¿Te das cuenta de qué osado, qué
abusivo, qué ampuloso resulta aspirar a que otros se interesen por leer las
palabras que has escrito?
¿Por qué podría interesarles? ¿Qué
van a encontrar ahí para dedicar su tiempo a leer lo que escribiste?
¿Te has desvivido escribiéndolo? ¿Te
has volcado por entero? ¿Eh?, ¿te has abierto en canal?
¿Has luchado, has combatido con
las palabras en fiera, febril, cruenta batalla?
¿Has quitado lo superfluo, eso
que no aporta nada?
¿Consideras que no tienen tus
pretendidos lectores nada mejor que hacer?
¿Te has convertido en palabras? ¿Has
llorado, o has sangrado, o has segregado palabras? ¿Te has derramado sobre
ellas?
¿Te has quemado con el fuego de las
palabras ardiendo?
¿Te has desollado las manos con el
roce que producen las palabras al chocar?
¿Has estirado los límites, las
fronteras del lenguaje hasta hacer que las palabras sean más grandes que ellas
mismas?
Rásgalas, si no es así, y luego
tira los trozos. Haz una hoguera con ellos.
No abuses: no hagas a nadie perder
su tiempo en leerte.
(Por cierto, que también es un
descaro pretender que alguien se ponga a leer esto.)