Salvo los murciélagos, nadie sabe cómo es ser un murciélago.
Salvo los pulpos, nadie sabe cómo es ser un pulpo.
Salvo los elefantes, nadie sabe cómo es ser un elefante.
Ninguno de nosotros ha estado dentro de un murciélago, de un pulpo, de un elefante… Todo lo más, estudiando su sistema nervioso podemos suponer cómo perciben y elaboran la realidad (o mejor dicho: su realidad); pero no podemos saber a ciencia cierta cómo se sienten a sí mismos.
Nadie sabe, tampoco, cómo es ser otra persona. Juzgamos a los demás comparándolos con nosotros. Los admiramos o desdeñamos según que sean capaces o no de hacer aquello que nosotros hacemos. Los medimos y valoramos con nuestro propio sistema métrico, con nuestra propia escala de valores. Como si por dentro fuéramos iguales.
Tendemos a pensar que ser otro se parece mucho a ser nosotros mismos. Pero no sabemos hasta qué punto puede ser diferente.
Porque, en realidad, nadie sabe bien cómo es ser otro.
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2 comments:
Algunos hay que hasta ignoran aquello que sea "ser uno mismo"... ;-P
Eso es lo más difícil de todo. Verse uno mismo entero.
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