Si la reencarnación (volver a la vida, tras la muerte, en otro cuerpo) se demostrase, habría un inusitado interés por la justicia distributiva y la igualdad económica a escala planetaria; ya que, al no saber en quién va uno después a encarnarse, nadie desearía que en el mundo haya zonas de miseria y privación, no fuese a corresponderle re-nacer allí.
Por puro egoísmo seríamos justos.
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