Tuesday, January 27, 2009

¿Cómo era no ser?

¿Qué sabemos del inexistir?

¿Qué sabemos acerca de cómo era no haber nacido?

Sabemos que antes de nacer no estábamos. Que en el mundo (al parecer) pasaban cosas pero no las sentíamos. Que ocurrían hechos pero no nos afectaban.

Leemos lo sucedido (lo que se nos dice que pasó) en la prehistoria, en el medioevo, hace dos siglos y… bueno, entonces no estábamos (aquí). No existíamos todavía. Aún no habíamos nacido.

¿Es eso inexistir: que, aunque en el mundo pasan cosas, no se sienten?

Pero, ¿y si no es eso? ¿Y si es distinto y lo hemos olvidado?

Dado que nadie recuerda su venida al mundo, dado que nadie tiene memoria para el instante de nacer, ¿por qué habría de tenerla para algo anterior, para algo más lejano y remoto aún que el nacimiento?

Sunday, January 25, 2009

Nunca me salí de un sueño

No abdicamos, no desertamos de lo onírico.

Los sueños que tenemos mientras dormimos se acaban cuando ellos quieren (¿cómo se extinguen, cómo se agotan los sueños de los que no somos despertados?) o bien se nos expulsa de ellos si algo nos despierta en medio del sueño.

Pero nunca auto-interrumpimos nuestro propio soñar.

Nunca dimitimos, nunca nos bajamos de un sueño en marcha.

Wednesday, January 21, 2009

Mientras dormimos

En los sueños pasan cosas. No hay en ellos un guión preconcebido, pero sí hay una trama, un flujo narrativo, un hilo argumental.

El subconsciente es un tejedor de ficciones. Nuestro cerebro, mientras duerme, es un novelista prolífico.

Tuesday, January 20, 2009

Adiós, libros, adiós

Pronto desaparecerán los libros. Al menos tal como los hemos conocido: los libros de papel.

Otros formatos, otros soportes vienen a sustituirlos.

Lo mismo pasó antes con las inscripciones en piedra, las tablillas, los manuscritos, los papiros, los pergaminos, los códices…

Todo es distinto pero nada es distinto.

En una pantalla luminiscente leeremos (leemos ya) las tribulaciones de Antígona, las andanzas de Don Quijote, los lamentos de Hamlet… sin importarnos que ni Sófocles ni Cervantes ni Shakespeare imaginaran nunca algo parecido a un ordenador.

(Novedad de lo antiguo; antigüedad de lo nuevo. Ray Bradbury o Paul Auster escribiendo con pluma de pavo y tintero. Homero, Platón o Séneca publicando en un blog...)

Desaparecerán los libros pero no la literatura.

Porque todo aquél que probó la lectura, como quien experimentó alguna vez la libertad, no podrá ya vivir (sentirse vivo) sin ella.

Monday, January 19, 2009

Memoria selectiva

El simio del que procedemos debía de tener muchos enemigos, depredadores dispuestos a darle caza.

Por eso le era imprescindible recordar los sitios donde había sido atacado o perseguido, retener las zonas en que fue más vulnerable, no olvidar los lugares donde había depredadores y memorizar las circunstancias en que le hirieron o dañaron.

Le era vital recordar todo eso para, en adelante, evitar esos sitios o circunstancias.

Y ésta es posiblemente la razón por la que nuestra memoria sigue grabando, con la máxima persistencia, el daño o la afrenta que otros humanos nos causan.

Ésta puede ser la razón por la que nuestra memoria guarda mejor, selectivamente retiene con más intensidad, el recuerdo del mal que otras personas nos infligieron que el del bien que nos dispensaron.

Wednesday, January 14, 2009

Cartas de Pessoa

Según sus biógrafos, el escritor portugués Fernando Pessoa (1888-1935) sólo tuvo una novia: Ofelia Queiroz. Pero no se casó ni convivió con ella. Prefirió consagrar su vida a otra novia no física: la literatura. En una carta a Ofelia le escribió:

"Llegué a la edad en que se tiene el propio dominio de las propias cualidades... Es pues la ocasión de realizar mi obra literaria... Para realizar esa obra, necesito sosiego y un cierto aislamiento... Toda mi vida futura depende de poder o no hacer esto, y pronto. Además, mi vida gira en torno a mi obra literaria... Todo lo demás en la vida tiene para mí un interés secundario... Es preciso que todos, los que se tratan conmigo, se convenzan de que soy así, y que exigirme los sentimientos, muy dignos por cierto, de un hombre vulgar y banal, es como exigirme que tenga ojos azules y pelo rubio. Y estar tratándome como si yo fuera otra persona no es la mejor manera de mantener mi afecto... Me gusta mucho -pero mucho- usted, Ofeliña. Aprecio mucho -muchísimo- su índole y su carácter. Si me caso, no me casaré sino con usted. Resta saber si el matrimonio, el hogar (o como quiera que le llamen) son cosas que se concilien con mi vida de pensamiento. Lo dudo. Por ahora, y pronto, quiero organizar esa vida de pensamiento y de trabajo mío. Si no consigo organizarla, claro está que nunca siquiera pensaré en pensar en casarme. Si la organizo en términos de ver que el matrimonio sería un estorbo, claro que no me casaré. Pero es probable que no sea así. El futuro -y es un futuro próximo- lo dirá... Su muy afecto, Fernando."

Pessoa nunca se casó con Ofelia.

En el ensayo “Algunas ideas sobre la verdad, el amor, la voluntad y la ética del “Libro del Desasosiego de Bernardo Soares”, de Fernando Pessoa” (por Nubia Posada) leo que “poco antes de la muerte de Pessoa, Carlos, sobrino de Ofelia, se encontró con el autor, que le dijo: “¿Cómo está Ofelia?”. Le estrechó las manos con mucha fuerza y, con los ojos anegados de lágrimas, le dijo: “Hermosa alma, hermosa alma”. Pessoa murió el 30 de noviembre de 1935; su hermana lo cuidó en los últimos días”.

