Friday, June 19, 2009

Adiós, silencio, adiós

La organización ETA ha asesinado a casi 1.000 personas (hoy, otra más), ha secuestrado y mutilado a otras muchas y ha llenado de dolor a una inmensidad de familias. En algunos casos, la crueldad empleada sólo puede compararse con los actos más aberrantes de la historia de la humanidad: así, Ortega Lara fue secuestrado y recluido en un pequeño habitáculo subterráneo durante 532 días, y si no permaneció más tiempo es porque fue rescatado por la Policía. En el caso de Miguel Ángel Blanco, tras secuestrarle advirtieron de que sería ejecutado en 48 horas si el Gobierno no cedía a las exigencias de ETA. Finalmente fue asesinado después de terribles horas de espanto vividas por su familia y por el conjunto de la sociedad.

Supuestamente ETA pretende la independencia del País Vasco. Desea también la anexión de Navarra y de una zona del sur de Francia, que considera vascas. Parece ser que, en sus orígenes, pretendía asimismo la instauración de un Estado marxista-leninista en esos territorios, aunque este objetivo ideológico parece haberlo abandonado últimamente.

Pero, mientras todo esto ocurre, los ciudadanos vascos votan libremente desde hace treinta años en todos los ámbitos electorales: local, autonómico, estatal, europeo.

A esas elecciones pueden concurrir también los partidos independentistas, salvo aquéllos que de modo patente apoyen el terrorismo. Éstos últimos no están vedados por su ideología independentista, sino por su complicidad con la violencia.

Se da la circunstancia de que el partido nacionalista mayoritario no se presenta a las elecciones con un programa netamente independentista, con lo que es casi imposible saber qué parte de la población está a favor de la independencia. Pero podría hacerlo, es decir, podría concurrir a las elecciones con esa consigna independentista, de modo que los votantes supieran claramente lo que apoyan.

En los casos de Álava y Navarra, los resultados electorales vienen poniendo de manifiesto que estas provincias no desean la independencia. Los navarros ni siquiera desean mayoritariamente formar parte (al menos en la actualidad) de la Comunidad Autónoma vasca, según han puesto de manifiesto de modo reiterado en todas las elecciones.

Pero estas últimas cuestiones no son lo más importante. Lo fundamental es que la sociedad vasca dispone de un camino recorrible, pacífico y democrático, para conseguir (si lo quisiera) un objetivo independentista. Sin necesidad de usar la violencia, sin tener que matar a nadie.

Los independentistas podrían también defender su postura en el Parlamento Europeo y otras instituciones de la U.E., dado que, además, existen otros territorios de Europa en donde hay planteado igualmente un debate soberanista (Escocia, Córcega, Flandes…).

Por todo ello, la utilización del homicidio como instrumento político es, en estas condiciones, radicalmente obscena.

Pero la organización ETA continúa asesinando personas. Miembros de las fuerzas de seguridad, políticos de otros partidos, profesionales e intelectuales siguen siendo asesinados en una macabra orgía de terror.

Quienes apoyan la independencia del País Vasco no temen que nadie los asesine por defender sus convicciones, pero en cambio los que discrepan de esas ideas tienen miedo a exponer opiniones críticas, y en particular a condenar abiertamente a la organización ETA. En el País Vasco se vive diariamente en un clima de forzada autorrestricción: temor a expresar en público las propias opiniones.

La irrupción de internet puede hacer quebrar esta indeseable tiranía de silencio.

A través de los blogs, foros, chats y demás ámbitos de debate que la Red nos permite, todos podemos -debemos- hablar sin miedo, exponer críticamente nuestras opiniones y expresarnos con libertad.

La organización ETA tiene reservado un sitio en las páginas más vergonzosas de la historia de la Humanidad. La esperanza es que hoy, con internet, con el conocimiento acumulado y la tecnología disponible, podemos romper el miedoso silencio y hacer que otras voces (las que hasta ahora han callado: o sea, las nuestras) se oigan.

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