Thursday, May 12, 2011

Qué suerte

En el prólogo de Carta al padre, de Franz Kafka (ed. Edimat), leo que las tres hermanas de Kafka –judías como él- murieron asesinadas por los nazis. También sus amigas Milena y Dora. Pero Kafka no: él había muerto, años antes, de tuberculosis.

¡Qué gran suerte la de Franz, que murió por la acción de un bacilo -una bacteria, un microbio, un ser carente de intención y consciencia-, y no por la acción de otro ser humano!