Pocos días después de este encuentro, y a punto ya de morir, Pessoa escribió el celebrado poema Todas las cartas de amor:

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor,
si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).


No sé si Pessoa, al afirmar que “al fin y al cabo, sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor sí que son ridículas”, estaba llamándose a sí mismo "ridículo" y arrepintiéndose de no haberse casado con Ofelia. Pero, de ser así, su arrepentimiento (como siempre, como todos los arrepentimientos del mundo) llegó demasiado tarde.

Tuesday, January 13, 2009

Cuajar

Miro por la ventana y está nevando. Pero la nieve no cuaja. No cuaja. Y es una de esas ocasiones en que me viene la idea de “qué palabra más rara, cuajar. ¿De donde vendrá?”

Busco en un diccionario etimológico y descubro que cuajar viene del latín “coagulare”, coagular. O sea, que cuajar es coagular.

Igual que la sangre cuando deja de circular se solidifica, los copos al caer se vuelven nieve.

Es una de esas veces en que la misma palabra latina, al pasar al español, se bifurca en varias: una culta, coagular, “solidificar lo líquido, especialmente referido a la sangre”; y otra vulgar o coloquial, cuajar, “transformar una sustancia líquida en algo sólido y pastoso”.

Qué curioso y a la vez qué poético, imaginar la nieve como una sangre blanca que, al contacto con el suelo, coagulase. Qué onírico pensar en copos de sangre, o en coágulos de nieve.

Pero no. De momento la nieve que está cayendo no cuaja. No coagula.

Monday, January 12, 2009

Tiempo de la ignorancia

Ya no lo recordamos pero hubo un tiempo en que no sabíamos andar. Y estos pasos que damos maquinalmente hubimos de aprenderlos: agarrándonos a algo, soltándonos, avanzando un pie y después otro…

Ya no lo recordamos pero hubo un tiempo en que no sabíamos hablar. Veíamos cosas e ignorábamos sus nombres.

Hubo un tiempo en que no sabíamos vestirnos, ni manejar los cubiertos, ni atarnos los cordones, ni leer, ni escribir, ni contar hasta diez…

Todas estas acciones que hoy hacemos sin pensar (casi tan automática e inconscientemente como parpadear o respirar) hubimos de aprenderlas.

Aunque no nos acordemos -aunque ni siquiera nos imaginemos sin saber hablar o siendo analfabetos-, hubo un tiempo en que no sabíamos nada. En que nuestras mentes estaban en blanco.

Pero, como si no quisiéramos admitirlo, hemos olvidado aquel mundo de ignorancia e, incluso, el proceso como adquirimos los aprendizajes primarios de la vida.

Thursday, January 08, 2009

Lo que les molestaba

No pensaban que Galileo, al situar el sol en el centro, estuviera mintiendo.

No pensaban que Darwin, al explicar la evolución del hombre, estuviera mintiendo.

En su fuero interno comprendían que lo que aquellos hombres decían era coherente, razonable y, probablemente, cierto. (Por eso no rebatían sus argumentos: sólo les amenazaban o intentaban ridiculizarles.)

Y es que lo que les irritaba no era que aquellos hombres mintieran. (De hecho intuían que no estaban mintiendo.)

Lo que les irritaba era lo contrario: que no mentían, ni parecían estar equivocados.

Lo que les enojaba era la solidez y el rigor de sus afirmaciones.

Lo que les enojaba era la verdad.

Wednesday, January 07, 2009

Por qué Adán se resiste

El sentimiento religioso (espiritualidad, creencia en una o varias deidades, fe en un más allá), tan presente en todos los grupos humanos, puede tener una base evolutiva.

Puede que la selección natural haya favorecido a aquellos individuos o grupos en que el sentido espiritualista o religioso estaba presente.

Es posible, a este respecto, que la autoafirmación religiosa favorezca la cohesión del grupo y la entereza o resistencia individual de sus miembros. Y de ahí su arraigo en la estructura mental del hombre.

En tal caso, existiría una explicación evolutiva para la actitud de quienes, por motivos religiosos (de respeto al texto bíblico), niegan la evolución del hombre y se aferran al creacionismo.

El rechazo a la evolución puede deberse, paradójicamente, a razones evolutivas.

Monday, January 05, 2009

Sumisos

Reyes,
emperadores,
príncipes,
mandarines,
zares,
sultanes,
jeques,
faraones,
califas,
emires,
dictadores,
caudillos vitalicios,
comandantes eternos de la revolución,

¿habrían sido posibles sin una inclinación, una proclividad, un poderoso instinto, una pulsión innata, una humana tendencia hacia el sometimiento?

Friday, January 02, 2009

Ahora mismo

Lo que percibo en este instante no sería apenas nada sin lo que he percibido en los momentos previos, sin el conocimiento acumulado de lo que percibí anteriormente. El ahora no es posible sin el antes que guardo en mi memoria, sin el recuerdo y la experiencia sumergidos.

Me cuesta imaginar qué sería lo que veo ahora (una mesa, unos platos...) si nunca antes hubiera visto esos objetos: si desconociera sus nombres, su función y el motivo por el que están aquí. Y más aún me cuesta imaginar cómo me autopercibiría sin memoria, ni conocimiento, ni resonancia de mí mismo.

Lo que llamamos ahora viene a ser la envoltura, la superficie que flota del antes.

No es mucho, pero al menos sobre esa superficie (ese plano que emerge y sobresale) tenemos alguna capacidad de decidir.

Feliz 2009.