Saturday, May 31, 2008

Ineternos

Suele decirse que el ser humano es el único que se plantea la eventualidad de una vida eterna. Pero posiblemente sea al contrario. Puede que el hombre sea el único ser que se plantea la finitud de la vida. Para los animales la vida (su vida) es eterna, porque no son conscientes de su propia mortalidad: desconocen que están abocados a morir. Aunque algunos animales puedan percibir la muerte de sus congéneres, es muy dudoso que lleguen a extrapolar ese hecho y a colegir que también ellos han de morir un día. Pero, en el caso del hombre, esta deducción es inevitable. Desde muy temprano nuestros antecesores debieron cobrar conciencia de su no-eternidad (y de ahí, tal vez, el surgimiento de ideas religiosas sobre otra vida posterior, futura y… eterna).

A lo largo de su evolución, los homínidos se fueron topando con múltiples sorpresas. Se incide mucho en la adquisición del lenguaje, la fabricación de instrumentos y el sentido estético. Pero, desde el punto de vista de su propia percepción como ser, el acontecimiento más trascendente debió ser la conciencia anticipada de su propia muerte: la sensación de fugacidad, de ese inevitable partir para no volver nunca; la convicción de que la vida (la única vida real y tangible) no es eterna.

2 comments:

Gemma said...

Las dos primeras oraciones componen un pensamiento aforístico en toda regla, Saiz:
"Suele decirse que el ser humano es el único que se plantea la eventualidad de una vida eterna. Pero posiblemente sea al contrario. Puede que el hombre sea el único ser que se plantea la finitud de la vida".

En cuanto a si los animales "entienden" la muerte (yo creo que ni siquiera nosotros, los humanos, nos resignamos jamás a ella), ¿cómo cabría interpretar el sentimiento de peligro de ciertos animales, sino como una anticipación de una muerte que se percibe cercana?

En suma, no estoy tan segura de que los animales estén tan ciegos a la vida (y a su revés, la muerte)...

saiz said...

Gracias, Mega. Yo creo que cada uno de nosotros sabe que va a morir, pero, en cierto modo, es como si no acabáramos de creérnoslo.

Supongo que tiene que ser así. De otro modo sería muy difícil vivir el día a día.