El mundo de los sentimientos y las relaciones humanas se rige por otra lógica distinta de la del mundo material. Podemos dar algo y no quedarnos sin ello. Más aún: incrementarlo.
Es lo que sucede con el amor y con la amistad. También, con la transmisión del conocimiento: cuando se da saber, uno aumenta su propio saber. Quien enseña algo está, él también, aprendiendo.
Es una suerte poder dar algo sin desprenderse de ello.
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