Thursday, December 10, 2009

A las 4 me van a fusilar

Leo en El País del 8-12-2009 la reseña del libro “Vivir a muerte”. Recopila las cartas que dejaron escritas los arrestados por participar en la resistencia francesa a la ocupación nazi durante la II Guerra Mundial. Son cartas escritas apenas unas horas antes de ser fusilados. Algunas fueron enviadas a los familiares de los condenados a muerte, tras su ejecución. Otras les fueron hechas llegar de cualquier manera (por ejemplo, arrojándolas por encima de las paredes de la cárcel).

Son cartas dirigidas a la madre, a la esposa, a los hijos… En la reseña se reproducen fragmentos de algunas de ellas:

A las 4 me van a fusilar. Si vieras lo calmado que estoy, mamá querida”.

Voy a llevar en el pecho vuestras fotos para que me acompañen en el ataúd”.

Sabes que alguna vez hemos discutido, pero te quería mucho”.

Lamento profundamente no haberte hecho feliz”.

Mi alegría más grande sería que pensaras en mí lo menos posible y rehagas tu vida”.

Te deseo que encuentres un buen proletario digno de ti. Es duro decir esto porque estoy celoso incluso delante de la muerte”.

Sé feliz en los brazos de otro”.

Besos grandes, besos como sólo podemos dar cuando son los últimos”.

En alguna carta la persona que va a ser fusilada confiesa su pesar por haber matado a otros (probablemente a algún miembro del ejército alemán):

He cumplido con mi deber. Sólo siento, y de todo corazón, haber matado”.

En otra carta el que la escribe pide al destinatario que publique lo que escribió en vida, tal vez como un sucedáneo de supervivencia:

Haz editar mis poemas”.

Me intriga el proceso mental que hace que, incluso en una situación límite, algunas personas sigan preocupándose por los detalles más prosaicos de la vida:

Mi escritura es tal vez un poco temblorosa, pero es que tengo un lápiz muy pequeño”.

No te olvides de mis zapatos, los llevé a arreglar, se los das a Maurice”.

Perdonad mis faltas de ortografía”.

Y, al hilo de todo esto, me pregunto qué escribiríamos tú o yo si nos encontráramos en una tesitura así: sabiendo que, dentro de un rato, nos van a ejecutar.

Podemos imaginarlo pero no podemos conocerlo a ciencia cierta. Porque para saberlo de verdad sería necesario disponer de papel y bolígrafo y saber que en unos momentos van a fusilarnos.

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