Thursday, May 28, 2009

Valientes/Cobardes

Tal vez ser malvado exija, en cierto sentido, una porción de valor: de estar dispuesto a afrontar la mirada acusatoria, de desaprobación y rechazo, de los otros; de estar abierto a resistir la mordedura del autorreproche, el martilleo de la propia conciencia.

Tal vez ser malvado implique una carga de atrevimiento, de arrojo o de osadía.

La determinación, el coraje y la audacia suelen estar presentes en quienes ejecutan actos despiadados, terroristas, dañinos… Por eso, de ellos decimos que son mortíferos, feroces o crueles, pero generalmente no afirmamos que sean cobardes.

Es posible que muchas personas no tengan “agallas” para ser malos. Es posible que muchas personas sean buenas, al menos en parte, por temor al remordimiento: por miedo a rebelarse contra su propia conciencia.

Bienvenida sea, en tal caso, la cobardía que nos pone difícil ser malvados.

Al igual que ocurre con la inteligencia, la valentía no es un recurso estimable en sí mismo, sino sólo (y siempre) en función del fin para el que se use.

Del mismo modo que una inteligencia orientada al mal es mil veces peor que una ausencia de inteligencia, la valentía orientada al mal es mucho más indeseable que la cobardía.

Tuesday, May 26, 2009

Cada uno en su papel

Un buen actor no deja nunca de representar. Ni en los descansos, ni en los entreactos, ni en el tiempo que media entre función y función.

Un buen actor no deja nunca de interpretar. Ni delante ni detrás del telón. Ni cuando está acompañado ni cuando está solo.

Un buen actor no escapa del papel. Un buen actor lo interpreta a tiempo completo, o sea, de por vida.

Un buen actor representa sobre todo para sí. Para dentro de sí mismo.

No es difícil encontrar un buen actor. De hecho el mundo está lleno de grandes intérpretes: personas que, de tan asumidos como tienen sus papeles (de tan metidos como están en ellos), ignoran que están representando. Ignoran que actúan.

Ignoran, ignoramos la condición de actores.

Tuesday, May 12, 2009

Balance

Ganamos en agudeza visual, es cierto, pero perdimos en sensibilidad olfativa.

Ganamos en velocidad para correr por el suelo, es cierto, pero perdimos en habilidad para trepar por los árboles.

Ganamos en inteligencia, es cierto, pero perdimos en incapacidad de sufrir, en incapacidad de deprimirnos, en incapacidad de enloquecer…

Ganamos en consciencia, es cierto, pero perdimos en ignorancia de la fugacidad y de la muerte.

Con la evolución ganamos y perdimos. Con la evolución mejoramos y empeoramos.

Éste (o sea, nosotros) es el resultado. Éste es el balance.

Thursday, May 07, 2009

Kamikazes

Si es necesario, las hormigas dan su vida por su patria el hormiguero.

Llegado el caso, las abejas dan su vida por su patria la colmena. (Las abejas no pican para defenderse; de hecho mueren después de picar. Pican para defender la colmena.)

“Todo por la patria”, podría ser su lema.

Pero ninguna hormiga da su vida por todas las hormigas del mundo. Ni ninguna abeja ofrece su vida por todas las abejas del planeta.

Como aquellos pilotos mártires que en Japón llamaron Kamikazes, las abejas y hormigas pueden tener comportamientos que entre humanos llamaríamos “heroicos”. Es decir, pueden inmolarse. Pero sólo por su colmena, sólo por su hormiguero.

De igual modo, muchos humanos han sacrificado su vida por la patria (su tribu, su hormiguero, su colmena), pero nunca o muy insólitamente lo han hecho por la humanidad en su conjunto.

También en esto somos, seguimos siendo esclavos de los instintos tribales. ¿Hasta cuándo?

Monday, May 04, 2009

Juegos de azar

Las loterías del nacimiento:

La lotería cromosómica (el sorteo de los genes), la lotería geográfica (el país donde naces), la lotería social (el entorno en que naces)…

Las loterías del nacimiento: Nacer esbelto o deforme, nacer dotado o infradotado, nacer en la zona (o en la familia) pudiente o necesitada…

Las loterías del nacimiento.

Yo también jugué o fui jugado (es obligado hacerlo). Yo también estuve en esos bombos giratorios. En esos bombos aleatorios. En esas tómbolas forzosas. En esas loterías del nacimiento.

Y tuve suerte. Sí, creo que tuve suerte.

Pero no me gustan nada, nada en absoluto, esas loterías del nacimiento.

Friday, May 01, 2009

Nuestros artífices

Otros desarrollaron garras, colmillos, púas, caparazones, cuernos...

Nosotros también desarrollamos algunas de esas cosas. Pero sobre todo expandimos nuestro cerebro, desarrollamos la inteligencia. (Tampoco somos los únicos que la desarrollamos, pero en nuestro caso lo hicimos en mucha mayor medida.)

¿Y por qué desarrollamos inteligencia? Porque la necesitábamos para sobrevivir. Porque, en medio de la presión ambiental en que nos encontrábamos sumidos (necesidad de defendernos de los depredadores, necesidad de procurarnos alimentos en constante disputa con otras especies), la inteligencia fue el principal recurso competitivo que hallamos.

De no ser por aquella presión evolutiva, los homínidos de que provenimos no habrían desarrollado la inteligencia.

No es una historia alegre. Seguramente la eliminación de los menos dotados (de los menos inteligentes) fue hecha por los depredadores de aquel simio ancestral.

¿Y quiénes eran aquellos depredadores remotos (nuestros depredadores)? Tal vez hienas, leopardos y (posiblemente) otras especies ya extinguidas.

Sin la labor depredadora y selectiva que esos animales ejercieron sobre aquel simio, éste no habría evolucionado.

Sin aquella sostenida presión seleccionadora no habría habido una clara ventaja competitiva de los más inteligentes.

Aquellos animales que nos atacaban o se disputaban los recursos con nuestros ancestros son los que, a fin de cuentas, dieron forma al ser humano. Ellos han sido, en cierto modo, nuestros artífices.