Thursday, July 15, 2010

Confederación de yoes

Casi todo el mundo lo ha leído, pero yo no. Hasta ayer. Ayer acabé Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi. En la contraportada dice que también se ha hecho una película. Y yo sin saberlo. Pero no importa. El caso es que, aunque tarde, lo he leído y me ha emocionado.

Raramente leo sin subrayar. Y si lo hago es porque el libro no me ha interesado (aunque, de un tiempo a esta parte, si en sus primeras páginas un libro no me interesa lo abandono sin más). En Sostiene Pereira he subrayado varios párrafos. Pero, de entre todos, hay uno que constituye el corazón del libro, la clave del cambio vital que se opera en el protagonista.

Corresponde a un diálogo entre Pereira y el doctor Cardoso. Lo reproduzco aquí (aunque seguro que a quienes lo hayan leído no se les ha olvidado). Por otro lado creo que esta idea de la confederación de almas y el yo hegemónico es algo que, de un modo u otro, todos hemos intuido alguna vez. Quizá por eso nos conmueve verlo escrito.

“…Creer que somos «uno» que tiene existencia por sí mismo, desligado de la inconmensurable pluralidad de los propios yoes, representa una ilusión, por lo demás ingenua, de la tradición cristiana de un alma única; el doctor Ribot y el doctor Janet ven la personalidad como una confederación de varias almas, porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, ¿comprende?, una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico (…) Lo que llamamos la norma, o nuestro ser, o la normalidad, es sólo un resultado, no una premisa, y depende del control de un yo hegemónico que se ha impuesto en la confederación de nuestras almas; en el caso de que surja otro yo, más fuerte y más potente, este yo destrona al yo hegemónico y ocupa su lugar, pasando a dirigir la cohorte de las almas, mejor dicho, la confederación, y su predominio se mantiene hasta que es destronado a su vez por otro yo hegemónico, sea por un ataque directo, sea por una paciente erosión. Tal vez (…) tras una paciente erosión haya un yo hegemónico que esté ocupando el liderazgo de la confederación de sus almas, señor Pereira, y usted no puede hacer nada, tan sólo puede, eventualmente, apoyarlo.

El doctor Cardoso acabó de comer su macedonia y se limpió los labios con la servilleta.

¿Y qué puedo hacer?, preguntó Pereira.

Nada, respondió el doctor Cardoso, simplemente esperar, quizá haya en usted un yo hegemónico que, tras una lenta erosión, después de todos estos años dedicados al periodismo escribiendo la crónica de sucesos, creyendo que la literatura era la cosa más importante del mundo, quizá haya un yo hegemónico que está tomando la dirección de la confederación de sus almas, déjelo salir a la superficie, de todas formas no puede actuar de otra manera, no lo conseguiría y entraría en conflicto consigo mismo”.

2 comments:

Angela said...

¡Gracias!Me impresionó mucho esa idea cuando leí el libro, pero no conseguía volver a encontrar ese párrafo y hoy decidí buscarlo en la red.
Mil gracias por subirlo. Y luego me parece recordar que Tabucchi le atribuía a alguien ese descubrimiento (¿a algo como un grupo llamado Los Apóstoles?) pero debió de ser pura ficción porque no encontré nada relacionado.

Mirian con ene said...

hermoso párrafo! muchas gracias por trascribirlo!!!