gobierne el más atroz y sanguinario. Lo normal no ha sido la tolerancia, sino el fanatismo. Lo normal no ha sido la igualdad de derechos, sino el dominio de unos sobre otros. Lo normal no ha sido la seguridad jurídica, sino el abuso de poder.

La aparición de la democracia constituyó una excepción, una maravillosa anomalía en medio de un mundo regido por la fuerza bruta, el despotismo y la arbitrariedad.

4 comments:

Anonymous said...

Qujé suerte formar parte de esa anómala anormalidad.

saiz said...

Desde luego, somos afortunados.

(Gracias, Aurora, por tu visita.)

Gemma said...

Por eso mismo hay que cuidarla. Suele ser un paciente de salud quebradiza.

saiz said...

Y además no es irreversible. No rige la ley de Santa Rita ("lo que se da no se quita"). En Alemania, antes del nazismo, hubo democracia. Y eso no evitó el advenimiento de Hitler.

Como dices, hay que cuidarla cada día.